Bruselas acusa a BMW, Daimler y Volkswagen de frenar el desarrollo de coches menos contaminantes
Las compañía automovilisticas alemanas se enfrentan a multas que podrían ascender hasta al 10% de sus ingresos globales
Bruselas acusa a la industria automovilística alemana de llegar a acuerdos para no reducir la contaminación. La Comisión Europea sospecha que Volkswagen, Daimler y BMW pactaron retrasar la instalación en sus automóviles de tecnologías que podían frenar las emisiones, lo que impidió a los consumidores adquirir vehículos más limpios pese a que estaban capacitadas para fabricarlos.
De probarse la acusación lanzada por Bruselas este viernes, las tres compañías habrían cometido una violación de las reglas comunitarias, que prohíben las alianzas concebidas para limitar el desarrollo técnico de un producto. Y por tanto se enfrentarían a una sanción multimillonaria de un máximo del 10% de su facturación global. Eso significaría, en la hipótesis del peor escenario, y teniendo en cuenta sus ingresos de 2018, un duro golpe económico para los tres ases de la automoción germana: 23.580 millones de desembolso para Volkswagen, 16.736 millones para Daimler, y 9.748 millones para BMW.
Las autoridades de Competencia llevan año y medio detrás del asunto. En octubre de 2017 los inspectores irrumpieron por sorpresa en sus oficinas en Alemania al tener indicios de esas maquinaciones conjuntas. Y en septiembre del pasado año el caso ganó enjundia con la apertura de una investigación en profundidad que ahora ha culminado en acusación firme. Según Bruselas, todo se fraguó en las reuniones del denominado círculo de los cinco, el sobrenombre con el que se conoce a los encuentros entre representantes de BMW, Daimler, Volkswagen, Audi y Porsche —estas dos últimas marcas son parte del grupo Volkswagen—.
El Ejecutivo comunitario ha puesto el foco en dos tecnologías en torno a las que pudo haber pactos secretos. En primer lugar, estima que entre 2006 y 2014, los gigantes alemanes del sector coordinaron sus estrategias para no mejorar la efectividad de los sistemas que permiten reducir las emisiones nocivas de óxido de nitrógeno en vehículos diésel. Y segundo, culpa a los fabricantes de retrasar, o directamente evitar, la introducción de un filtro que haría descender las de partículas contaminantes en coches de gasolina.
"Las compañías pueden cooperar de muchas formas para mejorar la calidad de sus productos. Sin embargo, las normas de la UE no permiten pactos para hacer exactamente lo contrario: no mejorar sus productos, no competir en calidad", ha criticado en un comunicado la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager.
Las prácticas ilegales de la industria automovilística alemana están en el ojo del huracán desde que en septiembre de 2015 saliera a la luz que Volkswagen trucó 11 millones de vehículos en todo el mundo para superar los exámenes de emisiones, mientras que en realidad, sus coches contaminaban muy por encima de los estándares permitidos.
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