¿Qué le pasa a la industria española? Crece el temor ante el último tropiezo
La energía y la automoción lastran la actividad manufacturera en España, que pierde fuelle en los últimos meses
La industria española anda en la zozobra. Infectada por las dudas de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la desconocida solución al Brexit, cerró el último trimestre del año pasado con los peores datos en años. Su actividad caía un 0,9% intertrimestral —no se veía un dato tan negativo desde 2013— y la producción industrial se desplomaba en diciembre un 6,2%, sin precedentes desde 2012. Entre septiembre y diciembre se habrían perdido el equivalente a un 1,5% de sus empleos, según estimaciones del INE. Una evolución que enfrían las pretensiones del Gobierno de que la industria cope el 20% del PIB, cuando ahora está por debajo del 16,5%.
Entre las empresas existe la duda sobre si lo ocurrido en el último trimestre (si bien ya había ligeros síntomas a partir del verano) es un simple resfriado de invierno o si los problemas pueden convertirse en una recesión sectorial. “Está claro que no podíamos seguir mucho tiempo ganándoles parte del pastel a nuestros socios europeos, pero ahora hay una cosa que me preocupa: la caída de las inversiones en bienes de equipo”, explicaba el miércoles Joan Tristany, director general de Amec, la asociación que aglutina a empresas exportadoras. Los datos publicados ayer por el INE le dieron la razón.
Entre otros datos, el IPI (Índice de Producción Industrial) muestra como la inversión en bienes de equipo, uno de los termómetros para hacerse una idea de cómo están las esperanzas de los empresarios en el mercado a medio y largo plazo, cayó un 2,5% de diciembre. “Algo estructural debe estar sucediendo”, afirma el catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra, José García Montalvo, quien pide paciencia para tener más datos sobre qué va a suceder. En su opinión, la corrección del último trimestre bien podría ser un “mecanismo de estabilización tras los fuertes incrementos que la industria experimentó en 2017, cuando llegó a crecer durante algún trimestre un 2%. Este año, durante tres trimestres (primero, tercero y cuarto), la industria ha caído.
“Yo soy prudentemente optimista respecto a los próximos meses”, afirma el secretario general de Industria del Gobierno, Raül Blanco, que ha tenido que gestionar en los últimos meses algunas de las crisis industriales y laborales que tiene España encima de la mesa: desde Alcoa a Vestas, pasando por Cemex. En su opinión, la caída se explica por la alta exposición internacional de la industria española (80% de exportaciones) y la equipara a la que han vivido Alemania y Francia.
El parón del último trimestre en la actividad industrial tiene dos explicaciones principales. Una es la caída que se ha producido en el sector energético. La segunda, el que está sumiendo en una fuerte preocupación al sector de la automoción y que tiene réplicas —o epicentros— en otros países europeos, como Alemania, Francia e Italia. Desde CaixaBank Research, el economista Oriol Carreras, calcula que esos dos sectores copan el 40% y entre un 15% y un 20%, respectivamente. Y, con golpes menos duros, la caída también afectó a los sectores químico, farmacéutico y metalúrgico.
El impacto de la WLTP
A Carreras, sin embargo, no le quita el sueño la caída del sector energético, actitud que explica por la alta volatilidad que presenta en función de las condiciones meteorológicas y del fuerte crecimiento que mostró el año anterior. La evolución de la automoción es diferente, en su opinión. “La nueva normativa WLTP —que controla las emisiones de los motores— y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China están afectando a las cadenas de valor más extensas y ahí está la automoción, que está cayendo no por la caída de la demanda interna, que va como un tiro, sino por las exportaciones”, explica el economista.
El Banco de España señala en uno de sus estudios que el WLTP empezó a afectar al sector español a partir de septiembre, cuando se produjo una caída del IPI del 20%. Hay dos explicaciones: los fabricantes acompasaron la producción para sacarse de encima los estocs de coches todavía no homologados todavía y después de produjeron cuellos de botella en la producción porque los motores, a causa de los procesos de homologación, no llegaron a tiempo. El resultado: algunas fábricas vieron como durante unas semanas se redujeron turnos de trabajo. La producción de vehículos cayó un 1%.
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