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Rodrigo Rato pide “perdón a la sociedad” al ingresar en la cárcel de Soto del Real

El exvicepresidente del Gobierno acude a la prisión madrileña horas antes de cumplirse el plazo dado por la Audiencia Nacional

Rodrigo Rato ingresa en la prisión de Soto del Real.Vídeo: Uly Martín / epv (efe)

"Acepto mis obligaciones con la sociedad y asumo los errores que haya cometido. Pido perdón a la sociedad y a aquellas personas que se hayan podido sentir decepcionadas". Con estas palabras ha entrado este jueves en la cárcel Rodrigo Rato. El expresidente de Caja Madrid y Bankia ha elegido la cárcel de Soto del Real (Madrid) para comenzar a cumplir la condena de cuatro años y medio impuesta por la Audiencia Nacional por apropiación indebida en el caso de las tarjetas black.

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El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, en mangas de camisa y con chaleco, y tirando de una maleta y una bolsa de deporte, ha dado a las puertas de la cárcel las "gracias a todas aquellas personas" que lo han apoyado a él y a su familia. Estas breves declaraciones, realizadas ya cuando ingresaba en prisión, suponen un cambio en la estrategia que había llevado hasta ahora: es la primera vez que Rato admite su culpa desde que salió de Bankia en mayo de 2012. Ha ingresado en esta prisión poco antes de la una de la tarde, 12 horas antes de que se cumpliera el plazo dado por la Audiencia Nacional, que ayer miércoles le denegó su petición de suspender la ejecución de la condena mientras se tramita su recurso ante el Tribunal Constitucional. Fuentes penitenciarias informan de que se va a quedar en el pabellón de ingresos hasta mañana, cuando ya se le asignará módulo.

En Soto del Real está ya ingresado por el caso de las tarjetas black, el exsecretario de Estado de Hacienda con el PP Estanislao Rodríguez-Ponga. Otros presos célebres que han pasado por esta prisión son Mario Conde, en su última detención, Gerardo Diaz-Ferrán, Jordi Pujol Ferrusola y Miguel Blesa. En la actualidad se encuentran allí, Luis Bárcenas, extesorero del PP; Alberto López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre e implicado en el caso Gürtel, y Guillermo Ortega, exalcalde popular de Majadahonda, imputado en el mismo caso.

El caso de las tarjetas negras, por su opacidad ante el fisco, no pasará a la historia por gasto total: fueron 15 millones, dentro de una crisis financiera que puede acabar constando al contribuyente más de 55.000 millones. Sin embargo, es el más emblemático y el que más repulsión ha provocado por la naturaleza de los gastos y la sensación de impunidad que transmitían sus titulares durante los ocho años que las utilizaron. 

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El detalle de los gastos de las tarjetas que Caja Madrid y Bankia facilitaron a sus consejeros y directivos destapa pagos imposibles de justificar bajo el concepto de gastos de representación. Esos gastos, en los casos de los principales directivos, detallan el despilfarro cometido por estos durante años al utilizar la tarjeta para viajes caros, retiradas de grandes cantidades de efectivo del cajero, vino, estancias en hoteles de lujo, lencería femenina o fiestas en bares, que en ningún caso se podrían justificar en función del trabajo y el cargo que desempeñaban en la entidad financiera. Hubo consejeros que utilizaron la tarjeta para comprar regalos, fruta o zapatos en distintas tiendas.

Un símbolo de la crisis financiera

Este caso ha supuesto la caída del que fuera considerado el autor "del milagro económico español" tras su paso por el Gobierno entre 1996 a 2004, en el que fue vicepresidente económico, y un duro golpe para el PP. Pero Rato también es el mayor símbolo de lo que ha sido la crisis financiera en España, que arrancó en 2008 y ha dejado graves heridas en la sociedad, sobre todo por el aumento de la desigualdad y la pobreza. Nadie ha tenido tanto poder como Rato en el mundo económico y tampoco nadie ha caído tan bajo. 

Desde el Gobierno de José María Aznar, Rato nombró a los presidentes de Argentaria (Francisco González, que ahora deja el cargo de máximo responsable del BBVA), de Telefónica (César Alierta), de Endesa (Manuel Pizarro), de Repsol (Alfonso Cortina), de Altadis (Pablo Isla, hoy máximo responsable de Inditex), y de Iberia (Xabier de Irala). Curiosamente no estuvo detrás de la llegada de Miguel Blesa a la presidencia de Caja Madrid —en este caso fue Aznar el que le aupó—, pero sí le sustituyó en 2010 con la ayuda de Mariano Rajoy. En algunos casos a estos presidentes nunca se les sustituyó, ni con la llegada del PSOE en 2004, porque sus puestos estaban blindados o contaban con un gran apoyo de los accionistas.

Esta capacidad de llegar hasta las grandes cúpulas del Ibex 35 y la potestad de redactar el BOE le otorgó una autoridad indiscutible en el mundo económico. Siempre mantuvo ese halo de poder: del Gobierno pasó a ser el máximo responsable del FMI, con el apoyo del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, luego al banco de inversión Lazard y, después, a Caja Madrid.  

Cuando estuvo en el Ejecutivo, contó con Luis de Guindos como secretario de Estado de Economía, entre 2002 y 2004, en una relación que fue autoritaria en más de una ocasión. Por azares del destino, acabó siendo Guindos el que ocho años después, en mayo de 2012, echó a Rato de la presidencia de Bankia para reflotar la entidad con 22.424 millones de dinero público.

Una prueba de que Rato conservó el poder fue la manera en la que fue destituido por Guindos. El exministro de Economía necesitó el apoyo del presidente del BBVA, González, del Santander, Emilio Botín, y de La Caixa, Isidro Fainé, para echarle de Bankia. Los cinco se reunieron el primer fin de semana de mayo de 2012 en el ministerio, en un acto sin precedentes en el mundo bancario español: los competidores y el titular de Economía, sin la presencia del gobernador del Banco de España, acabaron con el presidente de uno de los grandes bancos.

A partir de ahí se inició un calvario de comparecencias en los tribunales, el Parlamento nacional y el de Cataluña. En todos ellos recibió fortísimas críticas de las que se defendió con agresividad. Pero, sin duda, el día que más se desquitó fue el 9 de enero pasado, cuando el portavoz del PP, Miguel Ángel Paniagua, le reprochó en la Comisión de investigación de la crisis financiera haber hecho mucho daño al partido, desprestigiarse a sí mismo con su actuación durante los últimos años e incluso afirmó que dudaba que le hubiera compensado el posible beneficio económico tras arruinar su carrera política.

Apartado del PP

Visiblemente afectado por el golpe, el exvicepresidente se lo devolvió: recordó que el 16 de abril de 2015: "Me detuvieron en su casa, delante de mis hijos y mis vecinos, acusado de delito fiscal y blanqueo de capitales, con una derivada de alzamiento, sobre la base de una denuncia de la Agencia Tributaria que duró 15 días. Sobre el delito fiscal, llevo tres años esperando; aún no han sido capaces de encontrar nada".

A continuación, enumeró una serie de hechos previos a esa detención para dejar claro que existía una campaña orquestada por el Gobierno del PP para que él fuera detenido en una época en la que las tarjetas black de Caja Madrid eran noticia habitual en los medios.

"A mí me da mucha pena todo esto porque he estado 30 años en el PP", afirmó. Y negó tener dinero en paraísos fiscales ni haber dejado de pagar nunca a Hacienda, aunque en el pasado admitió que se había acogido a la amnistía fiscal organizada por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda. Este jueves, Rato con sus contradicciones y misterios —nunca aclaró qué alto cargo del PP quería encarcelarle— entró en prisión por apropiación indebida.

Sin suspensión de entrada en prisión

"Mañana entro en la cárcel y sanseacabó", afirmó ayer miércoles Rato según el relato de un periodista de laSexta, cuyas cámaras no grabaron esas declaraciones. La fiscalía había emitido un informe contrario a suspender la entrada en prisión del exvicepresidente del Gobierno y la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha concluido en un auto emitido esta mañana que "no ha lugar" dicha deferencia. La Audiencia fue el tribunal que sentenció a Rato y que ordenó la ejecución de su sentencia una vez que el Tribunal Supremo le dio firmeza. Rato tenía de plazo para ingresar por su propio pie en un centro penitenciario hasta las 12 de la noche de este jueves 25 de octubre.

La Audiencia Nacional también rechazó suspender el ingreso en prisión de siete de los condenados por el uso fraudulento de las tarjetas black, mientras a otro se le ha concedido un margen más amplio, 10 días a contar desde el 30 de octubre para entrar en la cárcel. A un noveno se le ha pedido que presentara un informe médico que acredite sus alegaciones por motivos de salud.

Además de Rato y de Rodríguez-Ponga, ya están en prisión otros tres condenados, todos en la prisión de Navalcarnero (Madrid). Son los dirigentes de CC OO Antonio del Rey y Rodolfo Benito, y de UGT, Miguel Ángel Abejón.

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