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Sube el precio del CO<sub>2</sub>: Calentar el planeta ya no será barato

Los expertos estiman que el aumento del precio de los derechos de emisión acelerará el fin de las fuentes de energía más contaminantes

Manuel Planelles
Central térmica de Puente Nuevo, en la localidad cordobesa de Espiel.
Central térmica de Puente Nuevo, en la localidad cordobesa de Espiel.PACO PUENTES

El sistema europeo de comercio de derechos de emisiones de CO2 se encamina hacia un punto de inflexión. Lo hace tras una década en la que el modelo (conocido por las siglas en inglés EU ETS) ha sido denostado por muchos expertos en la lucha contra el cambio climático, principalmente, por lo barato que resultaba para las grandes empresas e instalaciones de la UE escupir a la atmósfera los gases de efecto invernadero que calientan el planeta.

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Pero la reforma acordada a final de 2017 por la Unión Europea —que busca reducir a partir de 2019 los derechos de emisión que hay en este mercado para que el precio suba— ha hecho que el coste de la tonelada de CO2 equivalente (la unidad que se emplea con los gases de efecto invernadero) se haya disparado. Y que se acerque al umbral en el que, según los especialistas, este mercado —al que deben acudir las eléctricas que usan carbón y gas— se convertirá en una palanca de cambio del modelo energético en Europa para expulsar las formas más sucias de generar electricidad.

“Estos días hemos alcanzado el máximo de los últimos diez años (...) y el mercado no muestra señales de corrección”, explica José María García Berrendero, responsable en España de la empresa Vertis Environmental, especializada en compra y venta de estos derechos de emisión. Agosto se ha cerrado con un precio de la tonelada de CO2 equivalente de 21,03 euros. Hace justo un año, en agosto de 2017, esa misma tonelada estaba en los 6,08 euros.

Adiós al carbón en Alemania, España, Italia y Países Bajos

Carbon Tracker Initiative —un think tank británico especializado en los riesgos financieros asociados al cambio climático— dibuja un futuro inmediato en el que a finales de este año el precio de la tonelada de dióxido de carbono esté en los 25 euros y siga creciendo. Para el periodo comprendido entre 2019 y 2023, estaría entre los 35 y 40 euros, lo que acelerará el paso del carbón al gas natural, como ya ha ocurrido en el Reino Unido gracias a las medidas aprobadas por el Gobierno de Theresa May. En un reciente informe, Carbon Tracker identificaba cuatro países en los que se puede producir una rápida transición del carbón al gas —lo que supondría un importante ahorro en emisiones de gases de efecto invernadero— en los próximos cinco años: se trata de Alemania, Italia, España y Países Bajos. En los cuatro casos estos especialistas resaltan que existe ya potencia instalada de gas para esa transición.

Por ejemplo, la potencia instalada de gas en España en 2017 era de 24,9 gigavatios, frente a los 9,5 gigavatios de carbón. Sin embargo, el 17,2% de la electricidad consumida en 2017 vino del carbón, frente al 14,2% del gas natural. Es decir, se emplearon mucho más las centrales térmicas de carbón que las de gas, entre otros motivos, porque era más barato. Pero el alza del precio del CO2 acabará con esa situación, según los pronósticos de Carbon Tracker.

García Berrendero, como la mayoría de los especialistas, apunta a la reforma de este mercado aprobada por la UE como una de las principales razones del alza del precio. “Los participantes del mercado comenzaron a comprar derechos de emisión más activamente en la primavera pasada, cuando los detalles de las reformas del EU ETS se hicieron evidentes”, apunta. Esa reforma contempla la creación de una reserva de estabilidad que servirá para retirar del mercado el exceso de derechos de emisión existente y que, desde la crisis de 2008, ha hecho que se hunda el precio del CO2. Y que calentar el planeta resultase tan barato.

Dentro de este sistema europeo participan alrededor de 11.000 instalaciones y fábricas de la UE y de Islandia, Liechtenstein y Noruega. Todas expulsan alrededor del 45% de los gases de efecto invernadero de la economía europea y, aunque hay fábricas de todo tipo, el grueso de las emisiones proviene de las centrales que usan combustibles fósiles —petróleo, carbón y gas— para producir electricidad. Todas ellas deben comprar derechos de emisión para poder operar. Durante esta década el mercado estaba saturado de derechos, lo que impedía que aumentaran los precios y que fueran un instrumento para que las eléctricas se decantaran por las formas menos contaminantes de generar electricidad.

“Es una buena noticia”, dice sin rodeos Xavier Labandeira, catedrático de Economía en la Universidad de Vigo y especialista en fiscalidad ambiental, sobre el encarecimiento del CO2. Y lo es, señala, a pesar del alza de los precios de la generación de la electricidad que se ha producido recientemente en España y en la mayoría de países de la UE, que repercute en la factura de la luz. “Está bien que se lancen señales al consumidor”, añade. “Este tipo de instrumentos se diseñan para esto, para que se reflejen los costes ambientales”, indica.

Además, Labandeira explica que, a la larga y si el precio sigue subiendo, se expulsará del sistema a las formas más contaminantes de generar electricidad porque, simplemente, serán más caras que el resto.

Todos en la UE tienen en el punto de mira a las centrales que queman carbón, que expulsan mucho más CO2 que, por ejemplo, las de gas natural. Las térmicas de carbón son, en principio, más rentables. Pero, con un precio de la tonelada de CO2 de entre 25 y 30 euros las tornas pueden cambiar y expulsar al carbón del mix energético europeo. La previsión es que a final de año ronde los 25 euros ya la tonelada.

Labandeira también destaca como efecto colateral del alza del precio del CO2 el incremento de las inversiones en renovables, que producen electricidad libre de emisiones y por lo tanto no deben comprar derechos en el mercado ETS. “Esto lo va a acelerar todo”, resume Labandeira sobre el efecto de la subida del precio de emitir CO2 a la atmósfera.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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