Las cadenas reinventan la tienda de moda
Los grupos textiles empiezan a responder a las señales de alarma: el modelo tradicional se agota y caen las ventas en los locales a pie de calle
¿Quién diría que las flamantes tiendas de moda, que protagonizaron una auténtica revolución de sus esquemas en los años ochenta y noventa del siglo pasado, están necesitadas de otra vuelta de tuerca? Pero así es. Los profesionales y expertos de esta industria coinciden en que el sector está ante un nuevo momento de cambio, y será drástico. Muy superior al del pasado. La tienda de moda ya no tiene estos días el atractivo de hace años. Los compradores le han empezado a dar la espalda y espacian sus visitas.
Todos los estudios indican que las ventas y rentabilidad por metro cuadrado están cayendo en Europa y Norteamérica (pero no en Asia). Por ejemplo, en Francia han descendido el 14% en los últimos seis años. Esto ha llevado a algunas grandes cadenas a eliminar parte de su red, lo que ha provocado incluso a que en algunos países el número de tiendas abiertas al público haya descendido.
Estas tendencias se ven claramente en España, donde el sector ni siquiera ha logrado recuperar las cifras de ventas de antes de la crisis. Los 18.097 millones de facturación del comercio minorista textil y de moda del 2017 sitúan al país a mucha distancia de los 22.460 millones de 2006. Y no mejoran. “Pese a que el año pasado solo crecimos el 0,4%, este año las ventas volvieron a caer en cinco de los seis meses de los que tenemos cifras”, revela Eduardo Zamácola, presidente de Acotex, la patronal del sector, y consejero delegado de Neck and Neck.
De hecho, una gran parte de las grandes cadenas españolas de moda están mostrando un estancamiento, e incluso reducción de sus ventas. Es el caso de Mango que, entre el 2015 y el 2017, ha pasado de 2.327 a 2.194 millones de euros; o de Desigual, que pasó de 993 a 761 millones. Solo las marcas de nicho, como Bimba y Lola o El Ganso, han logrado crecimientos de dos dígitos. La primera pasó de 115 a 180 millones en los últimos dos años y la segunda, de 70 a 81 millones. Y las grandes que crecen, como Tendam (Cortefiel) o Inditex, están obteniendo sus mayores éxitos básicamente del exterior.
Algunos expertos atribuyen esta atonía a un cierto agotamiento de la llamada fast fashion, colecciones de moda del segmento medio que han sido diseñadas según las últimas tendencias pero de manera rápida y barata. Estas tiradas ya no encandilan a los compradores tanto como hace años. También se atribuyen daños al impacto de la nueva cultura del low cost, que ha prendido en muchos países, incluido España, con precios bajo mínimos, lo que impide un incremento de las facturaciones. Esto ha hecho que solo el segmento de lujo y el bajo coste puro y duro hayan escapado de la deserción de los compradores y sigan mostrando crecimientos de dos dígitos.
Un negocio anclado
En esta huida de los compradores todos atribuyen una gran importancia a unas tiendas que ya no colman las expectativas de los usuarios. Según apunta Fernando Reguero, fundador y consejero delegado de Trucco, “una vez que los operadores hemos revisado el producto, las colecciones y los precios, ahora son las tiendas las que disponen de un mayor recorrido en la transformación”. Una metamorfosis urgente, según Zamácola, que opina que, “en tanto que la restauración, por ejemplo, ha sufrido una puesta al día espectacular con nuevos modelos comerciales, en la moda nos hemos quedado anclados”.
Parte de lo que está sucediendo, sin embargo, se debe también a la expansión del canal online. Pese a que en España, esas ventas suponen aún solo el 6% o 7% del total, ha sido suficiente para canibalizar la actividad de las tiendas físicas y reducir el número de visitas. Las ventas en Internet son especialmente importantes para cadenas como Inditex, donde crecieron el 41% el año pasado y significan ya el 10% de la facturación total. O en Adolfo Domínguez, “con un crecimiento del 22% el año pasado”, según asegura su director de Operaciones, Antonio Puente.
Algunos expertos sugieren que la compra por Internet se ha sofisticado de tal modo que ahora resulta más placentera y cómoda que a través de las tiendas a pie de calle. Eso ejerce una presión mayor sobre el canal tradicional, algo que reconocen en Mango cuando señalan que “el sector ha tenido que reajustarse para mejorar en la experiencia de compra de los consumidores”. Un cambio que dista de haber sido profundo, al menos de momento. Según Txema Mirón, consultor experto en moda, el canal digital “ha llevado a que las tiendas físicas se hayan quedado anticuadas y sean tremendamente aburridas”. En su opinión, “ya no es de recibo que entremos en una tienda y que ésta utilice los mismos elementos que hace 10 años. Un maniquí colgado, o un bolso en una estantería no es creativo, y a los clientes nos aburre”.
Las empresas empiezan a ser conscientes de la necesidad de transformar sus tiendas. Inditex ha invertido en los últimos cinco años más de 1.500 millones de euros en nuevos desarrollos orientados al cliente y ha transformado el 80% de su superficie comercial “para incorporar la tecnología de última generación y adaptarla al nuevo modelo” aseguran. No ha sido la única. Desigual, Mango, Tendam, y otras están empeñadas en procesos similares. “Nuestro objetivo es convertirnos en una empresa centrada en el consumidor”, señalan de Desigual.
Y el maná está en la “omnicanalidad”, en unificar los mundos físico y digital, de modo que los clientes utilicen los dos canales, indistintamente, para una misma o distintas compras. En esta línea, todas las cadenas están buscando que los clientes se decanten, no por recibir el producto elegido online en casa, sino acudiendo a la tienda. El objetivo es mantener la afluencia de visitantes, y potenciar las posibles compras adicionales por impulso.
En los últimos dos o tres años todas las cadenas españolas, incluidas las pequeñas, han puesto en marcha los llamados sistemas de click & collect mediante los cuales el cliente adquiere los productos en la red y los recoge en el local. Las que más han refinado este método son El Corte Inglés, que lo tiene desde el 2014 y bate récords en cuanto a rapidez de entrega (en menos de dos horas tras la compra) e Inditex. El grupo gallego ofrece un sistema automatizado en varias de sus tiendas en todo el mundo. La más destacada es la de Zara en Stratford (Londres), capaz de manejar hasta 2.400 órdenes simultáneamente. “Detrás del punto de recogida, un brazo robótico organiza los paquetes de manera óptima según su tamaño y recoge y entrega pedidos para que los clientes los reciban en cuestión de segundos”, explica la compañía. En aras de esta omnicanalidad algunas cadenas han puesto en marcha iniciativas que tratan de emular la experiencia de compra por Internet en la tienda física.
Las tecnologías de última generación como el big data, la realidad virtual, la realidad aumentada, el RFID (identificación por radiofrecuencia) o el pago por móvil están siendo masivamente implantadas por las cadenas españolas para eliminar colas, facilitar la elección de prendas, aumentar el surtido disponible y hacer, en definitiva, más cómoda la experiencia de compra. En algunas tiendas de Inditex han instalado espejos interactivos equipados con RFID, que detectan las prendas y permiten al cliente comprobar cómo quedan sin necesidad de probarlas.
En Mango, explica un portavoz de la cadena, tienen “probadores digitales, que consisten en una pantalla táctil instalada en el espejo, que ofrece al cliente la posibilidad de consultar información acerca de las prendas y, por otro lado, sirve para contactar con el personal de la tienda y realizar peticiones de prendas sin tener que salir del probador”.
Todos estos cambios están suponiendo, por supuesto, fuertes inversiones. Pese a ello, los gurús del sector no se muestran impresionados por estas iniciativas, que ven limitadas, ya que creen que no están cambiando la naturaleza del negocio ni de los locales. Txema Mirón cree que se imponen cambios más drásticos. “Si hablamos de tiendas físicas la tendencia en marcha en todo el mundo consiste en crear espacios experienciales, en donde sucedan cosas”, explica.
Se ha producido un cambio dramático en la psicología de los consumidores. Estos ya no solo quieren consumir, comprar cosas, sino que quieren vivir experiencias, lo que exige transformar los actuales locales, especialmente los buques insignia de las marcas o flagships en lugares para soñar (dreamplaces). En El Corte Inglés parecen abonados a la tendencia y apuntan que “los centros comerciales están convirtiéndose cada vez más en núcleos de experiencias que son un imán de turistas nacionales e internacionales, con espacios gastronómicos y lugares de encuentro con conceptos rupturistas”.
España va despacio
Lo que más sorprende de todo este movimiento es que en España tiene pies de plomo y las empresas solo hacen tímidos cambios. Es posible que se deba al miedo a tener que reorientar toda una red de tiendas. Y también a que la transformación drástica de estos locales supondría inversiones tan fuertes que en su actual estado financiero y comercial muchas de estas empresas no lo podrían soportar. Otra razón aducida por los expertos es que quizá las empresas estén esperando a que sus rivales se equivoquen (o acierten), para ponerse en marcha. Lo que es innegable es que casi todas han iniciado estos últimos años procesos de renovación. Una de las más dispuestas ha sido Inditex, que en los últimos seis años ha transformado el 80% de su superficie comercial, con 2.994 nuevas aperturas, 2.148 reformas y ampliaciones y 1.046 absorciones (cierres) de unidades más antiguas.
Lo mismo ha hecho Tendam que, según señalan en la compañía, “ya efectuó un saneamiento y reordenación de la red de tiendas entre el 2016 y principios del 2017”. Desigual, que prevé invertir 130 millones en un plan de renovación, modernizará 50 de sus locales este año. También Adolfo Domínguez está reformulando sus flagships de Madrid y Barcelona.
Pese a estos procesos de modernización muy pocas han avanzado con decisión en el llamado marketing experiencial u otras iniciativas que están siendo abordadas en Europa y EE UU. Aquí, de momento, la tendencia va en sentido contrario. “La gran mayoría de las cadenas está optando por un formato de tiendas de gran superficie para poder enseñarle al cliente el 100% de lo que ve online”, señalan en Mango. Ninguna parece interesada en experimentar con una showroom sin existencias, pese a que empiezan a surgir ensayos de este tipo a los dos lados del Atlántico. Una de las excepciones es la cadena de moda infantil Neck & Neck, que va a abrir un showroom sin stocks en su tienda de Majadahonda (Madrid). El Paracaidista, un centro comercial multimarca, en el barrio madrileño de Malasaña, también se está especializando en la oferta de productos sin existencias o con mercancía limitada, que hay que recibir en casa o recoger más tarde.
Al contrario de una tienda clásica, estos showrooms no tienen existencias para vender, solo muestras para probar. Para Eduardo Zamácola, “la ventaja es que, al no tener que disponer de tantas existencias, con colores y tamaños distintos, puedes ofrecer muchísimo más surtido a los clientes”. Estos pueden pasarse un buen rato probando prendas, que luego pueden recibir en su casa, ese mismo día o al siguiente, como ocurre con las compras online. “Es ideal para zonas de ocio, donde la gente va de paseo y no quiere ir cargada con bolsas”, apunta el empresario.
Otra tendencia en marcha es la de la llamada customización. El cliente llega a la tienda, encuentra algo que le gusta y se le adapta la prenda. En esta línea tampoco ha avanzado mucho en España, con la excepción de El Corte Inglés. “Estamos realizando numerosas acciones de personalización o customización de prendas de moda de la mano de muchas de las principales marcas”, asegura un portavoz de los grandes almacenes. En sus centros se confeccionan prendas personalizas en tela vaquera (denim) con marcas como Pepe Jeans o Levi’s; Maje, en mujer; Michael Kors (bolsos), y también con distintas firmas de accesorios. Las tiendas están dotadas con las máquinas y la técnica necesaria para aplicar tintes, impresiones, tachuelas o pins, a las prendas denim, ya sean camisetas, bolsos… una tendencia que está muy de moda entre el público millennial. Trucco tiene planes en este terreno. “Queremos ofrecer a nuestros clientes la opción de personalizar algunos modelos de las colecciones con cambios en los coloridos de los estampados y fantasías, principalmente”, explica Reguero.
Entre las cadenas estrictamente de moda, la que va más avanzada en España, de nuevo, es Inditex. El grupo introdujo el pasado mes de abril la primera experiencia de realidad aumentada. Cada una de sus cadenas está abordando iniciativas específicas. Por ejemplo, en materia de colaboración con marcas o personalidades (una tendencia al alza), Pull & Bear mantiene un acuerdo con el seis veces campeón del mundo de motociclismo Marc Márquez, quien ha diseñado sus primeras colecciones con los equipos creativos internos de la cadena de moda juvenil.
Moda y música
En esta misma línea de colaboración y colecciones pequeñas y exclusivas, Bershka firmó un acuerdo con el rapero italiano Fedez para el lanzamiento de las prendas Misunderstood, “con aires de los años 90, con prendas coloristas y deportivas, inspiradas en el mundo del tatuaje”, dicen en Inditex. Esta misma cadena ha lanzado dos proyectos singulares de tienda pop-up (que se caracterizan por ser efímeras, abren durante muy poco tiempo). El pasado octubre inauguraron una en el Soho de Nueva York como apoyo al lanzamiento de la tienda online en Estados Unidos. Bershka estrenó en Roma otra tienda temporal de 2.360 metros cuadrados que se convertía, además, en su primera de la capital italiana.
Las demás cadenas españolas se limitan a trabajar en la venta omnicanal y al despliegue de tecnologías para facilitar la compra y el pago. Esta estrategia cautelosa es puesta en cuestión por los expertos. “Si Inditex acabó convirtiéndose en lo que es fue porque lideró un proceso de transformación de la industria, luego seguido por todos”.
Tendencias para diseñar el futuro
La diversidad de iniciativas que están desplegando las grandes cadenas y marcas de moda para recuperar una fuerte afluencia de visitantes es muy amplia.
Zapatillas únicas. La tienda flagship de Nike en Nueva York va a destinar una planta específica, la quinta, para sus clientes Nike+ en la que estos tendrán acceso a líneas de productos exclusivos y acceso a consultores expertos. La empresa, en su The Nike By You Studio de Nueva York, ha iniciado un experimento por el cual los clientes pueden personalizar totalmente sus zapatillas en menos de 90 minutos, no solo en materia de color, sino también con un diseño único. El sistema ha sido bautizado como Nike Makers' Experience.
Experiencia nacional. En España, Adolfo Domínguez tiene algo similar: "Nuestros clientes experience pueden conocer las colecciones a puerta cerrada de la mano del personal de las tiendas y disfrutar de promociones especiales", comenta su director de Operaciones Antonio Puente.
3D. Adidas ha sumado fuerzas con Carbon, una tecnología que está cambiando la manera de usar las impresoras 3D, que permitirá a los clientes personalizar totalmente las zapatillas de alto rendimiento, las Futurecraft 4D sneaker.
Locales nuevos. Nordstrom, una cadena de moda estadounidense cuyas tiendas suelen tener más de 5.000 metros cuadrados, ha puesto en marcha un nuevo concepto, Nordstrom Local, un espacio mucho más pequeño que incluye un café bar. La misma cadena subalquila a los vendedores online una parte del espacio para que lo utilicen como showroom de sus productos y para 'click & collect' de sus clientes.
De lujo. Givenchi ha iniciado una línea de pases de modelos, llamada FROW, en algunas de sus tiendas, a los que asisten periodistas y celebridades, pero también están abiertos al público en general.
Tienda mutante. En el barrio de Chelsea, en Nueva York, Story es una concept store que cambia totalmente su oferta de productos cada seis semanas mediante propuestas temáticas como las bautizadas como "la casa de vacaciones", "trabajar en casa", "amor" o para productos hechos en América.
Sin 'stock'. MM.Lafleur, un sitio de Internet, ha desarrollado una línea de tiendas sin existencias, pero con gran parte del surtido que tienen online.
Con tabletas. Burberry ha equipado todas sus tiendas con iPads para que los clientes puedan encargar prendas no disponibles en el local. Hacen lo mismo varias cadenas españolas como Trucco, Desigual o Mango.
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