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Los fondos se visten con la moda española

El dinero de los inversores es una tabla de salvación para los diseñadores españoles

Luis Tinoco

Un auténtico terremoto sacude la industria de la moda en el mundo: los diseñadores y empresarios que controlaban hasta hace poco este sector están cediendo sus sillones de mando a los financieros de los fondos de inversión o de capital riesgo. Ahora mismo, buena parte de las marcas más legendarias han pasado ya de las manos de sus fundadores, diseñadores o industriales a especialistas en retornos de capital; un movimiento que se ha intensificado en el último año y que, de momento, se antoja imparable. Tanto, que se prevé que en unos años apenas queden marcas independientes. En España, al margen de Inditex, Mango y Adolfo Domínguez, ya son pocas las empresas ajenas a esta vorágine o con capacidad para resistirse. De las 14 primeras firmas del sector español, 10 ya pertenecen total o parcialmente a estos fondos de inversión.

El país se ha convertido en una auténtica meca para los ejecutivos de estos capitales en busca de oportunidades rentables. "Estamos viviendo el momento en el que, históricamente, se han concentrado más operaciones de este tipo en España", apunta José María Muñoz, socio de MCH Private Equity. Desde 2014 hasta el año pasado, las grandes operaciones de inversión en la industria de la moda han ido creciendo, pasando de dos a cinco anuales.

Una buena parte de las empresas adquiridas han pasado íntegra o mayoritariamente a estar bajo el control de estos fondos. Son, por ejemplo, los casos de Pronovias, vendida en su totalidad a BC Partners; de Pepe Jeans, cedida también al 100% a los fondos M1 y L Capital Asia (LVMH), de las cadenas Tuc Tuc (ropa infantil) y TCN, vendidas a Endurance, o de Amichi, traspasada en su mayoría a Black Toro... Otras adquisiciones han sido parciales, manteniendo los fundadores el control sobre la compañía. Así ha sido el caso de Jenealogía, una empresa de equipos para la industria del vaquero cuyos propietarios cedieron el 35% a MCH, o de El Ganso, en el que L Capital se hizo con un 49%. También STL Loina (Carolina Herrera y Purificación García), Tous o Desigual dieron entrada minoritaria a los fondos; 25% las dos primeras y el 10% la tercera.

Negociaciones abiertas

Todo indica que la tendencia se intensificará. Hay muchos fundadores y propietarios de empresas del sector que se lo están pensando e incluso que ya se han puesto manos a la obra para negociar con los fondos. Es el caso de Trucco o de la gallega Bimba y Lola, las sobrinas de Adolfo Domínguez. Las dos hermanas fundadoras, María y Uxía Domínguez, se plantean vender hasta el 70% de la compañía por unos 300 millones de euros. Entre los interesados están CVC Capital y Pai Partners. Las hermanas Domínguez se han resistido durante mucho tiempo a vender, pero si algo caracteriza a los ejecutivos del capital riesgo es que son muy insistentes y pueden ser muy persuasivos. El fondo francés L Capital, que durante años estuvo llamando a las puertas de Bimba y Lola, acabó finalmente entrando en el capital de El Ganso.

La presión de los financieros sobre los fundadores de estas empresas ha ido a más —lo mismo que los precios ofrecidos— debido a la cada vez menor disponibilidad de empresas atractivas para comprar, es decir, con una facturación de al menos 80 millones, una buena marca y equipo de gestión, y que estén parcialmente internacionalizadas. La situación ha llegado a tales extremos que ahora mismo podría decirse que hay más fondos a la caza que posibles objetivos.

Por lo que respecta a las razones de los vendedores, estos se desprenden de sus empresas básicamente por cuatro motivos; porque sufren problemas financieros, no tienen sucesores, buscan apoyo financiero y estratégico para poder crecer, o simplemente quieren hacer caja. Este es precisamente el caso de Tous, donde la aportación financiera del fondo fue a parar a la familia propietaria. Entre los que han tenido problemas de caja (agravados porque 2016 fue un mal año para el sector) habría que destacar a casos como los de Merkal y Marypaz o Amichi. Vivarte, un conglomerado francés, decidió vender la totalidad de Merkal (zapaterías) a OpCapita por 70 millones de euros debido a la fuerte deuda que arrastraba, y que le impedía gestionar la empresa española.

Usuarios acostumbrados a pagar poco

A las empresas españolas del sector de la moda el fuerte interés del capital riesgo les ha venido bien porque el mercado doméstico no está para fiestas. El sector textil, que parecía haber visto la luz al final del túnel durante 2014 y 2015, volvió a caer en facturación en 2016 (un 2,2%), según el barómetro de Acotex. Y pese a que en el año que acaba de terminar volvió a crecer (2,7%), tampoco se puede hablar de gran despegue.

Si se miran las cifras de ventas de las principales firmas, han avanzado a paso firme El Ganso, Bimba y Lola, Tous, STL Lonia e Inditex. Otras como Cortefiel (con un 3,1% más), Mayoral (3,3%), o Adolfo Domínguez (3,8%) han avanzado más modestamente. Y luego están las que han caído; Mango, con un 2,8% menos; Desigual, con un 13,3% de retroceso y Pepe Jeans, con un 4,9%.

¿Qué ha pasado? Que el mercado español de la moda sigue sin reactivarse al completo, al menos en valor. "Pese a que las ventas se han venido recuperando en los últimos años (excepto en 2016), el negocio está aún lejos de las cifras habituales en 2007", reconoce Marcos Álvarez, de XXXX. Ahora mismo, los españoles gastan en vestuario un 17,5% menos que en el 2009, 450 euros frente a los 545 de hace nueve años, según datos del estudio 'El sector textil y el gasto en prendas de vestir en 2017' de EAE Business School. Lo que no quiere decir que la gente haya dejado de comprar ropa, sino que esta se ha abaratado tanto que no hay manera de subir el 'ticket' medio por cliente.

La crisis en España fue tan fuerte que los españoles se apuntaron al 'low cost' sin dudarlo. "La liberalización de las rebajas, que ya viene de lejos, ha provocado que los clientes solo quieran comprar cuando hay descuentos agresivos" apunta Ángel Asensio, presidente de Fedecon, la patronal de la industria de confección. Y ahora que la economía empieza a recuperarse, no parecen dispuestos a pagar más de lo habitual en Primark, H&M o Zara por una camisa o una falda. Los jóvenes y 'millennials' son especialmente sensibles a la cuestión del precio ya que, debido a unos sueldos bastante raquíticos, deben sacrificar parte de su consumo en ropa para poder pagar sus gastos de vivienda, ocio o viajes, que figuran cada vez más en un primer plano.

¿La consecuencia? Que entre 2011 y 2014, según Acotex, la franja de bajo coste aumentó su cuota de mercado del 7,3% al 12,2%. Esto es letal ya que, según Asensio, "el 'low cost' destruye los márgenes y las empresas dejan de invertir. Además, a precios de bajo coste los sueldos acaban siendo también 'low cost': no pueden subir". Otro factor preocupante es que, pese a que el consumo está subiendo, "el nivel adquisitivo de la clase media española aún no se ha recuperado" apunta Eduardo Ruiz-Romeo, director de Programas de Dirección de Retail de IE Business School. "Y así es difícil vender más y subir precios". Pese a todo, el sector goza de buena salud en España y más si sale al exterior, como para aguantar hasta recuperar altos niveles de ventas y rentabilidad.

También Black Toro, un fondo especializado en la compra de empresas en dificultades, rescató a Marypaz (otra cadena de zapaterías) de un concurso con la compra del 100% de las acciones. Otra empresa con problemas financieros adquirida mayoritariamente por Black Toro fue Amichi. Comentando estas operaciones, Ignacio Foncillas, socio de Black Toro y responsable de las inversiones en Marypaz y Amichi, explica que la razón por la que se decantaron por estas dos empresas, pese a sus problemas, es que "se trataba de compañías líderes en el sector del calzado y de la moda, con un modelo de negocio viable y probado y un equipo directivo sólido, pero que sufrieron una ralentización en su crecimiento por necesidades financieras".

En el grupo también se podría incluir, con matices, a TCN (moda) y Tuc Tuc (ropa infantil), adquiridas por Endurance, o a Cortefiel, que protagonizó quizá la mayor operación del año, 1.000 millones de euros, con la compra por parte de CVC y Pai Partners (accionistas de la empresa) del paquete de acciones que mantenía el fondo Permira.

Un caso atípico fue el de Pronovias, la líder española de moda nupcial y una de las mayores del mundo en su industria. Su fundador, Alberto Palatchi (68 años), no tuvo más remedio que vender: no tenía sucesores, ni familiares ni ajenos. Sus tres hijos no pudieron o no quisieron seguir la estela de su padre. Cierto que Palatchi podría haber seguido el ejemplo de Amancio Ortega, que entregó la presidencia de Inditex a un profesional ajeno a la familia como Pablo Isla, pero si no lo hizo fue probablemente porque le resultaba más fácil, seguro y rentable vender la compañía.

Habría que subrayar, sin embargo, que la mayor parte de las operaciones llevadas a cabo en España han sido sobre empresas solventes pero que lo tenían difícil para crecer sin apoyo externo financiero y de gestión. Teniendo en cuenta que el mercado español es pequeño, sigue sin recuperarse totalmente de la última crisis y es excesivamente competitivo, las marcas nacidas en los últimos 10 o 15 años, por muy exitosas que sean, no tienen más solución que buscar un socio para crecer y más aún para salir al exterior. "La empresa española es muy eficiente e innovadora, pero en general le falta tamaño para ser competitiva", certifica Daniel Galván, director de GBS Finanzas.

Inditex, con 23.300 millones de ventas, no ha sido igualada por nadie. Mango, creada unos años después, factura 2.260 millones; y Cortefiel, la veterana del sector, solo 1.130 millones. Luego viene Desigual, con 860 millones, 27 veces menos que la líder. Las demás son pymes. STL (Carolina Herrera y Purificación García) está en los 330 millones, Bimba y Lola en los 152, El Ganso en los 82... Es imprescindible, pues, que ganen tamaño.

Crecer en el exterior sale caro. "La apertura de nuevas tiendas en las principales calles comerciales de las grandes ciudades", dice Marcel Planellas, del departamento de Estrategia de ESADE, "necesita importantes inversiones, desde el alquiler hasta la decoración, pasando por el personal y los stocks de producto".

Esta necesidad de apoyo financiero y estratégico es lo que explica los casos de El Ganso o de Bimba y Lola, que, por otra parte, han venido creciendo a buen ritmo, el 17% la primera y el 31% la segunda, solo en 2016, pero que en algún momento podrían tener que parar su expansión por falta de oxígeno. Lo que explica que los fundadores hayan cedido apenas una parte del capital y se mantengan al frente del negocio. Algo con lo que los ejecutivos del capital riesgo están de acuerdo, ya que se trata de empresas que consideran bien gestionadas, con buenos equipos y que lo que necesitan es un empujón decidido para subir.

Claro que si los fundadores de estas marcas han decidido ceder parte de sus empresas al capital riesgo es porque estos fondos sí aportan grandes ventajas, lo que explica que esta sea una opción cada vez más buscada.

Eduardo Zamácola, presidente de Acotex, la patronal del comercio textil en España y fundador y presidente de Neck and Neck, una de las primeras cadenas de ropa infantil del país, dice que si bien siguen teniendo el 100% de la empresa, no descartan dar entrada a alguno de estos fondos "para que nos acompañen en el crecimiento. De hecho, estamos hablando con varios".

Aparte de aportar capital, y en cantidades bastante considerables, el capital riesgo ofrece a sus socios un know how experimentado en temas financieros, estratégicos y de gestión: que fue lo que alentó a los hermanos Cebrián, de El Ganso, a dar entrada a L Capital. "Lo hicimos", dice Álvaro, uno de los propietarios, "porque no iba a ser un mero socio financiero, sino que nos apoya con ideas, participa activamente en el diseño estratégico, nos anima a ser valientes y nos transmiten experiencia, decisión e ideas. Cuando entran en una marca es para hacerla grande".

El capital riesgo es decisivo para muchas empresas, y tal vez más para industrias como la de la moda. Teresa Sádaba, directora de ISEM Fashion Business School-Universidad de Navarra, opina que, "para las que atraviesan momentos económicos complejos, la compra por parte del estos fondos supone un balón de oxígeno ante los problemas financieros y les permite reestructurar lo que sea necesario". Foncillas, de Black Toro, no muestra la menor duda sobre la efectividad del capital riesgo en las empresas de moda: "Black Toro Capital ha sido parte de la recuperación de Amichi para el sector", afirma.

Frente exterior

La aportación de estas sociedades financieras en el desarrollo internacional tampoco es desdeñable. Las más potentes participan en decenas de compañías de moda en todo el mundo, lo que permite operaciones sinérgicas en el área de la exportación. Lo más importante, y quizá definitivo, es que estas sociedades de inversión han cambiado sustancialmente la perspectiva de negocio cortoplacista de hace unos años (lo que los convertía en socios impacientes e incómodos) por otra más a medio o largo plazo. "Han entendido", explica Zamácola, "que esas ventanas de salida a tres o cinco años son demasiado cortas y nuestro tipo de empresas necesita un acompañamiento mayor y el desarrollo de un proyecto apetecible". Además, porque en la moda las reconversiones tardan a veces más de 10 años.

Otras veces incluso toman más tiempo. Cuando los fondos CVC, Pai y Permira entraron en Cortefiel en 2005, su idea era culminar la reestructuración de la compañía en cinco o seis años como máximo. Trece años después siguen ahí, y sin perspectiva de salir. Y eso que, como únicos propietarios del grupo, se han implicado al 100%. En estos años han expandido su canal online; internacionalizado la empresa (el 50% de las ventas vienen del exterior), introducido nuevas líneas de negocio como la colección de mujer en Springfield, reestructurado la marca Cortefiel y mejorado la logística y la fabricación. Pero los resultados han sido regulares. Pese a la expansión, las ventas del Grupo Cortefiel entre 2013 y 2016 subieron solo el 17%. El año pasado perdió 24 millones. Añadido a esto, arrastra una fuerte deuda.

A los profesionales del sector no les sorprende el gran interés del capital de riesgo por España. "El repunte del consumo interno y el crecimiento de la economía española y de la internacional son razones de peso para estar aquí", asegura Muñoz, de MCH. La profusión de nuevas firmas necesitadas de apoyo es un argumento poderoso. "Contamos con un fuerte grupo de empresas relativamente jóvenes, como El Ganso, Scalpers o Bimba y Lola, con una situación consolidada en el comercio minorista, buena facturación y muchos puntos de venta, para las que se prevé un alto crecimiento a medio plazo", añade.

Luego está la marca España en moda, con un poderoso efecto llamada. "No olvidemos que el país cuenta con algunas de las mejores compañías del mundo en el sector, como Inditex o Mango", apunta Foncillas. España se ha hecho un hueco y un nombre como potencia dominante en el segmento medio del mercado, donde hay decenas de empresas muy innovadoras, pero castigadas por el mal estado del mercado doméstico y que no tendrán ninguna oportunidad de expandirse por el mundo como no sea con el apoyo de un fondo. Como señala Galván, de GBS, "España es una referencia exportadora de moda fast fashion y, en los tiempos que corren, tras años de crisis, se ha puesto en valor este tipo de producto". Todo esto explica que se estén pagando sumas verdaderamente asombrosas por algunas compañías, cantidades que resisten la comparación con lo abonado por empresas incluso de más fuste que las españolas. Pese a que en el sector un precio de compra atractivo no debería superar nueve veces el ratio entre el valor de la empresa y su resultado de explotación (Ebitda), algunos fondos han pagado hasta 12 veces, como fue el caso de Partners Group por la adquisición de Tous.

Los franceses de Eurazeo llegaron a valorar Desigual, cuando entraron en 2014, en 2.850 millones de euros, una millonada. Valentino, la legendaria firma italiana, fue vendida por 700 millones de euros (menos de lo que se pagó por Pepe Jeans). Y hasta Versace fue valorada en 1.050 millones cuando pasó a manos de Blackstone. Pero estos precios, según expertos del negocio, no son un capricho. "Realmente no existen muchas opciones para invertir", asegura Marcos Álvarez, un consultor de la industria de la moda que ocupó altos cargos de dirección en Cortefiel y Benetton, "y las que se presentan son lo suficientemente atractivas como para que la competencia haga que los precios se incrementen".

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