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Trump y el Brexit desvelan al sector del automóvil

La incertidumbre que generan la política comercial de EE UU y las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE ensombrecen las perspectivas de la industria

Fernando Gualdoni
Planta de General Motors en Oshawa (Canadá)
Planta de General Motors en Oshawa (Canadá) ERNEST DOROSZUK (QMI)

El potencial aumento de aranceles en EEUU a los vehículos importados y la falta de certezas en als negociaciones del Reino Unido en su proceso de salida de la UE tienen de cabeza a la industria del automóvil estadounidense, europea y japonesa. Todos, excepto los fabricantes chinos, mucho más centrados en los mercados emergentes, van a sufrir duros varapalos tanto si aumenta el proteccionismo en EEUU como si el Brexit acaba siendo un duro divorcio. Diferentes informes y declaraciones aparecidas en esta pasada semana dan cuenta de la crisis que afronatrá el sector automovilístico si se impone un arancel del 25% a los coches que entren al mercado estadounidense o si se pierden de golpe y porrazo las ventajas del mercado único europeo para las marcas que fabrican en Reino Unido.

GM sale más tocada que Ford porque produce más coches y de más valor en México

Los aranceles que Trump pretende imponer van a afectar negativamente a todos los operadores del automóvil, desde los fabricantes de coches, componentes, concesionarios y transportistas, según un reciente informe de Moody’s. En cuanto a los dos grandes productores, General Motors (GM) y Ford, el primero será el más perjudicado porque depende mucho más de las importaciones de Canadá y México. El 30% de los vehículos que vende GM procede de estos dos países socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En el caso de Ford la exposición es un tanto menor, un 20%. También por tipo de vehículo el problema es mayor para GM, porque lo que importa son camionetas y todoterrenos cuyo volumen de ventas es mayor y dejan mayor margen. En cambio, Ford solo importa berlinas, un segmento que tiende a la baja. Para los expertos de Moody’s, de afianzarse la política de aranceles, ambas marcas probablemente se verán obligadas a trasladar parte de su producción a EEUU y a subsidiar las ventas para no tener que trasladar el coste de los aranceles al precio final del consumidor.

A pesar de las presiones del presidente Trump, GM anunció recientemente que fabricará el resucitado modelo Blazer en México. El SUV, que se había dejado de producir en 2005, estará disponible en EEUU a principios del próximo año. La marca tiene cuatro plantas en territorio mexicano en las que, además de ensamblar vehículos, produce componentes como motores y transmisiones. Respecto a los componentes, Moody’s advierte que los proveedores tendrán que hacer un enorme esfuerzo para mantener los costes bajos ya que esto se logra muchas veces a través de múltiples operaciones transfronterizas, lo que conlleva el pago de varios aranceles. Para muchas empresas el eviatar estos costes las llevría a interrumpir la cadena de suministro, al menos por un tiempo. Solo las grandes compañías con a amplia gama de productos, exclusividad en ciertas piezas y significativas cuotas de mercado, lográn capear la crisis.

La patronal británica del motor avisa de la caída de la inversión en lo que va de año

En cuento a los fabricantes de automóviles europeos, los más perjudicados por el proteccionismo serán los que no tengan ninguna planta de producción en EEUU, como Jaguar Land Rover. Volvo no produce aún en EEUU, pero prevé empezar a hacerlo este año. Daimler, BMW y Volkswagen importan más de la mitad de los vehículos que venden en el mercado estadounidense, pero estas importaciones no suponen un gran volumen en las ventas totales de estas marcas alemanas. Fiat Chrysler Automobiles ya produce aproximadamente la mitad de sus vehículos en EEUU, pero por los que importa dejaría de ingresar más de 700 millones al año. Las marcas premium de estos fabricantes, como Porsche, Maserati u otras, tendrán más margen para repercutir al menos parte del coste arancelario a sus clientes, menos sensibles a los incrementos de precios. Los fabricantes japoneses, por su parte, tendrán que ajustar significativamente la producción. Las importaciones desde Japón suponen una parte importante de la oferta para el mercado estadounidense: alrededor del 22% para Toyota y 31% para Nissan. A Honda la situación le afectará bastante menos.

Ansiedad por Londres

Pero la industria mira con preocupación tanto el auge proteccionista en EEUU como el proceso del Brexit, que está generando bastante incertidumbre. Esta misma semana, la Sociedad de Fabricantes y Concesionarios de Automóviles (SMMT) británica reclamó un acuerdo entre Londres y Bruselas que, como mínimo, mantenga la unión aduanera. La asociación advirtió que la incertidumbre está desincentivando la inversión en un sector que directa e indirectamente generó en 2017 el 10% del PIB británico, unos 228.000 millones de euros, y que da empleo, en todo su conjunto, a 856.000 personas.

Parte de estos beneficios han sido generados por las inversiones ya planificadas en años anteriores al Brexit, algo que ya ha comenzado a deteriorarse en lo que va de 2018. Tanto la producción como las ventas de vehículos han caído en los primeros seis meses en Reino Unido. La SMMT ya ha advertido que el sector ya ha anunciado recortes de empleos y que la inversión en nuevos modelos, equipamiento e instalaciones se ha estancado hasta los 392 millones, casi la mitad de la suma anunciada en el mismo periodo del año pasado. Nissan y Toyota de momento abogan por seguir produciendo en Reino Unido mientras que la prensa británica ha alertado de que Honda, BMW y Vauxhall (PSA) sopesaban reducir o poner fin a sus operaciones si se demoran los acuerdos o se pierden todas las ventajas del libre comercio con la UE.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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