Algo erróneo en el modo en que vivimos
Situación general económica después de la Gran Recesión: en estos momentos España produce más bienes y servicios que antes de la crisis, las empresas ganan 36.000 millones de euros más, los salarios reales han caído un 7% y los salarios más bajos se han reducido un 22%. Las cifras las acaba de aportar el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, en un reciente encuentro sindical. Las tendencias las comparte la mayor parte de los organismos y economistas que se dedican a medir la coyuntura: de la última década sale nuestro país con una estructura económica y social más desequilibrada.
Escribió el historiador Tony Judt: “Hay algo profundamente erróneo en la forma en la que vivimos hoy (…) Gran parte de lo que hoy nos parece natural proviene de la década de los ochenta” [revolución conservadora] (Algo va mal, editorial Taurus). Se refiere a las crecientes diferencias entre ricos y pobres, a la obsesión por la creación de riqueza, a la admiración acrítica por los mercados no regulados, a la aparición de colectivos como el precariado o los trabajadores pobres, etcétera. La corrección de estos desequilibrios debería aparecer cada año en los Presupuestos Generales del Estado, que definen por su naturaleza el proyecto de país de quien los presenta y de quienes los defienden.
La oposición política (PSOE y Podemos) ha presentado este año documentos alternativos muy interesantes al proyecto de Presupuestos del PP. A la pregunta de cómo se reparten los beneficios del crecimiento, opinan que esos presupuestos están alejados del bien común porque después de que se socializaran las pérdidas durante el periodo de la crisis económica, ahora se privatizan las ganancias y no llegarán a la mayoría. Unos y otros comparten la idea de que la recuperación ha traído a España un modelo económico nuevo: el crecimiento económico y la renta de la mayoría de los ciudadanos ya no progresan juntos. A pesar de que el Producto Interior Bruto (PIB) ha alcanzado los niveles previos a la crisis, se tiene un gasto público y una inversión pública que no se han recuperado de los recortes. El techo de gasto ha permanecido prácticamente congelado durante los últimos años, a un nivel inferior al de antes de las dificultades: al ritmo de crecimiento que plantean los Presupuestos 2018 se necesitarían 40 años para recuperar el nivel de techo de gasto previo a la crisis. Un Estado de Bienestar que se va encogiendo y alejándose progresivamente de los niveles europeos en cuanto a los servicios públicos fundamentales, un Estado low cost más cerca de países como Bulgaria o Rumanía, y en nada comparable con la media de los socios europeos (“la sociedad del 38%”). Según datos de Eurostat, tan sólo el 20% de la población con más renta ha experimentado ganancias significativas desde los años 2007 y 2008, y particularmente el 10% de las rentas más altas.
También reflexionaba el gran Tony Judt sobre esto: por qué nos hemos apresurado tanto en derribar los diques que tan laboriosamente levantaron nuestros predecesores. ¿Tan seguros estamos de que no se avecinan nuevas inundaciones?
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