Mutación aeronáutica
La expansión del negocio aéreo necesita de un orden económico global libre de tensiones
No son pocos los desafíos que tiene ante si el sector aeronáutico. A medida que se ha popularizado el transporte aéreo, también lo han hecho algunos de los imperativos tradicionales que tenía ante sí un sector económicamente tan trascendente, situado en el centro de las transformaciones que están teniendo lugar en la economía mundial. La sostenibilidad, es decir, la reducción de las emisiones contaminantes de esa forma de transporte, la comodidad de los viajeros, la reducción de los tiempos de desplazamiento, la utilización de tecnologías que garanticen la conectividad, son algunas de ellos que las compañías productoras de aeronaves han de satisfacer. Han de hacerlo con una estrecha vinculación a las compañías de transporte de pasajeros y de mercancías. Y todo ello, en un entorno competitivo hasta ahora intenso y con amenazas de proteccionismo y guerra comercial que sobrevuelan en las dos economías más importantes, EE UU y China.
La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) estima que ese tipo de desplazamientos crecerán a un ritmo del 3,9% anual en los próximos 20 años. Los datos recientes de demanda mundial de transporte aéreo suministrados por esa asociación revelan repuntes en febrero en prácticamente todas las modalidades. La solidez del crecimiento económico, la confianza empresarial, y el mantenimiento de tarifas competitivas han sido elementos esenciales en la explicación de ese crecimiento de la demanda. Para seguir satisfaciendo esa expansión de la demanda será necesario producir más aeronaves y hacerlo mejor. Se ha estimado que las aerolíneas de todo el mundo necesitarán 41.030 aviones en las dos próximas décadas, la mitad para sustituir modelos antiguos. Los dos grandes productores, la europea Airbus y la estadounidense Boeing, y algunos otros de menor entidad, seguirán manteniendo una rivalidad intensa por adecuar las nuevas producciones a las nuevas exigencias.
La industria está siendo capaz de superar retos hasta hace poco considerados insalvables, como el de la distancia, cubriendo trayectos como el existente entre Australia y Reino Unido en tiempos sin precedentes. Nuevas generaciones de aeronaves tratan de superar esos obstáculos tradicionales al tiempo que tratan de afrontar otros sobrevenidos, como los asociados a la eficiencia. Desde luego, a la derivada de esos aumentos de demanda y a la pugna competitiva por pasajeros de bajo coste, a la generación de economías de escala necesarias para cubrir las elevadas inversiones iniciales y las dotaciones suficientes que no conviertan en torturas los desplazamientos.
El sector, en estrecha complicidad con las nuevas innovaciones tecnológicas, esta reinventando las formas de construcción, la naturaleza de los materiales, las de operar el transporte de pasajeros y mercancías y las de uso de combustible. Es en este ultimo punto donde cabe esperar cambios más esperanzadores, a través de un mayor uso de la electricidad, necesario para reducir el aumento de las emisiones contaminantes derivado de la mayor demanda de transporte.
La adecuación de la oferta a la demanda, además de disposición inversora por las compañías, requerirá un entorno geopolítico propicio. Aquel que siga garantizando la demanda de desplazamientos, muy sensible a la inestabilidad y, no menos importante, la ausencia de tensiones comerciales, especialmente entre las economías protagonista en este sector por el lado de la oferta y la demanda: EE UU, China y la UE. De la corrección de algunas decisiones adoptadas por la nueva presencia estadounidense y de su inquietante retórica proteccionista dependerá que el comportamiento del transporte aéreo siga siendo un indicador relevante de la extensión de la prosperidad global.
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