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George Peabody, el padre de la filantropía moderna para la educación y los pobres

Una de las figuras mundiales del siglo XIX, repartió una fortuna de 9 millones de dólares entre Estados Unidos y Gran Bretaña para favorecer el desarrollo y la investigación

George Peabody (1795 - 1869).
George Peabody (1795 - 1869).Hulton Archive (Getty Images)

Alguien a quien nunca regalan nada y se hace a sí mismo desde niño, con su sacrificio y esfuerzo, tiene más posibilidades de triunfar en la vida al saber lo que cuesta ganar el pan cada día que a quien le viene todo por herencia. Así se forja una persona exitosa, generosa y comprometida con la sociedad, a la que devuelve después lo que le ha proporcionado.

Ese fue el ‘leitmotiv’ de George Peabody, considerado el padre de la filantropía moderna por ser el primero en poner en práctica un modelo de altruismo que más tarde fue seguido por personas tan reconocidas por su riqueza como Johns Hopkins, Andrew Carnegie, John D. Rockefeller y Bill Gates.

“Nunca he olvidado y nunca puedo olvidar las grandes privaciones de mis primeros años”

“Nunca he olvidado y nunca puedo olvidar las grandes privaciones de mis primeros años”, aseguró años después Peabody, confirmando que estos factores influyeron en su posterior dedicación y casi devoción tanto al ahorro como a la filantropía.

Gracias a sus acciones en favor de la educación y las personas más necesitadas, con donaciones de importantes sumas de dinero para institutos de investigación, escuelas, bibliotecas, viviendas… se convirtió en una de las figuras mundiales más conocidas del siglo XIX. Su fama fue tal que posiblemente sea la única persona a la que le cambiaron el nombre de la ciudad de nacimiento para denominarla con su apellido, el del hijo más famoso: Peabody.

Nacido el 18 de febrero de 1795 en lo que entonces era South Danvers, Massachusetts, en el seno de una familia pobre de siete hijos, George Peabody solo pudo asistir a la escuela durante algunos años. Con 11 años entró a trabajar de aprendiz en una tienda. Allí aprendió hábitos que le servirían para el futuro: cómo tratar con las personas, llevar las cuentas, ser responsable y honesto. El aprendizaje de Peabody terminó cuando tenía 15 años, y en ese momento el joven se convirtió en un ambicioso, inteligente y precoz soñador con el propósito de buscar su fortuna.

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Peabody no descuidó su educación y visitaba con asiduidad la biblioteca, compaginándolo hasta 1812 con el trabajo como comerciante, cuando fue a servir en la Guerra Civil como voluntario. En el frente conoció a Elisha Riggs, que dos años después respaldó económicamente su proyecto mayorista de productos secos importados de Gran Bretaña Peabody, Riggs & Company. Fue su primer triunfo empresarial y ambos lograron abrir sucursales en Baltimore, Nueva York y Filadelfia.

En 1816 George Peabody se traslado a vivir a Baltimore, donde vivió durante los siguientes 20 años. Allí se convirtió en empresario y a la vez en financiero. Viajó por primera vez a Inglaterra en 1827 para comprar mercancías y negociar la venta de algodón americano y, gracias a ese viaje, abrió una sucursal de su negocio allí.

Buscaba utilizar su empresa para vender emisiones de bonos de los estados americanos y permitir de esta manera recaudar capital para sus diversos programas internos de desarrollo, principalmente infraestructuras de transporte. En 1836, George Peabody se convirtió en el presidente de Eastern Railroad, uno de los primeros ferrocarriles exitosos en Nueva Inglaterra.

Pero sus ansias de crecimiento, y como esta nueva aventura financiera también le fue bien, después de cinco viajes de negocios a Europa Peabody fijó su residencia en Londres en 1837 para el resto de su vida. Allí fundó la firma bancaria George Peabody & Company para satisfacer la creciente demanda de valores emitidos por los ferrocarriles estadounidenses.

George Peabody no descuidó sus inicios y continuó trabajando con las materias primas, pero concentró cada vez más su atención en la banca mercantil, en la que se especializó en dar financiación a los gobiernos y a las grandes empresas, convirtiendo su banco en la casa estadounidense más importante de Londres.

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Junius Spencer Morgan (padre del famoso J.P. Morgan) se convirtió en el socio de Peabody en 1854 para formar Peabody, Morgan & Co., que ambos financieros mantuvieron hasta la jubilación de Peabody en 1864. En la grave crisis de 1854, Peabody tuvo que pedir al Banco de Inglaterra un préstamo de 800.000 librasde la época para mantener a flote el banco con su crédito intacto, y lo logró pese a los esfuerzos de su competencia directa por cerrarlo.

Después de esta crisis, George Peabody comenzó a retirarse de los negocios activos y en 1864 lo hizo por completo, llevándose consigo gran parte de su capital, que ascendía al equivalente a 10 millones de dólares. Tal fue su influencia en la banca que el antiguo banco mercantil británico Morgan Grenfell (en la actualidad parte del Deutsche Bank), el banco universal internacional J.P. Morgan Chase y el banco de inversión Morgan Stanley tienen sus raíces en el banco de George Peabody.

El ahorrador George Peabody, aunque mezquino con sus empleados y parientes según quienes lo trataron, se entregó de manera generosa a las causas públicas tras su retiro laboral. En Estados Unidos su filantropía tomó la forma de iniciativas educativas, mientras que en Gran Bretaña lo hizo proporcionando vivienda para los pobres. A través de regalos y legados, Peabody destinó aproximadamente 9 millones de dólares a causas solidarias en ambos países.

En Estados Unidos George Peabody fundó y apoyó a numerosas instituciones, como el Fondo Educativo Peabody con 3,5 millones de dólares para “alentar la educación intelectual, moral e industrial de los niños indigentes de los Estados del Sur”. Pero su mayor obra de beneficencia fue para Baltimore; la ciudad en la que logró su primer éxito empresarial y financiero.

Entre sus majestuosas obras en Baltimore destaca la biblioteca George Peabody, anteriormente conocida como la biblioteca del Instituto Peabody y que hoy pertenece a la Universidad Johns Hopkins. También llevan su nombre los Premios Peabody que se entregan cada año a la excelencia de emisiones de radio o televisión en Estados Unidos desde 1941. Los Premios Peabody son considerados los más prestigiosos dentro de los ámbitos de la emisión periodística, elaboración de documentales, programas educativos, programación infantil y el entretenimiento.

En abril de 1862 George Peabody estableció el Fondo de Donación Peabody, que continúa existiendo en la actualidad como Peabody Trust, para proporcionar viviendas de una calidad decente para los “artesanos y trabajadores pobres de Londres”.

Peabody, que nunca se casó, ayudó a sufragar los gastos de la educación de su sobrino, O. C. Marsh, licenciado en Artes por la Universidad de Yale en 1860. Tal vez por ese hecho, el ya reconocido filántropo donó 150.000 libras en 1866 para establecer el Museo de Historia Natural Peabody de Yale, y ese mismo año le dio idéntica cantidad a Harvard para fundar el Museo Peabody de Arqueología y Etnología.

Su filantropía le generó todo tipo de admiradores y reconocimientos durante sus últimos años de vida. Fue elogiado por figuras europeas como William Ewart Gladstone y el autor Victor Hugo, y hasta la reina Victoria le ofreció un título de barón que Peabody rechazó, y en 1854, el explorador del Ártico Elisha Kane nombró el canal de la costa noroeste de Groenlandia Peabody Bay en honor del patrocinador de la expedición.

Fue nombrado Hombre Libre de la Ciudad de Londres por su contribución financiera a los pobres en de julio de 1862, y se convirtió en el primero de los dos únicos estadounidenses, junto a Eisenhower, en recibir este reconocimiento.

El 16 de marzo de 1867, George Peabody fue galardonado con la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos por su contribución al desarrollo a través de la educación. En esos años también recibió un doctorado honorario por la Universidad de Harvard y otro por la Universidad de Oxford.

Peabody, que padecía artritis reumatoide y gota desde varios lustros antes, murió en Londres el 4 de noviembre de 1869. Su cuerpo recibió el inusual honor de un entierro temporal en la Abadía de Westminster, para ser después trasladado, según sus deseos, a lugar de nacimiento ya rebautizado como Peabody, Massachusetts.

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