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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Capitalismo darwiniano

La clave es tener empresas con capacidad de adaptación al cambio tecnológico

José Carlos Díez
Un hombre disfrazado de Batman observa una tienda de Toys
Un hombre disfrazado de Batman observa una tienda de Toys TIMOTHY A. CLARY (AFP)

En 1948, Charles Lazarus inauguró una pequeña tienda de muebles en Washington DC y en 1957 creó Toys ‘R’ Us. Desde entonces creció y se convirtió en el líder mundial de ventas de juguetes. Durante su expansión, provocó el cierre de muchos pequeños comercios. El tamaño les permitía conseguir precios de compra más bajos y ser más eficientes en los costes, principalmente logísticos y de distribución. En sus centros había más oferta disponible para elegir y a mejor precio y, por eso, los consumidores compraban en Toys ‘R’ Us.

Pero llegó Internet, aparecieron competidores online con más oferta que ellos, más tamaño y aún más eficiencia en la logística y la distribución. Y los consumidores dejaron de ir a sus centros y comenzaron a comprar desde casa, desde el ordenador o desde cualquier lugar con el móvil. Toys ‘R’ Us ha tenido el mismo final que él mismo provocó a miles de pequeños comercios que obligó a cerrar.

Es la misma dinámica que describió Charles Darwin en 1859 en su célebre obra El Origen de las Especies. El problema es que a los seres humanos el caos y el desorden natural nos genera temor e incertidumbre e intentamos mitigar los efectos que genera sobre nuestro entorno y nuestro nivel de vida. Cuando el proceso de innovación es muy disruptivo y generalizado, acaba generando problemas sociales y políticos. Sin la revolución tecnológica no sería posible explicar el auge de los populismos, la victoria de Trump, las medidas proteccionistas que acaba de anunciar, etcétera.

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Lo opuesto al proteccionismo es el laissez faire y la doctrina liberal, que pide a la sociedad sangre sudor y lágrimas y creencia en que una vida mejor nos espera. La virtud, cómo nos enseñó Aristóteles, está en el intermezzo. La clave es tener clara que la tecnología es un medio y nunca el fin último y que las personas siempre estén en el centro de las decisiones.

Evidentemente, sin tecnología los sapiens seguramente ya habríamos desaparecido. Cuando llegaron las grandes superficies a España en los años ochenta ya sonaron las trompetas del apocalipsis del fin del empleo. Los españoles hemos aumentando un 50% el empleo desde entonces, hemos cuadruplicado nuestra renta per cápita y hemos triplicado nuestro gasto social por habitante. El cierre de Toys ‘R’ Us, si se produce en España, provocará despidos. Pero Amazon ha creado cientos de empleos en San Fernando de Henares y va a crear cientos de puestos de trabajo en Illescas, una de las zonas más afectadas por la crisis y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

La clave es tener empresas con capacidad de adaptación al cambio tecnológico y crear nuevas compañías innovadoras para que la nueva tecnología se genere en España. Vigilar la competencia para evitar la tendencia natural al oligopolio. Luchar contra la elusión fiscal de estas nuevas grandes empresas globales. Formar a los trabajadores en las nuevas habilidades que demanda la nueva realidad tecnológica. Y diseñar una red de protección para los ciudadanos que se ven perjudicados en la transición al nuevo modelo tecnológico.

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