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El aceite, a su justo precio

Deoleo, líder mundial en el sector olivarero, encabeza un plan para recuperar el valor del producto frente a la banalización y a una guerra comercial que hundió la calidad

Una trabajadora analiza una muestra de aceite en Deoleo. 
Una trabajadora analiza una muestra de aceite en Deoleo. Quim Roser

El sector del aceite de oliva, desde la perspectiva de la producción, está viviendo un momento dulce en precios con unas cotizaciones medias que han oscilado entre los 3,6 y los 3,8 euros el kilo, y todo indica que se pueden mantener en unos niveles aceptables de rentabilidad a corto y medio plazo. Las exportaciones se han incrementado más del 10% sobre la campaña anterior, hasta más de un millón de toneladas, la segunda cifra más alta desde la campaña de 2013.

Peo no es oro todo lo que reluce en el aceite de oliva. Los precios al consumo ya se han disparado hasta una media de cuatro euros el litro, lo que se ha traducido en un descenso medio en el mercado interior del 15% en beneficio del producto a base de girasol, que creció el 24%. En materia de exportaciones ha mejorado la comercialización del envasado, pero se mantienen unas ventas de graneles muy elevadas, básicamente a Italia, por encima de las 300.000 toneladas. Desde la perspectiva de los industriales, la marca blanca barata supone nada menos que el 65% de las ventas en el mercado interior y la gran distribución tiene además, casi de forma permanente, una marca barata de fabricante en oferta. En definitiva, se ha impuesto un modelo de comercialización que se considera ruinoso y, lo más grave, que se está trasladando a otros mercados del exterior donde el producto tenía una buena aceptación a precios elevados, lo que supone banalizar uno de los ejes de la dieta mediterránea.

Esta situación afecta muy especialmente al grupo Deoleo, líder mundial en el sector, con una cuota de mercado en valor del 10,4% y ventas de 173.000 toneladas (50.000 en España). El consejero delegado del grupo, el italiano Pierluigi Tosato, en el puesto desde hace solamente un año, tiene meridianamente claro que, si el sector quiere apostar por el futuro, será únicamente desde la oferta de un producto de calidad, precio y una trazabilidad rigurosa desde el campo hasta los lineales, superando la política de la gran distribución de banalizar el producto para utilizarlo como reclamo.

Datos básicos

Ventas. 700 millones de euros.

Volumen total. 173.000 toneladas

Volumen en España. 50.000 toneladas

Cuota de mercado mundial en valor, 10,4

Cuota de mercado en España 11%

Empleo directo 600 personas

Marcas. Bertolli, Carapelli, Sasso, Hojiblanca, Koipe

Endeudamiento. 548 millones

Pérdidas totales 2016. 179 millones

Ebitda en 2016. 46 millones

Principales accionistas. CVC 50,1 % Unicaja 10%, Caixabank 4,99%, Kutxta, 4,84% y Daniel Klein 2,95%.

En este objetivo, Deoleo suscribía recientemente un convenio con la organización agraria UPA para trabajar conjuntamente con intercambio de conocimiento, políticas de asesoramiento de cara a lograr el mejor producto por el que el consumidor esté dispuesto a pagar. Paralelamente a este acuerdo se negocia la firma de otro con varias almazaras cooperativas para el suministro inicial al grupo de unas 40.000 toneladas que reúnan la calidad y la trazabilidad en la que quiere basar el plan de futuro de la empresa.

El grupo Deoleo no está para tirar cohetes. En 2008 los Salazar pusieron la sociedad al borde de la desaparición con la compra de las aceiteras italianas Bertolli, Carapelli y Saxo a base de talonario, lo que supuso un endeudamiento de 1.500 millones. Hoy esa cifra se ha reducido a unos 530 millones y las mejoras de gestión no acaban con la situación de pérdidas que se repite año tras año. El máximo responsable de la aceitera es consciente de ello, pero entiende que esa es la única salida, aunque la batalla puede ser larga y con dificultades.

Puntos fuertes

Para afrontar ese plan de futuro, Tosato considera que el grupo tiene a su favor un accionariado solvente, con vocación de permanencia y recursos para soportar la travesía. Desde 2015, el accionista mayoritario es el fondo de capital riesgo CVC, que se hizo con el 50,1% por 230 millones de euros, mientras otro 20% se halla en manos de Unicaja, Caixabank y la Kutxa. El grupo defiende disponer de una posición solvente de tesorería (a junio de 2017, 23 millones de euros) y de una línea de crédito de 71 millones, así como de ejecutar una política transparente.

Las ventas de aceite de oliva suponen solo el 4,8% de todas las grasas comestibles consumidas en el mundo, 1,81 millones de toneladas frente a los 35,2 millones de aceites de semillas, pero significa el 17,9% en valor, hasta los 12.479 millones de euros. Las previsiones actuales auguran un incremento medio de la demanda en un 2,8% anual.

En consecuencia, a poco que se hagan bien las cosas, se estima que tiene un gran recorrido, sin problemas de excedentes, aunque en los próximos años se registre un incremento de las producciones en todo el mundo.

El aceite de oliva, por su calidad desde la perspectiva de la salud, la alimentación, los costes o el propio medio ambiente —al ser un cultivo leñoso permanente—, es una media de cuatro o cinco veces más caro que un aceite de semillas. Por ese motivo, las estrategias que se puedan desarrollar de forma coyuntural basadas en los precios bajos no tienen ninguna posibilidad de éxito. El consejero delegado de Deoleo lamenta y ve como un riesgo para todo el sector que la actual política de precios bajos arropada por la gran distribución en el mercado español se esté ya trasladando desde la industria a otros mercados claves como Estados Unidos y a otros países del norte de Europa o Asia, donde en los últimos años se han incrementado las ventas y existe margen de crecimiento a precios superiores. Esta batalla de precios ha supuesto para Deoleo rebajar su cuota de mercado en Estados Unidos del 19% al 15%.

Desde Deoleo se entiende que el futuro en los principales mercados pasa por la calidad y se advierte sobre la necesidad de combatir los movimientos básicamente con raíces de políticas proteccionistas por los que se trata de frenar la competencia y la entrada de los aceites españoles, como sucede hoy con la aceituna negra de mesa de Estados Unidos. En esa línea se hallan los protocolos sobre calidad que quiere imponer la Administración norteamericana en función de las características de sus aceites, una producción de solo 20.000 toneladas frente a una demanda en aumento de más de 300.000.

Estados Unidos se halla fuera del Consejo Oleícola Internacional, por lo que no tiene la obligación de cumplir las normas sobre calidades de este organismo. Sus responsables han sido incapaces de convencer a la Administración norteamericana sobre la necesidad de su integración en el mismo. Esta política también la está siguiendo Australia. Otros países sudamericanos, por su parte, han planteado en diferentes ocasiones la aplicación de aranceles en defensa de sus incipientes producciones.

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