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El bitcoin se desangra porque se le acumulan los problemas

La divisa digital, cuyo valor ha caído el 60% en dos meses, se ve acosada por la presión regulatoria y de entidades financieras

Luis Doncel

Si 2017 sorprendió como el año del boom de las criptomonedas, 2018 amenaza con explotar la burbuja. El bitcoin, la moneda en la que muy pocos creían hace un año y que en los últimos tiempos generó expectativas desmedidas, ha perdido en solo dos meses un 65% de su cotización: de los casi 20.000 dólares de diciembre al entorno de 7.000 en el que se movía el lunes. Entre otros problemas, el bitcoin se ve acosado por la presión regulatoria y de la banca.

Publicidad de bitcoin en una tienda de Tokio, Japón.
Publicidad de bitcoin en una tienda de Tokio, Japón. Koji Sasahara (AP)

Los enamorados del bitcoin insisten en que la clave de la criptorrevoluciónno radica en la cotización de las divisas digitales: no era lo importante cuando tocaba máximos ni lo es ahora que acumula pérdidas semana tras semana, arguyen. Pero aparte de los valores en rojo, al bitcoin se le acumulan otros nubarrones. Estos son algunos de los más importantes.

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Las autoridades aprietan. Cada día, al bitcoin le salen nuevos —y poderosos— enemigos. A los avisos de reguladores bursátiles europeos y estadounidenses se han unido las llamadas de atención de los Gobiernos de diversos países. Primero fue China, que el pasado septiembre prohibió las polémicas ICO, operaciones con las que las empresas buscan financiación a través de criptomonedas. Más tarde, Pekín extendió el veto a los intercambios locales de divisas digitales. Y ahora, según medios como el South China Morning Post, también quiere cortar el acceso de sus ciudadanos a plataformas internacionales de intercambio. Corea del Sur, país que vive un auténtico furor por las monedas digitales, también camina hacia la prohibición. Hasta la primera ministra británica, Theresa May, ha dicho que estudiará “muy seriamente” qué acciones emprender contra unos activos muy especulativos ante el riesgo de que las criptodivisas sean usadas por criminales.

Los bancos se alejan. Grandes entidades financieras dan muestras de preocupación por los efectos del criptoboom. La última es la británica Lloyd’s, que ha prohibido la compra de divisas digitales con sus tarjetas de crédito —no las de débito—. Bancos estadounidenses como JP Morgan Chase o Citi ya habían adoptado una decisión parecida. Estos gigantes de las finanzas temen que una repentina caída en el valor de unos activos caracterizados por su altísima volatilidad ocasione pérdidas colosales a sus clientes, y que estos se vean incapaces de pagar sus deudas. Mastercard admitió la semana pasada que en el cuarto trimestre de 2017 las transacciones internacionales de sus tarjetas de crédito habían repuntado un 1% a raíz del apetito por las criptomonedas. Hace pocas semanas, el banco sueco Nordea prohibió a sus cerca de 31.000 empleados la posesión o el comercio con bitcoins, mientras que el Bank of America rechaza clientes que quieran hacer negocio en este sector.

Facebook se une. La red social que fundó Mark Zuckerberg tomó la semana pasada una decisión sorprendente: prohibió los anuncios del bitcoin, un producto que, según argumentaba Facebook, está relacionado frecuentemente con “prácticas engañosas o promociones fraudulentas”.

Y las otras también sufren. No es solo el bitcoin. Ethereum, ripple o litecoin —otras divisas digitales menos conocidas, pero que mueven importantes cantidades de dinero— también han sufrido estas semanas un bajón generalizado. El etherum ha caído en un mes casi el 50%; el ripple, más del 70%; y el litecoin, el 65% desde finales de diciembre. Son caídas espectaculares. Pero, al igual que sucede con el bitcoin, los precios actuales siguen muy por encima del nivel de hace pocos meses. Un elemento común comparten todas estas monedas digitales: la extrema volatilidad, por la que a nadie extraña subidas disparatadas o bajadas a plomo en unas pocas horas.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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