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Ensimismar, detener, retroceder

Las condiciones de vida no tienden a mejorar cuando el debate es monotemático

Joaquín Estefanía
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. CHRISTIAN HARTMANN (REUTERS)

Mientras asistimos al agónico dilema de Cataluña, el mundo cambia. No hay debate público sobre los demás aspectos que afectan a la vida cotidiana. Dos ejemplos concatenados: la reforma laboral alimenta poco a poco sus efectos más regresivos; y, en sentido contrario, Europa abre la espita para relegitimarse, poniendo al mismo nivel teórico los tintes económicos y los aspectos sociales de los ciudadanos, de forma que no parezcan antitéticos, como en momentos fúnebres de su historia.

Primer ejemplo: el Foro Económico Mundial hace un estudio en el que sitúa a España a la cola de Europa en el desarrollo del capital humano (formación y productividad). ¿Causas?: baja participación laboral, alto desempleo, escasa proporción de empleo cualificado, poca formación en el seno de la empresa por alta movilidad de su plantilla, sistema educativo poco adecuado… Esto es, precarización estructural del trabajo y creación de valor económico a través del empleo basura. Al tiempo, el INE refrenda lo ya conocido: los salarios se han reducido cuando la economía y el empleo crecen. Eurostat dice que España es el país de la UE en el que menos aumentan los salarios.

Trabajo inseguro con salarios bajos. El sector de hostelería es el que menos paga y el responsable de casi la mitad de las nuevas contrataciones. ¿Por qué?: debilitamiento de los sindicatos en la empresa, cambios unilaterales de las condiciones laborales, descuelgue de los convenios, abuso del empleo temporal... Precarización cronificada. Las empresas ganan más y los asalariados menos (¿o las empresas ganan más porque los asalariados ganan menos?)

Segundo ejemplo: el presidente de la Comisión Europea da un sonado discurso en el Europarlamento que en materia social se acerca a la petición que hizo hace año y medio a los sindicatos: que le ayudasen a construir un pilar social, una Unión Social (por comparación con la Unión Económica y Monetaria) en una UE afectada por una gigantesca desafección; en la que los derechos sociales no se utilicen como factor de nivelación hacia abajo en la competencia entre países y empresas, o como variable de ajuste para mejorar la competitividad dado que en la eurozona no existe la posibilidad de devaluaciones competitivas.

¿En qué consistiría ese pilar social?: plan contra el paro, plan contra la cronificación de la precariedad, mecanismos automáticos anticíclicos que eviten disparidades entre los resultados económicos y sociales, seguro de paro e inspección de trabajo europeos, “regla de oro” por la cual algunas inversiones sociales se excluirían del cálculo del déficit público (como las ayudas a la banca)…Varias de estas demandas no están en las palabras de Juncker pero su contenido habrá de concretarse pronto si se quiere que en la cumbre de Gotemburgo de noviembre todos los países se adhieran a ese nuevo pilar social.

Ello significa una gran batalla. No hay seguridad alguna de que las posiciones de Juncker se impongan. Pero se ha abierto un debate que podría llevar a lo que Habermas ha denominado un “modo de vida europeo”. ¿Cuál es la posición de España sobre estos temas? Desconocida. Nosotros estamos en otra cosa.

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