Vida de taxista contra vida de chófer: la lucha fratricida en el transporte
Trabajadores del sector batallan por conseguir una carrera más, en una guerra que se agudiza entre profesionales muy similares
La batalla en el sector del transporte urbano de personas está servida. La crispación a pie de calle aumenta por días entre taxistas y chóferes con licencias VTC (vehículos de alquiler con conductor, como los que usan las plataformas Uber y Cabify). Dos perfiles de trabajadores del mismo sector que no se identifican como compañeros. Se ven como rivales. ¿Por qué? El gremio del taxi considera que empresas como Uber y Cabify precarizan su trabajo, se saltan las reglas y les roban clientes. Por ello, exige el cumplimiento de la ley de transporte: una licencia VTC por cada 30 de taxis. Sin embargo, en la propia norma se matiza que “las comunidades podrán modificar la regla de la proporcionalidad”.
En España hay en la actualidad 65.030 licencias de taxi y 5.973 de VTC, según el Ministerio de Fomento. Es decir, una licencia para vehículos de alquiler con conductor por cada 10 de taxis. Por esta disputa, los taxistas de Madrid y Barcelona se manifestaron de nuevo durante esta semana. Además, hicieron entrega el jueves de una serie de peticiones del sector al ministro de Fomento. “Si la respuesta no es favorable, volveremos a protestar con mayor intensidad”, avisaba Julio Sanz, presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, al término de la manifestación en la capital. Los conductores de VTC defienden que hay trabajo para todos y que no se pueden poner barreras a la competencia y, mucho menos, al futuro.
Mientras tanto, ¿qué pasa con los clientes? Solo quieren que les lleven de un lugar a otro. Y al final son ellos los que eligen entre taxistas y empresas como Uber y Cabify. En ocasiones por precio, y en otras por la calidad del servicio que ofrecen. Sea como fuere, la lucha fratricida entre los conductores se mantiene en la calle para conseguir una carrera más.
Alberto Villalba, taxista
“La licencia es mi jubilación y cada vez vale menos”
En la explanada del estadio Santiago Bernabéu, entre decenas de taxis de Madrid, estaciona Alberto Villalba su vehículo. Es taxista desde hace nueve años y tiene licencia propia desde 2012. Le costó 145.000 euros y ahora vale 120.000. “Esa es mi jubilación y cada vez vale menos”. Villalba, con pantalón vaquero, camiseta y gorra negra, camina decidido hacia la manifestación del gremio en Madrid del jueves.
—¿Es posible la convivencia entre taxis y plataformas como Uber y Cabify?
—Sí, siempre que se respete la ley y el ratio 1:30 [una licencia VTC por cada 30 taxis].
Villalba, de 41 años, argumenta que siempre ha habido conductores con licencias VTC y nunca ha sido un problema. La diferencia es que aquellos chóferes ofrecían sus servicios por un precio muy elevado y estaba reservado a clientes de lujo. Sin embargo, ahora los precios son similares al del taxi y muchos clientes optan por empresas como Uber y Cabify.
“No pueden saltarse la ley. Si llegas a un lugar en el que hay algo que no está permitido, lo tienes que respetar”, argumenta Villalba. Con casi una década de trabajo en el taxi, comienza su jornada de trabajo sobre las seis de la mañana. Asegura que siempre ha trabajado las mismas horas: entre 12 y 14 al día, unas 300 horas al mes. “Ahora, como soy mi propio jefe, intento conciliar con mi vida familiar y, a veces, acabo la jornada algo antes, pero es difícil”, afirma. Villalba tiene mujer y una hija de ocho años. Antes de entrar en el gremio, fue técnico montador de cabinas de pintura y trabajó para Renault.
—¿Cuánto gana un taxista con licencia propia al mes?
—Unos 3.500 euros brutos. A eso hay que quitarle combustible, impuestos, avería, etcétera. Al final se queda en unos 2.000 euros limpios.
—¿Igual, más o menos que hace unos años?
—Unos 300 euros limpios menos.
La situación actual es peor, según Villaba: por la situación económica y por la competencia desleal. “Ahora dependemos más de las fechas. Por ejemplo, con el Orgullo se nota una subida. En cambio, cuando pase esta semana y sin los colegios abiertos, el verano será muy largo”.
Manuel M., conductor para empresas de VTC
“Es triste que vayamos a trabajar con miedo”
Si encontrar a un taxista que hable con su nombre fue sencillo, no lo fue con conductores con licencias de VTC (vehículos de alquiler con chófer). En este caso, accedió Manuel M., aunque conservando su anonimato. “Es triste que en un país como España vayamos a trabajar con miedo”, dice Manuel. Este almeriense de 47 años trabaja desde hace ocho meses para una empresa que presta sus servicios a Uber. “Amenazas, insultos, te escupen... Ese es nuestro día a día”, asegura.
En su caso, la licencia de VTC no es propia, es de la empresa para la que trabaja. “Me gustaría comprar una, pero ahora mismo no me lo puedo permitir”. En los anuncios de traspaso de estos permisos, más escasos que los de licencias de taxis, se piden unos 45.000 euros. “Quiero ahorrar para hacerme con una porque me gusta este trabajo”, afirma.
Manuel, que vive ahora lejos de su mujer y dos hijos, cambió Almería por Madrid después de medio año en el paro. Antes había trabajado seis meses como chófer personal de un empresario. Pero a lo que se dedicó más tiempo fue a la construcción y a trabajar en empresas de mantenimiento. “Estudié auxiliar administrativo, pero con el boom de la construcción entré en el sector hasta que explotó”, explica.
Con su llegada a la capital ha vuelto a trabajar como chófer. Su jornada es de 40 horas a la semana y tiene un salario mínimo de 1.200 euros. “En los meses buenos, como este con el Orgullo, se pueden ganar unos 1.800 euros”, añade. Por el momento, mientras estabiliza su situación en la capital, vive en una casa compartida al sur de Madrid, en Entrevías. “Si todo va bien, buscaremos un piso en las afueras, que es más barato, para vivir con mi mujer y mis hijos. Lo más duro es estar lejos de la familia”, comenta con nostalgia.
Sobre la situación en el sector, reconoce que existe mucha crispación. “Cuando vas a por el coche piensas muchas veces: ¿cómo estará el vehículo?”, asegura. A pesar de ello, entiende a los taxistas: “Lo ven desde el miedo de perder a los clientes. Lo que tienen que pensar es por qué estos eligen otros servicios y mejorar sus errores. Si los taxis hubieran ofrecido un buen servicio, empresas como Uber y Cabify habrían durado dos días en España”.
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