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¿Qué le pasa a Uber? La empresa busca recomponerse tras un viaje desbocado

Nunca antes un servicio había llegado a todo el mundo tan rápido. Ocho años después, echa el freno

Un coche de Uber en Nueva York
Un coche de Uber en Nueva YorkSPENCER PLATT (AFP)

El lema de los inicios de Facebook es un pilar de Silicon Valley: “Muévete rápido, rompe cosas”. La aplicación para el transporte de viajeros Uber hizo suyas estas palabras con especial énfasis. En apenas ocho años de vida, se ha convertido en la startup mejor valorada de la historia, con más de 60.000 millones de dólares de supuesto valor, aunque al no estar en Bolsa, es difícil de estipular con exactitud. Nunca una compañía había roto tantas normas, puesto el transporte de las ciudades en jaque y tampoco una aplicación se había internacionalizado tan pronto. Pero desde febrero vive en una montaña rusa constante. La semana pasada su fundador y consejero delegado, Travis Kalanick, dio un paso atrás, forzado por el consejo a tomarse una excedencia oficialmente de un tiempo. Tras de sí, deja una cascada de salidas y dimisiones.

A Uber no le falta el dinero pero sí una dirección clara. Funcionan sin un director de operaciones, sin un financiero y sin director, que también dimitió tras hacer una broma machista —dijo que las mujeres hablaban demasiado en las reuniones— durante la investigación sobre acoso sexual y discriminación laboral en la empresa que ha desencadenado la tormenta. Eric Holder, ex fiscal general de Estado, y Arianna Huffington, creadora del Huffington Post y convertida en promotora de la vida sana, dirigen un informe que quiere sacar a la luz los pormenores de unos abusos que sacó a la luz Susan Fowler, una empleada que denunció su situación sin ningún tipo de apoyo en la empresa, hasta que un artículo en su blog relatando los hechos abrió la caja de los truenos.

El martes Kalanick envió una carta a los empleados explicando los motivos de su partida, como factor principal argumenta que necesita tiempo para guardar duelo por la reciente muerte de su madre. Aunque el consejo y los inversores quieren frenar los poderes del creador no lo tienen fácil. Como ya hicieron Drew Houston en Dropbox y Zuckerberg en Facebook, ha tenido la habilidad de mantener un gran porcentaje de acciones bajo su propiedad, evitando que su poder se diluyese con cada ronda de financiación.

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Adam Lashinsky, director de la revista Fortune, acaba de publicar Wild Ride, (Viaje Salvaje en español), un libro en el que analiza el ascenso y escollos de Uber hasta poner su revolución en peligro. En opinión del autor la sombra del fundador es todavía alargada y no cree que se vaya a retirar por completo, pero sí considera que tienen que reinventarse: “Creo que la solución pasa por hacer todo más suave, como Lyft (su máximo competidor)”.

¿Salida a Bolsa?

El vaticinio del veterano periodista es paradójico, cree que la ausencia de Kalanick puede allanar el camino para comenzar a cotizar en Bolsa, una posibilidad que se contempla desde hace dos años , pero no se ha podido ejecutar por la cantidad de problemas encadenados. Desde pleitos con autoridades locales a disputas, en ocasiones con violencia física, con el gremio del taxi. Aunque sí se cuestiona algo más profundo: “Es discutible la moralidad de los inversores de capital riesgo de Silicon Valley. No tengo claro que esos parámetros sirvan cuando se convierta en una empresa cotizada”.

La primera medida tras la salida de Kalanick ha sido inyectar un equipo directivo renovado, compuesto por 14 miembros. Andrew Macdonald será el responsable de América Latina y Asia-Pacífico, las regiones de más crecimiento. Pierre Dimitri Gore-Coty, será general del resto de lugares fuera de Estados Unidos, mientras que Rachel Holt, lo hará en EEUU y Canadá. Daniel Graf tomará las riendas como vicepresidente de Producto.

David Richter ha sido nombrado como vicepresidente senior, mientras que Eric Meyhofer se hará cargo del equipo de tecnologías avanzadas, del que depende uno de sus grandes embrollos, el coche autónomo. Este proyecto se quedó sin líder cuando hace dos semanas Anthony Levandowski fue despedido por obstruir la investigación de un posible robo de datos a Google. Levandowski dejó Waymo, la filial del coche sin conductor del buscador el pasado verano. Solo dos meses después fichó por Uber a través de la adquisición de la compañía que acababa de crear, Otto. En diciembre, gracias a los proveedores, Google se percató de que se había llevado consigo planos y diseños estratégicos.

El nuevo equipo directivo lo completan Frances Frei, con la difícil vicepresidencia de liderazgo y estrategia, Jeff Holden como director de producto, Jill Hazelbaker, con el avispero de comunicación y políticas públicas, Joe Sullivan, en seguridad, Ryan Graves en operaciones y Salle Yoo, a cargo de temas legales y secretaría corporativa. Por último, Thuam Pham será uno de los cargos más cotizados y complejos de Silicon Valley, CTO, las siglas detrás de toda la infraestructura técnica.

Reorganización económica

De manera silenciosa y discreta, Uber ha comenzado su repliegue. Ya no hay tanto despilfarro. En Colombia las oficinas satélites se han cerrado. Tan solo tienen un comercial por ciudad. Bogotá queda como centro de operaciones. Está será la estrategia para América Latina.

Lashinsky, que también es autor de uno de los mejores libros sobre la empresa de la manzana, Inside Apple, sugiere dos nombres como posibles directores de operaciones, Thomas Staggs, que ya ejerció el cargo en Disney, o Alan Mulally, expresidente y consejero delegado de Ford. Opina que tienen opciones de reflotar con un nuevo liderazgo, pero también que es posible una opción que se rumorea en Silicon Valley: la compra por parte de Google.

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