La OCDE destaca la “resiliencia” de la economía mexicana gracias al consumo y las exportaciones
El 'think tank' de los países ricos cree que la subida de tasas de interés devolverá la inflación al objetivo del banco central en 2018
Los cinco primeros meses del año han servido para demostrar la resistencia de la economía mexicana frente a los embates exteriores. En enero, el país norteamericano parecía inmerso en la más absoluta oscuridad: la amenaza de un impuesto fronterizo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) en un peligroso limbo e incluso la posibilidad de un gravamen sobre las remesas procedentes de Estados Unidos pesaban sobre el ánimo económico. Era harto difícil ver un resquicio de luz en el horizonte. A punto de terminar el primer semestre, la situación luce bien distinta. El crecimiento, aun lejos de ser boyante, se ha estabilizado, las revisiones de las previsiones de crecimiento tienen un claro sesgo alcista y el optimismo moderado, en fin, ha regresado a la economía. La cautela permanece, pero el futuro se ve con otros ojos.
En este contexto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha destacado este miércoles la “resiliencia” de la economía mexicana en un contexto adverso y ha rebajado los temores generalizados sobre la inflación, que ya roza el 6% interanual. Esta capacidad de resistencia se ha sustentado, según el ente que reúne en su seno a los países más industrializados del mundo, en tres pilares: el dinamismo del consumo privado, impulsado por la solidez del mercado de trabajo; la expansión del crédito y un aumento “significativo” de las remesas. La inversión privada, aunque en niveles modestos, también ha contribuido al crecimiento y ha logrado “contrarrestar la brusca caída” de su par pública, presionada a la baja por el ajuste presupuestario emprendido por el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Con la recuperación gradual de la confianza en la economía mexicana, la OCDE espera que los planes de inversión que fueron aplazados por la incertidumbre y las turbulencias se reanuden. Además, la fortaleza del sector manufacturero y la debilidad relativa del peso –en los últimos meses ha revertido en buena medida su depreciación– deberían, según sus cálculos, seguir apoyando a las exportaciones. Pero, como en todos los análisis recientes sobre el desempeño futuro de la economía mexicano, todo queda supeditado a que la renegociación del TLC concluya favorablemente para sus intereses. Hasta ahora, el organismo con sede en París remarca que la producción industrial, la inversión y las exportaciones no se han visto afectadas por la posibilidad de una renegociación del tratado u otras medidas proteccionistas. “Sin embargo, anuncios desfavorables en esas materias podrían repercutir negativamente”, reconoce. “Asimismo, una menor recaudación fiscal procedente de un crecimiento más débil podría hacer peligrar los planes de consolidación fiscal y requerir nuevos recortes del gasto público, lo que pesaría adicionalmente sobre el crecimiento”.
Sobre el alza de precios –el mayor temor en el día a día de los mexicanos, que ven como su salario cada vez rinde menos–, la OCDE se une al banco central en su reciente llamada a la calma. Aunque reconoce que el gasto en consumo, motor del crecimiento en los últimos tiempos, se verá erosionado por el repunte de la inflación y el encarecimiento del crédito, la organización habla de “presiones transitorias” sobre los precios y cree que estarán controladas en 2018, cuando la inflación volverá a estar dentro del rango objetivo del Banco de México. Este año, el incremento de precios cerraría en el 5,3% –por encima de la meta del instituto emisor– y el próximo, en el 3,8%, ya sí dentro del rango objetivo.
Para frenar el alza de precios, os técnicos de la OCDE prevén que las tasas de interés continúen en los niveles actuales, los más altos de los últimos ocho años. “En el futuro, la política monetaria debería seguir teniendo en cuenta todos sus determinantes, en particular la transmisión a los precios de los efectos de la depreciación del peso y del ajuste de los precios de la gasolina, así como la posición relativa en materia de política monetaria respecto a EE UU”, subraya el organismo. A fin de frenar el rápido ascenso de la deuda pública, también da por descontado que el ajuste fiscal “seguirá adelante”.
Crecimiento más bajo
Pese a la mayor tranquilidad sobre el devenir de la economía, el think tank de los países ricos rebaja su previsión de crecimiento para México. Sin embargo, esta revisión pasa por ser casi anecdótica: su anterior cuadro macroeconómico databa de noviembre del año pasado, cuando Donald Trump –con su retórica nacionalista y proteccionista– acababa de ser elegido y ni siquiera había tomado posesión como nuevo presidente de EE UU, país del que dependen el 80% de las exportaciones mexicanas. En aquel momento, la OCDE preveía para el país latinoamericano un crecimiento del 2,3% para 2017 y del 2,4% en 2018. En su nuevo pronóstico, vaticina una expansión cuatro décimas inferior en ambos ejercicios. Ambos pronósticos están en la parte baja del rango de previsiones de las dos mayores autoridades económicas mexicanas: la Secretaría de Hacienda y el banco central, que acaban de revisar al alza sus previsiones.
Los analistas de la OCDE valoran los “beneficios” derivados de la apertura de las fronteras mexicanas, la entrada de inversión otros países y su integración en las cadenas globales de valor. Y apelan a eliminar las barreras aún existentes a la inversión extranjera y al comercio de servicios “para seguir progresando en las cadenas de valor, mejorar la diversificación de las exportaciones y reforzar los vínculos geográficos”. Sin embargo, el organismo reconoce que esa apertura comercial “no ha beneficiado por igual a todas las regiones y categorías de trabajadores” del país, por lo que exhorta a mejorar los resultados educativos –un punto en el que México está a la cola de los países industrializados– a reducir la informalidad para compartir los frutos de la globalización “de forma más amplia”.
La OCDE también ve un “amplio margen” para que el sistema impositivo y de transferencias mexicano sea más redistributivo. “Medidas que reduzcan las oportunidades de evasión y elusión fiscal harían aflorar ingresos adicionales que podrían utilizarse para seguir reforzando el gasto social y eliminar la pobreza extrema”, abunda. Con esos recursos, el ente que reúne a las 34 economías más avanzadas del globo llama a “ampliar la asistencia a la infancia y extender la educación preescolar”, además de a mejorar la calidad de la enseñanza. Puntos, todos ellos, en los que México tiene un rezago importante respecto al resto de Estados miembros.
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