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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La tijera de la pobreza

Antón Costas
RAFAEL RICOY

Puede que estemos ante una nueva explosión de la pobreza y de la desigualdad en España. Pero estamos a tiempo de evitarla. Mi temor viene de dos circunstancias, relacionadas ambas con la vivienda. Una es la importancia del gasto en vivienda en la renta disponible de los hogares pobres. La otra es el riesgo de que la nueva subida de precios de la vivienda provoque un aumento de la pobreza y de desahucios encubiertos. Vayamos por partes.

Para ver cómo actúa la vivienda sobre la pobreza puede ser útil imaginarnos una tijera. La hoja de abajo representa los ingresos de los hogares: salarios, prestaciones de paro y otras prestaciones públicas. Al caer los ingresos, esta hoja se abre. La hoja de arriba es el gasto de vivienda. Si aumenta, esa hoja se abre. El espacio que queda entre las hojas es el número de hogares pobres. Cuanto más caigan los ingresos y más suba la vivienda, mayor es la pobreza.

Hay que enfrentar el tema de los alquileres. La inacción puede llevar a otra revuelta social contra los desahucios

Como es bien conocido, el paro y la caída de los salarios han afectado mucho más a los hogares más pobres que a los de renta media y alta. Por el lado de los gastos, la vivienda es el gasto que mayor impacto tiene en la pobreza. La diferencia entre ingresos y gastos es la renta disponible que les queda a las familias para otros gastos: alimentación y educación de los hijos, por ejemplo. La caída de la renta disponible después del gasto en vivienda para el 20 % de los hogares más pobres ha sido del 44 % en el período 2008 al 2015. La vivienda actúa como una sanguijuela que chupa renta disponible a las familias.

El impacto en los hogares con niños es aún más dramático. La renta disponible final para otros gastos que le queda a un hogar con niños después del pago de la vivienda es de 1,760 euros al año. Esa cantidad es de 24.836 euros año en el caso del 20 % de hogares de mayores ingresos. Un reciente informe de “Save The Children” sobre la pobreza infantil en España es una llamada de atención al sentido de decencia de una sociedad que permite este desastre social (“Desheredados. Desigualdad infantil, igualdad de oportunidades y políticas públicas en España”, 2017).

Los gastos en vivienda, junto con el paro y la precarización del empleo, son también la causa de otra anomalía. Se trata de la bajísima tasa de emancipación de los jóvenes. Alrededor de un 80 % de los jóvenes entre 19 y 33 años, es decir, 8 de cada 10, siguen viviendo con sus padres. No sucede en ningún otro país. Sus consecuencias son importantes. En primer lugar, para los propios jóvenes. En la edad en que han de hacerse responsables de su futuro y adquirir la cultura moral para ello, siguen cobijados por sus padres. En segundo lugar, para el dinamismo de la economía y la sociedad. Cuanto antes un país logre la emancipación de los jóvenes mejor situado estará en el ranking de la innovación.

A más largo plazo la solución al problema habitacional solo puede venir de un aumento de inmuebles con renta asequible

El problema se puede agravar en los próximos años por dos factores. Uno es el aumento del precio de la vivienda, tanto de compra como de alquiler, especialmente en ciudades como Madrid y Barcelona. Otro es el hecho de que a partir de 2017 se tienen que renovar decenas de miles de alquileres. Esa renovación, en un entorno de subida de precios, puede llevar al aumento de la pobreza y a una nueva caída en la emancipación de los jóvenes.

¿Qué se puede hacer, al menos para que las cosas no empeoren? Primero, enfrentarse a la renovación de los alquileres. La inacción puede llevar a otra revuelta social contra los desahucios encubiertos. Segundo no estropear más las cosas con políticas erróneas. Eso es lo que puede suceder si va adelante la medida prevista en el borrador del Plan de Vivienda 2018-2021 anunciado por el ministro del ramo, consistente en fomentar la compra de vivienda en propiedad por parte de jóvenes mediante una subvención pública a fondo perdido de hasta 10.800 euros. Sería volver a las andadas.

A más largo plazo, la solución al problema habitacional de los hogares pobres y de los jóvenes sólo puede venir del aumento del stock de vivienda de alquiler asequible. Fórmulas como las de las Housing Associations británicas —instituciones privadas sin fines de lucro con un parque de vivienda de alquiler muy importante— son un buen ejemplo a seguir.

La vivienda es uno de esos problemas persistentes que se resisten a su solución. Si los expertos y los organismos europeos e internacionales que se dedican a hacer recomendaciones de políticas al gobierno le dedicasen el 10 % del interés que dedican al mercado de trabajo, las autoridades españolas se verían impulsadas a hacer algo para cerrar la tijera y cortar la pobreza.

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