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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los errores contra MAFO y Segura

La Audiencia confunde correos e informes y no se acredita que Bankia falseara las cuentas

Xavier Vidal-Folch
El exgobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez
El exgobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández OrdóñezEFE

Genial que el Congreso investigue, aún con retraso, las causas y efectos de la crisis financiera. Pero no basta. Debe hacerlo de forma exhaustiva, valiente, ecuánime. Solo si se asemeja al ejemplo norteamericano del Inquiry Report que presidió Phil Angelides (Public Affairs, Nueva York, 2011), valdrá la pena.

Para faenas de aliño, mejor absténganse. No puede permitirse errores de bulto, como la Sección Penal Tercera de la Audiencia Nacional en su auto 85/17 del día 13 sobre el asunto Bankia, de sorprendente endeblez técnica.

El auto declaró investigados, entre otros, al ex subgobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez (MAFO), y al ex presidente de la CNMV, Julio Segura, y su segundo, Fernando Restoy. Trataba de averiguar si las cuentas de Bankia para salir a Bolsa el 20-7-2011 eran falsas y suponían "un engaño contable continuado", lo que el juez instructor, Fernando Andreu, había descartado.

Para ello incorporó solo un indicio novedoso, que no era nuevo pues había sido rechazado por el juez: los cuatro famosos correos electrónicos del inspector José Antonio Casaus (Banco de España) a su jefe inmediato, Pedro Comín. Ponen (lean el auto) la piel de gallina retrospectiva. En tono dramático, escalofriante, hablan de la inviabilidad del grupo, del riesgo de pérdida de dinero público por vía de "nacionalizar pérdidas", de su opinión de que la salida a Bolsa "no funcionará".

Pero es un error reputarlos de otra cosa, como hace la Audiencia: "el contenido de este informe" (¿?), dice de uno; ya el juez Andreu consideró que eran reflexiones y comunicaciones informales, oficiosas. Nada pues de "informes", que los hubo y tuvieron otro tono.

Aún más sorprendente es que basándose en esos correos se impute a Segura y a Restoy. Como jefes de la CNMV carecían de competencia para conocer los correos internos de una institución distinta.

La tercera disonancia estriba en que Casaus nunca afirme que las cuentas sean falsas: pone en duda su viabilidad, disiente de las proyecciones, arremete contra los gestores. Pero no revela ningún "engaño contable".

La cuarta debilidad de los correos como prueba —o siquiera indicio solvente de la falsedad de datos— es que Casaus parece oponerse a la salida a Bolsa —lo que sería consecuencia lógica de considerar falsa la contabilidad—, pero no se opone a ella, contra el dicterio de "inidoneidad" que lanza la Audiencia.

Veamos. El inspector propone que se busque un comprador, mejor extranjero, "con suficiente músculo". Pero de no encontrarse, "estoy de acuedo con lo de la salida a Bolsa", aunque siempre que sea del banco único y no doble (Bankia y BFA). Y si debe ser doble, hágase con cautelas: "pignórense las acciones de Bankia en poder de BFA a favor del FROB". Y si ni siquiera se opta por eso, que se comprometan a no vender esas acciones "sin autorización del Banco de España".

De modo que el principal crítico con la (finalmente infausta) salida a Bolsa no se opuso a ella. Ni siquiera él apreció falsedad.

Nunca los jueces deben elevar líneas Maginot para blindar a ciudadanos. Tampoco propagandísticas líneas Sigfrido contra ellos.

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