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Una empresa social para ayudar a África

Auara embotella y vende agua de manantial y con los dividendos financia proyectos en países pobres

De izquierda a derecha, Luis de Sande, Antonio Espinosa y Pablo Urbano, cofundadores de Auara.
De izquierda a derecha, Luis de Sande, Antonio Espinosa y Pablo Urbano, cofundadores de Auara.Jaime Villanueva

En mitad de lo que podría ser un patio de colegio en una ciudad de Benín (África), se perfora un pozo. La idea es que, cuando los chicos vayan a coger agua aquí, tomen sitio, además, en uno de los pupitres de clase. El responsable de que esto pase es Auara, una startup fundada por un arquitecto y un ingeniero industrial de 26 años. La empresa, nacida en 2015 en Madrid, vende agua de un manantial de León, y todos sus beneficios van destinados a proyectos de potabilización y saneamiento en países en vías de desarrollo.

En 2016, sacaron al mercado 250.000 botellas, diseñadas con base cuadrada y "sostenibles", asegura el ingeniero Pablo Urbano, uno de los socios. Han sido la primera empresa española con el sello europeo 'Social Enterprise'. "Embotellamos agua en plástico reciclado, fuimos los primeros en Europa". Sus botellas se fabrican en Francia, "porque creemos que su forma de trabajar el plástico reciclado es mejor para nuestro producto y su plástico no tiene marcas o manchas", añade. Existen otras empresas con el mismo fin, por ejemplo, la alemana 'Viva con agua', nacida en el barrio de Sankt Pauli de Hamburgo o la australiana 'Thankyou Water', ambas destinan el 100% de sus beneficios a proyectos relacionados con el agua en países subdesarrollados.

Alberto Espinosa es la otra mitad del proyecto. Antes de montar Auara, este arquitecto había trabajado en proyectos de cooperación en países en vías de desarrollo. "Fui consciente de que el agua era el foco de muchos problemas", apunta, "repercute en la educación, en el sistema sanitario, en la higiene y la nutrición... en la vida de la gente a todos los niveles y que con la crisis las donaciones cayeron", añade. En ese punto encontraron que el agua podía vertebrar un proyecto empresarial social, con su formación en ingeniería y arquitectura. "Primero pusimos el foco en la innovación respecto al envase", cuenta Urbano, "pero también de los procesos de distribución, reciclaje y generación de residuos... todo está cuidado al milímetro". Son una sociedad limitada registrada como empresa social; no son una ONG, ni tampoco una fundación, pero trabajan con ellas. "El trabajo de las organizaciones debería ser hacer proyectos, no conseguir financiación y ahí podemos colaborar con ellos".

Hay tres personas dedicadas a la gestión de los proyectos en la startup. Este equipo, que trabaja como una fundación, es el encargado de evaluar la viabilidad de las propuestas y aprobar las partidas, que salen de la venta de las botellas de agua. "A las ONG y fundaciones les exigimos experiencia, profesionalización y vocación de permanencia y cuentas claras", apunta Pablo Urbano. En estos momentos, trabajan con Manos Unidas y con la ONG Sauce y entre los proyectos a punto de arrancar está la construcción de unas letrinas en Camboya. "El hecho de que la gente con VIH esté estigmatizada en estos países y a la vez que el contagio sea tan frecuente, nos llama a hacer un proyecto de saneamiento aquí". Para fundar la empresa en 2015, estos dos socios aportaron un capital de 15.000 euros. En una primera fase, diseñaron su página web y se unió al proyecto un tercer socio, Luis de Sande, que es, además, el director financiero. En paralelo, se pusieron con el diseño de la botella, los moldes, buscaron dónde producirla con los estándares que buscaban y montaron una estructura que les ayudara a buscar proyectos que poner en marcha. También presentaron el proyecto a distintas convocatorias de premios. Puntuó el diseño de la botella y recibieron el apoyo de dos aceleradoras, una de ellas, especialista en medioambiente.

La segunda partida de dinero les entra por medio de familiares y amigos, con 51.000 euros. Y la tercera, con una gestora de patrimonio "que invierte en economía real", explica Urbano. 360Cora EAFI aportó 290.000 euros, "es una inversión que se devolverá", especifica el arquitecto. En este proceso de preparación del lanzamiento, estos dos jóvenes se cruzaron con Calidad Pascual, que de hecho presta su sello para esta web. Los embotelladores del agua de Bezoya, una de las cinco empresas que controlan el mercado del líquido, les ayudaron, "cuando estábamos empezando, de buena fe", cuentan los socios de Auara. "Creemos en la buena relación entre empresas", asevera Pablo Urbano, "sabemos que son competencia, pero nosotros somos completamente independientes". " No entra en nuestros planes unirnos a ellos de ninguna forma", explica. Calidad Pascual, por su parte, comparte el mismo mensaje, una portavoz de la compañía asegura que la colaboración es altruista.

Ocho personas forman el equipo de Auara, aunque solo cinco están en plantilla. Es personal especializado en ventas, marketing, administración y logística. "Nuestro objetivo para 2017 es que todos estén contratados", cuenta Pablo Urbano, "pero de momento todo lo que ganamos va a los proyectos y aunque recortamos al máximo, la prioridad es que haya dinero para hacer lo que vinimos a hacer... llegar a esos países donde hay problemas con el agua". El primer año ha cerrado para la joven empresa sin beneficios. "Facturamos 20.000 euros brutos, de los cuales te podría hablar de un beneficio de 1 al 15%", asegura Urbano.

Sus botellas llegan a los supermercados de El Corte Inglés de Madrid y Barcelona, donde la botella de medio litro se vende a 0,57 céntimos. "El plan es llegar a Levante este año, porque ahí hay mucha demanda", afirma. Entra en sus planes, además, empezar a vender botellas de litro y poner en marcha una plataforma de venta por Internet. "El e-commerce es prioritario, queremos que la gente no tenga que desplazarse para comprar grandes cantidades de agua", apuntan los socios, "las botellas llegarán entre las 24 y las 48 horas". En el sector de la restauración llegan al grupo Larrumba, con quien tienen en marcha un proyecto en Congo. "Cada persona que consume una de estas botellas o la compra", explica Antonio Espinosa, "tiene acceso a la información de cada proyecto a través de un código QR en la etiqueta, que también está en braille".

Planes en España

Aunque su idea es seguir creciendo, no entra en sus planes hacerlo fuera de España. “Queremos asegurar que el proceso sea sostenible”, cuenta Pablo Urbano, “y si tenemos que usar demasiado combustible para eso, estamos derrochando esfuerzos, energía, dinero, y contaminando más”. Aunque confían en que “de encontrar manantiales que lo faciliten”, probarán suerte en Alemania, Italia, Francia o México. Auara quiere cerrar 2017, con más de un millón de euros de facturación, lo que supondría vender casi tres millones de botellas. “Además de la tienda electrónica, queremos llegar a más cadenas de distribución y enfocarnos a clientes con volúmenes más grandes”, explica Espinosa. Aseguran que todos los beneficios que obtengan de la venta irán a pagar proyectos de la misma naturaleza, “después de pagar gastos logísticos, de personal y reservas de capital”.

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