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Columna
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Italia golea a España, versión sector bancario

En 2012 el Eurogrupo exigió a España quitas de hasta el 70% para los preferentistas

Claudi Pérez
Pier Carlo Padoan, ministro de Economía y Finanzas de Italia.
Pier Carlo Padoan, ministro de Economía y Finanzas de Italia.ALESSANDRO BIANCHI (REUTERS)

Esta historia se remonta a 2012 y deja a España y a su Gobierno en mala, muy mala posición. Alemania o el Eurogrupo, tanto monta, exigió entonces a España quitas masivas, hasta el 70% en algún caso, para las preferentes. Europa quería rebajar el montante del rescate bancario, que de esa manera quedó en unos 40.000 millones, cuando parecía que iban a ser 60.000. La banca internacional recuperó todo su dinero, pero el Eurogrupo exigió a los ahorradores españoles un sacrificio sin precedentes, al contrario de lo que sucede en Italia. Mariano Rajoy y Luis de Guindos aceptaron: después se han felicitado por haber indemnizado a unos 350.000 preferentistas (a través de arbitrajes en los que los bancos designaban al árbitro, nada menos, y después de miles sentencias a favor de los clientes). No había base legal para eso: el Eurogrupo —la institución con menos legitimidad democrática de la UE— usó a España como conejillo de Indias. Bruselas adoptó, basándose en el modelo español, nuevas reglas en julio de 2013. Y el Consejo y la Eurocámara aprobaron una nueva directiva en 2014. El nuevo principio rector estaba clarísimo: si hay nuevos rescates, los acreedores pagarán el pato.

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Esas son las reglas, que saltan por los aires en el primer examen. Italia es mucha Italia: Roma ha maniobrado para evitar una solución a la española con malas excusas, que van desde el Brexit al riesgo de desestabilización del sistema financiero, incluso al miedo a que una quita de los bonos de mala calidad dé alas a los populistas. El equivalente a las preferentes y la deuda subordinada está muy extendido entre los ahorradores italianos, mucho más que en España en 2012: las consecuencias políticas, esgrime el Gobierno del que se ha apeado Matteo Renzi, serían devastadoras. Roma ha decidido aplicar quitas moderadas (del 25%) a los clientes institucionales (los grandes inversores), y presume de que “la protección para los pequeños ahorradores es total”, según su ministro, Pier Carlo Padoan, con una interpretación caribeña —¿siciliana?— de las reglas. Padoan echa mano de la directiva de resolución de bancos para no tocar a sus preferentistas, pero esa directiva dice explícitamente que las recapitalizaciones bancarias cautelares —como la que se aplica a Monte dei Paschi— no eximen del cumplimiento de las reglas de ayudas de Estado, incluyendo las quitas. Hay muchos matices ahí, pero una cosa está clara: si los preferentistas italianos se libran, el agravio comparativo con España es un escándalo. De los grandes.

Italia trata de salir de una crisis bancaria a cámara lenta, fruto de un estancamiento que dura ya 15 años: hasta ahora, el sector ha sabido ir tapando agujeros, pese a que los créditos morosos ascienden a 350.000 millones. El rescate se ha precipitado esta semana: el Parlamento italiano ha aprobado ayudas por importe de 20.000 millones, aunque algunas estimaciones cifran el agujero de capital por encima de 50.000 millones. Tras meses jugando al ratón y al gato con Bruselas, Roma anuncia que los poseedores de la deuda de peor calidad se irán de rositas. Bruselas, en principio, aceptará si Italia demuestra que la venta de preferentes fue fraudulenta. Sorpresa: Monte dei Paschi ya ha sugerido que eso es lo que ocurrió.

Italia, en fin, ha logrado que en Bruselas cale la idea de que una quita para las preferentes provocaría una crisis política. “Ha pesado el hecho de que una quita a los preferentistas habría afectado a la base electoral del Partido Democratico en la Toscana, la región de Mateo Renzi”, subraya Miguel Carrión, del think tank Eurointelligence. El plan es sencillo: el banco convertirá en acciones las preferentes sin quita alguna. Monte dei Paschi canjeará esas acciones por deuda de máxima calidad de nueva emisión. El Ejecutivo italiano comprará las acciones canjeadas. Y aquí paz y después gloria: las reglas son flexibles y todo es perfectamente legal. Los italianos, maquiavélicos maestros de la táctica, han sabido gestionar el asunto a la perfección. “Papá Noel trae seguridad a los ahorradores y a la economía”, ironizaba este viernes Lorenzo Codogno, exsecretario del Tesoro italiano.

Vivimos, en fin, en un mundo nuevo. Lo de los preferentistas españoles fue en 2012: historia antigua. Ahora la directiva de resolución (artículo 32.4) permite aplicar las cargas de otra manera; sobre todo si quien las aplica es el país de los Mario Draghi, Pier Carlo Padoan, Marco Buti, Andrea Enria, Ignazio Angeloni y demás mandarines de la economía y la supervisión y resolución bancaria de la UE. Intenten buscar apellidos españoles de rango similar en las instituciones y verán que la goleada en el Italia-España bancario —un 3-0, pongamos— es merecida. Aunque, eso sí, el punto de vista del Gobierno español será un trasunto de la fábula de la zorra y las uvas: el sainete bancario italiano ha provocado varios años de menor crecimiento en Italia y una prima de riesgo superior a la española. Todo eso es verdad: 3-1. Gana Italia.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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