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La herencia de Obama en Estados Unidos: 11,2 millones de empleos

El mercado laboral roza el pleno empleo tras reducir el paro a la mitad pero persisten problemas que deberá afrontar el próximo presidente

Empleado de la compañía Pioneer Pipe, en Ohio.Foto: cnbc | Vídeo: SPENCER PLATT
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Estados Unidos afronta la recta final de la batalla electoral con un número a debate: 11,2 millones. Son los empleos creados desde que Barack Obama se puso al timón de la mayor potencia económica del plantea, en los días más oscuros de la Gran Recesión. La tasa de paro, entre tanto, se redujo a la mitad durante los dos mandatos del demócrata, al 4,9%. Es un registro envidiable entre las economías avanzadas, pero en el detalle refleja que aún queda trabajo por hacer.

El indicador de empleo de octubre sirve de excusa para hacer una radiografía a la situación de la economía a solo cuatro días de que los estadounidenses pasen por las urnas para elegir al próximo inquilino en la Casa Blanca. El mes pasado se crearon 161.000 empleos, lo que deja la media de los últimos tres meses a 176.000 nuevos ocupados. Para el conjunto del año asciende a 1,8 millones.

Se mire por donde se mire, la situación es mejor que hace ocho años. La Gran Recesión se llevó por delante 8,7 millones de empleos entre febrero de 2008 y febrero de 2010. De ese total, 4,3 millones se perdieron en los primeros 13 meses de la Administración Obama. El proceso de recuperación fue lento y hasta mayo de 2014 no se volvió a la situación previa a la crisis financiera.

“Proclamar que la economía está en declive es pura ficción”, comentó el presidente en su último discurso sobre el estado de la Unión, que pronunció en febrero. Obama recurre estos días a una cifra más generosa para defender su legado. Habla de una cifra que supera los 15 millones. En lugar de contar desde el primer día de su presidencia, pone la remontada desde el punto más bajo del mercado laboral.

Un dato determinante para la Fed

S. P.

La Reserva Federal necesita pruebas para subir de nuevo los tipos, y la encontró en el indicador de empleo de octubre. Los 161.000 nuevos ocupados, aunque son menos de los esperados, confirman que la economía avanza en la buena dirección. El dato, por tanto, es determinante en ese sentido aunque no decisivo para que encarezca el precio del dinero tan pronto como en diciembre. Aun debe publicarse una lectura más y, sobre todo, está pendiente del resultado de unas elecciones presidenciales inciertas.

Tras la reunión del pasado miércoles, constató que la causa para subir tipos sigue reforzándose y admite que necesita ya pocas evidencias para proceder a la segunda subida en una década. También insistió en que el avance hacia la normalización de la política monetaria será gradual y anticipó así que el dinero barato seguirá durante un tiempo. El detalle del dato de empleo explica por qué su presidenta, Janet Yellen, es tan cauta aunque la presión interna crece.

Entonces trabajaban 129,6 millones de personas, según datos del Departamento de Empleo. Ahora asciende a 144,9 millones. Si se toma esa misma referencia, su logro en materia de empleo es inferior a los 18 millones que creó Ronald Reagan y está aún más lejos de los 23 millones de Bill Clinton. El demócrata machaca el resultado de George Bush, que sumó algo más de ocho millones en sus dos mandatos.

Moderación del empleo

El reloj empezó a contar para Obama el 20 de enero de 2009, aunque para el cálculo se toma como referencia el dato de febrero de ese año. Al ritmo actual, cuando deje el cargo habrá creado cerca de 12 millones de empleos. Técnicamente el final de la recesión está fijado en junio de 2009. Pero pese a esta progresión, el mercado laboral arrastra problemas que tendrá que afrontar el próximo presidente.

La creación de empleo se moderó a una media de 180.000 ocupados este año, frente a los 230.000 del pasado. Se explica porque la economía está teniendo un comportamiento muy irregular y a que el paro está muy próximo a una situación de pleno empleo. La Reserva Federal calcula que la economía puede permitirse crear 100.000 empleos al mes para asimilar la entrada de nuevos trabajadores sin elevar el paro.

Pero el problema de fondo es mayor. El paro de larga duración afecta a dos millones y hay 5,9 millones que trabajan a tiempo parcial porque no tienen otra opción. La contratación se concentró, además, en ocupaciones con baja remuneración. A estos se suman los 1,7 millones de personas que no buscan empleo de forma activa y que no aparecen en el paro. Eso lleva la tasa de subempleo cerca del 9,5%.

Baja participación

La tasa de participación, en el 62,8%, es la más baja en tres décadas. En parte se explica por factores demográficos como el envejecimiento de la población, pero lo cierto es que la economía tiene difícil asimilar a estas personas que acaban tirando la toalla y que encuentra la manera de llegar a final de mes trabajando en la economía sumergida o porque dependen de sus familias y de subsidios.

Los salarios son aún anémicos y les cuesta ir al ritmo de la inflación, lo que contiene el consumo. Entre 2010 y 2014, el incremento medio de los sueldos fue de solo el 1,9%. El año pasado logró repuntar al 2,6% y en el tercer trimestre se mantuvo en el 2,4%. La diferencia es que los precios están subiendo también más rápido y eso les resta poder adquisitivo. En una situación normal suben un 4%.

El paro sigue estando aún medio punto más alto que antes de la crisis, cuando rondaba el 4,4%. Es particularmente alto entre los jóvenes, especialmente entre los negros. Mientras que el 15% de los estadounidenses blancos de entre 16 a 19 años están sin trabajo, en el caso de los afroamericanos se dobla. El patrón es similar en el caso de los hispanos. En el caso de las minorías el problema es estructural.

Productividad

El mensaje de Donald Trump, de hecho, resuena más entre este grupo que ve con ansia el futuro. Hillary Clinton, por el contrario, se apoya en el trabajo realizado por Barack Obama para decir que los demócratas están mejor preparados para construir sobre los progresos conseguidos y ofrecer más prosperidad a la clase media. Pero incluso el propio presidente entiende que todo sepa a poco.

La ecuación se complica con el problema de la productividad. En el tercer trimestre repuntó un 3,1%, el primer incremento en un año y el mayor desde 2014. De hecho, la tendencia a largo plazo es bastante pobre, ya que avanza a un 1% de media frente al 2,2% en una situación normal. Esto explica por qué a EE UU le cuesta tanto crecer cuando se cumple el séptimo año de la recuperación.

La Reserva Federal y los organismo internacionales advierten incluso que lo peor es que no hay signos de aceleración y eso reduce el potencial de crecimiento de la economía, al tiempo que merma el nivel mínimo de vida. El alza de la productividad es clave para una economía vibrante, porque en la teoría permite a las compañías generar más beneficios e invertir esa ganancia en mejores salarios.

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