“Irlanda y Apple estaban haciendo trampas y robando ingresos fiscales”
El profesor de Columbia y asesor de la presidencia de Bill Clinton cree que el fenómeno Trump es el resultado de "un tercio de siglo de políticas que han llevado a la desigualdad"
En otoño de 2015 Joseph Stiglitz (Gary, Indiana, 1943), decía: el euro actual “es un desastre”, cualquier otra cosa “sería mejor”, incluso, quebrar la eurozona. Un año después, en El euro. Cómo la amenaza común amenaza el futuro de Europa (Taurus, 2016) el Nobel de Economía defiende que solo una reforma de la unión monetaria, con una suerte de “euro flexible”, podría salvar el futuro del club europeo. Stiglitz recibe en su despacho en la Universidad de Columbia, donde muestra un verdadero interés por la situación política de España. Asesor principal del presidente Bill Clinton, admite que los grandes partidos americanos han desatendido a los perdedores de la globalización, y que Donald Trump ha sabido leer mejor la frustración de los estadounidenses.
Pregunta. En su libro dice que el euro es el mayor problema de la Unión Europea. Pero el primer país en abandonarla, Reino Unido, no estaba en la zona euro. ¿Qué pasa?
Respuesta. Reino Unido siempre ha tenido ese fuerte sentimiento de identidad, de no ser como el resto de gente, al otro lado del Canal, pero creo que los problemas del euro han sido cruciales en el camino al Brexit. Una de las imágenes de la UE que los conservadores han propagado es la de esa Bruselas rígida y burocrática, y la forma en que la troika gestionó la crisis de los países tuvo una rigidez muy fea. Es más, el hecho de que en la eurozona quedara claro que no había democracia, que Alemania y unos pocos socios estaban dictando los términos, hizo que los británicos pensaran que eso no era una democracia sana. Si estuviera en Reino Unido y viera lo que ocurre en la zona euro, se preguntaría: ‘¿es este el club al que quiere pertenecer?’. La eurozona ha gestionado tan mal el euro que han hecho la UE menos atractiva.
P. Y ahora que el Brexit es un hecho, ¿qué es más peligroso para la Unión Europea, que la salida les salga bien o que fracasen?
R. Eso es un punto fantástico. Para mí, la actitud de Jean Claude Juncker [presidente de la Comisión Europea] de que debemos ser muy duros, y castigar a Reino Unido para que nadie más quiera salir, es terrible. Lo que él debería decir es que no hemos explicado bien las ventajas de la UE, el por qué es un club del que nadie debería querer irse. No puedes querer que la gente siga en él por miedo, no es saludable ni democrático. Así no lograrás el tipo de solidaridad que permitirá a la UE solventar los problemas comunes de migración o cambio climático. Si todo el mundo siente que está ahí porque no tiene alternativa, será un matrimonio muy infeliz.
P. Y si deja de asustar la salida, puede convertirse en un incentivo para irse.
R. Tiene que ser un incentivo para que la UE funcione mejor. Un ejemplo de algo que creo que ha sido muy bueno es la decisión de Margrethe Vestager [comisaria europea de Competencia] de decir que Irlanda y Apple estaban haciendo trampas y robando ingresos fiscales, porque ese es un ejemplo de comportamiento de un país que perjudica al resto. Por eso necesitas normas.
P. Y una vez el euro existe. ¿Es posible dejarlo?
R. Es la misma pregunta que hay en la UE, si es posible, será un experimento. Y creo que la respuesta será que sí. Una prueba es mirar las relaciones entre Estados Unidos y Canadá, tenemos un mercado común del algún modo, pero no libre migración ni mercado único. No he leído a ningún economista que diga que habría una gran diferencia si tuvieran un mercado único. Las consecuencias políticas, para mí, son más importantes que las económicas. Muestra que ha habido un proceso de integración durante 70 años y que ahora empieza un movimiento en dirección contraria.
P. En el origen de la Unión Europea está el mercado único. Con el actual repunte de ese llamado sentimiento proteccionista, ¿cree que hoy se podría impulsar ese proyecto?
R. Cuando se creó la UE y se pusieron las reglas, fue un momento particular de la historia en el que había mucha más confianza en los mercados y la creencia –muy estúpida, desde un punto de vista económico- de que si los gobiernos mantenían las cuentas públicas saneadas, los mercados funcionarían y habría pleno empleo y todo el mundo se beneficiaría. Pero la teoría económica dice que si hay integración, hay ganadores y perdedores, a menos que pongan políticas fuertes para proteger a estos últimos. Los ideólogos olvidaron la distribución. Si hoy hicieras esa unión, tendría que ser diferente, deberías proteger a los perdedores.
P. Hay una ola de un llamado “proteccionismo”. En Estados Unidos, tanto el partido Republicano como el Demócrata han cambiado su sensibilidad hacia la globalización. ¿No ve cambiado el enfoque de Hillary Clinton? ¿Qué análisis hace?
R. No es proteccionismo. Nos hemos dado cuenta de que el sistema no cumple como se había prometido. Nuestros líderes y nuestra democracia fallaron. Dijeron que la liberalización del mercado financiero aceleraría el crecimiento y lo que hizo es dar más dinero al 1% de arriba. La lección es que necesitamos protección.
P. Cuando se habla de protección se cita como proteccionismo, de forma peyorativa.
R. En una sociedad democrática tienes que asegurarte de que la economía funcione para todos, y la nuestra no lo hace. La teoría económica ya lo predijo, y ahora tenemos la evidencia.
P. ¿Es el fenómeno Trump resultado de esto?
R. El fenómeno del ala derecha es la declaración de que los partidos centristas han apoyado una serie de políticas durante un tercio de siglo que han aumentado la desigualdad y dejará atrás a muchas fracciones de la sociedad. La diferencia es que al PP de España, por ejemplo, no parece importarle la gente que han dejado atrás. A los socialistas sí les importa , pero no han encontrado forma de hacerlo por la austeridad presupuestaria impuesta por Alemania.
P. España puede ir a unas terceras elecciones. ¿Ve un origen económico?
R. Consecuencia. Cuando en las sociedades las cosas funcionan bien, te puedes comprometer, puedes tener diferencias, pero no divisiones enormes. Si tienes a gente que ha sufrido tanto, no van a querer comprometerse a sufrir más.
P. ¿Cree que la Unión Europea acabó siendo un proyecto egoísta?
R. No, fue un proyecto visionario. Un intento de juntar a grandes países. Pero se basó en esa idea de que la economía de mercado resolvería las cosas por sí misma y llevaría a algo que beneficiaría todos. Esa teoría fue el problema.
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