Aserta desembarca en España
El grupo mexicano, que tiene el 27% del mercado de su país, entra en el sector de crédito y caución
Todo lo grande alguna vez fue pequeño. Estamos en México. Es 1958 y un abogado, Juan Murguía de Palacio, crea Afianzadora Insurgentes, una aseguradora que cubre las fianzas de personas que han cometido delitos menores. Una vía para ofrecerles una segunda oportunidad en un México, el de los años sesenta del siglo pasado, donde conviven la inequidad y el crecimiento. En aquellos días era difícil imaginar que caminando las décadas sería el origen de la mayor aseguradora del país en los terrenos del crédito y la caución. Al contrario. El negocio se tensa. “Atravesamos tiempos difíciles en los que muchas veces se dejan de cobrar los salarios para que no hubiera ni un solo trabajador sin su nómina”, relata Enrique Murguía, el benjamín de los nueve hijos del fundador y director general del grupo.
En las nuevas oficinas en Madrid del Grupo Financiero Aserta —en el número 52 del paseo de la Castellana— parece que sobrara el espacio. Mucho, se diría, para una plantilla de solo ocho personas. Sobre las paredes, un par de pinturas de vírgenes de estilo colonial hispanoamericano recuerdan la procedencia mexicana de la empresa. Mientras, en la sala de reuniones, Enrique Murguía narra cómo han llegado hasta allí. Qué busca en España un grupo en cuyo Consejo de Administración destacan algunas familias de la élite empresarial: Irurita (Avanza), Mariscal-Servitje (vinculado al grupo Bimbo), Henry Davis (quien dirigiera los destinos del grupo Aurrerá en México) y los propios Murguía. El relato de una historia heterodoxa que habíamos abandonado hace más de 50 años.
Desde esa década (Juan Murguía de Palacio, artífice de la firma, fallece en 1978) y hasta principio de los 90 la Afianzadora Insurgentes crece con fuerza. En 1993 la familia vende la empresa al grupo financiero Serfín, que se convertirá en Santander México. En ese momento controla el 46% del mercado y evidencia el éxito de una estrategia basada en sucursales y corredores de seguros. Al fondo, otro banco español, en silencio, mueve ficha. Durante 2000 las autoridades mexicanas dan el plácet a la fusión entre el Grupo Financiero Bilbao Vizcaya Argentaria Probursa (BBVA) y Bancomer. En la operación entra la Afianzadora Aserta (entonces Fianzas Probursa), la cual desde 1992 pertenecía a Bancomer. Cuatro años después, en 2004, y en fase de liquidación, la adquiere un grupo de inversores mexicanos y durante 2007 los mismos emprendedores (entre los que figura la familia Murguía) se hacen con la Afianzadora Insurgentes. La suma de ambas aseguradoras de caución modela el Grupo Financiero Aserta. Un dúo que se transforma en trío al comprar HSBC Fianzas en 2013. “Es curioso”, observa Murguía, “que las tres empresas que hemos adquirido procedan de bancos”.
Objetivos ambiciosos
“No venimos a declararle la guerra a los bancos”, dice Enrique Murguía
El grupo llega a Madrid con el empeño de convertirse en la primera firma de crédito y caución en España. Esa parte del negocio del seguro que cubre contratos con la administración pública, negocios entre empresas y garantiza la devolución de las cantidades anticipadas a promotores por la compra de una vivienda. Ahí, sobre la mesa, y en su portátil, se leen las cifras del Grupo Aserta. Más de 900.000 clientes, 350.000 pólizas al año, 150 millones de euros en primas, 2.000 corredores, 45 sucursales y 260 trabajadores. Recursos con los que controla el 27% del mercado mexicano y el 7% del negocio latinoamericano, pese a no estar presentes en otros países. Y si miramos el detalle, un 80% de su cartera está dibujado por empresas con calificación triple A (máxima nota de solvencia).
En el fondo son números que quieren ser la clave de una caja fuerte. Porque el escenario de caución en España es maduro, tiene un tamaño pequeño (50 millones de euros) y está controlado por las instituciones financieras a través del aval bancario. ¿Trompetas de batalla? “No venimos a declararle la guerra a los bancos”, avisa Enrique Murguía. Tal vez sea cierto pero el mercado de los avales maneja entre 700 y 800 millones de euros y por ahí transitan las esperanzas y, también, los bancos.
Esa es la verdadera pelea que plantearán. Llegan con músculo (el volumen de contratos que gestionan representa el 4% de la riqueza de México) y billetera. Ofrecen una capacidad de cobertura en el seguro de caución de 400 millones de euros por cliente. Cuando la media en España oscila entre 30 y 50 millones. O sea, diez veces más. Y en caja disponen de un excedente de 150 millones. “Solvencia II exige unos niveles de entrada en el país de cerca de dos millones de euros y nosotros hemos aportado ocho. Como se dice allá: no venimos a ‘chiquitear”, sostiene el director general. Pues vienen también con la tecnología bajo el brazo. Los certificados de caución no solo se entregarán en papel sino también por el canal digital y con el mismo valor que el impreso.
La compañía tiene más de 900.000 clientes y genera 150 millones de euros en primas
Parece claro que la ambición es su principal póliza de seguros. ¿Y por qué suscribirla en España? “Los flujos comerciales entre México y España son intensos y de las 50 empresas clientes más importantes para nosotros, el 30% son españolas y de otros países europeos”, describe Murguía. De ahí que quieran expandirse en 2017 por Europa utilizando los resortes de la oficina española. El primer destino podría ser Italia. Aunque todavía no hay nada en firme.
A los responsables de Aserta les encaja esa estructura de pymes y medianas empresas de las montañas transalpinas. Pero tal vez cambien la mirada y recalen en Latinoamérica. Se verá. Al igual que una posible salida a Bolsa. Más fiables son los objetivos para el primer año en el mercado español: cinco millones de euros en primas. “No es una carrera de velocidad, si lo fuera hubiéramos tomado otras estrategias”, aclara el responsable de Aserta. Por ejemplo adquirir una aseguradora. Algo que nunca se valoró. “Veremos las necesidades de financiación del plan de crecimiento. En ese momento consideraremos la emisión de deuda y una petición de capital a los socios”, aventura Murguía. Un grupo de 40 accionistas, la mayoría familias, que han visto como en 11 años su inversión se multiplicaba el 2.000%.
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