Qué estudiar cuando te gusta todo
Llegan a España los grados abiertos, que permiten cursar asignaturas de cualquier especialidad
Esta es la oportunidad para el estudiante inquieto, ese que ha cambiado ya varias veces de planes antes de matricularse por primera vez en la Universidad. Hoy quiere ser abogado, mañana economista. Alguna mañana se levanta con el convencimiento de que le gustaría trabajar en la radio o ser el cronista de un periódico. La vocación no siempre es una cuestión clara. El tiempo pasa y el estudiante inquieto no quiere renunciar a nada, al menos no hasta haber probado un poco de todo. Para ellos, para los que muestran inquietudes múltiples, existen los llamados grados abiertos, carreras en las que puedes probar asignaturas muy diferentes sin cerrar una opción determinada hasta haber cursado entre uno y dos años por libre, según cada universidad.
Esta modalidad –que se inspira en sistemas de estudios superiores de Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, donde el universitario no define su carrera al menos hasta el tercer año–, se empieza a experimentar en España. El año pasado comenzaron a impartirlo de forma restringida y experimental en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde 22 alumnos han terminado un primer año de carrera en el que podían seleccionar cualquier asignatura, desde las propias de una ingeniería a materias de traducción e interpretación, pasando por conocimientos de ciencias de la salud o de economía. La Autónoma de Barcelona oferta para el curso próximo un programa similar pero acotado a los estudios de lengua y literatura.
A partir del próximo septiembre, también con plazas muy limitadas, se implantará en otro de los campus públicos españoles: la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). En este centro, con 19.872 alumnos matriculados, se ofertan 20 plazas. A diferencia de la Pompeu, que tiene todo el campus abierto para que los estudiantes seleccionen cualquier materia, en la UC3M se ha diseñado con dos grandes orientaciones: un grado abierto en ciencias sociales y humanidades y otro de ingeniería. Durante los dos primeros años, los matriculados podrán optar entre las asignaturas de una docena de títulos en cada caso para ir cerrando su propio currículo y decidir finalmente un itinerario.
“Pensamos que dejar el camino totalmente abierto sería complicado para los estudiantes por varios motivos. En primer lugar, disponemos de un campus en Leganés [donde se concentran las ingenierías] y de otro en Getafe [para ciencias sociales y humanidades]. Si van de un sitio a otro pierden mucho tiempo. Además entendemos que es mejor agruparlas, porque las ingenierías son profesiones reguladas. Eso supone que hay un grupo de asignaturas que se deben cursar de forma obligatoria para graduarse y que son fáciles de transferir de una a otra. En el caso de ciencias sociales, las materias también son más adaptables entre carreras”, explica en su despacho de Getafe Isabel Gutiérrez, vicerrectora d Estudios de la UC3M.
Según los datos facilitados por el campus, cada año hay entre 100 y 150 alumnos de los 3.000 nuevos ingresos, que abandonan o cambian de carrera. La vicerrectora asegura que esa ha sido una de las razones principales para poner en marcha los grados abiertos. “Un estudiante anglosajón tiene más posibilidad de definir su perfil, aquí esa opción no existe porque nuestro sistema de acreditación es muy cerrado”, demanda Gutiérrez. Además, los profesionales han detectado en los centros de secundaria a los que acuden que muchos de los futuros universitarios no muestran una vocación tan clara ante un futuro profesional que cada vez exige perfiles más cambiantes.
“Es difícil adoptar una decisión sobre tu futuro con 17 o 18 años de edad, con información difusa y con lo que te comentan otros compañeros”, añade Alicia Márquez, vicedecana de Orientación de Estudiantes de la UC3M. Márquez ejercerá uno de los papeles clave para este nuevo grado: será la tutora del grupo de alumnos de la opción humanística. Asegura que entiende muy bien las preocupaciones y dudas que puedan tener los aspirantes porque ella pasó por algo similar mientras estaba estudiando. Entre 2005 y 2006, Márquez se licenció en Derecho, Economía y Administración de Empresas. “A mí, igual que a ellos, me interesaban muchas áreas. Seguro que son chicos que tienen mucha capacidad de trabajo y ganas de aprender”, considera.
En la Pompeu Fabra de Barcelona, el curso pasado se presentaron 208 aspirantes para las 22 plazas disponibles, casi una por cada 10 peticiones. La nota de corte (la del último aspirante que entró) se quedó en 11,454 sobre un máximo de 14. En Madrid esperan una demanda similar, lo que supondrá una selección automática de alumnos con elevadas calificaciones. “Necesitamos que sean buenos estudiantes para asegurarnos que puedan concluir en el tiempo marcado”, añade Isabel Gutiérrez.
Cada año entre 100 y 150 alumnos de la Carlos III abandonan o cambian de carrera
Los futuros alumnos del grado abierto de este campus serán recibidos con una jornada de orientación y mantendrán reuniones periódicas con su tutor para ir construyendo su propio itinerario. Durante los dos primeros años podrán elegir distintas asignaturas, sin concentrar más de 30 créditos (cada materia suele suponer unos seis créditos) en una misma titulación cada curso.
Su paso por la universidad no será seguramente como el del resto. “Cursarán asignaturas muy diferentes que compartirán con compañeros distintos en cada clase, no van a disfrutar de un grupos entre sus iguales y puede que se sientan más solos”, alerta la vicerrectora de la UC3M, que añade otros criterios que hacen que esta elección sea más dura que optar por una titulación de las clásicas. Para poder seguir estudiando en la Carlos III, los alumnos del resto de grados deben completar 60 créditos (el equivalente habitual de un curso) en dos años. Los matriculados en un grado abierto dispondrán de 2,5 años para aprobar 90 créditos.
Es difícil adoptar una decisión sobre tu futuro con 17 o 18 años de edad, con información difusa
Además, para acceder a la carrera que finalmente elijan tras esos dos años, deberán superar la nota de corte que ese año se exija para esa especialidad. Si, por ejemplo, opta por el grado de Estudios Internacionales y ADE (que el curso pasado se quedó con un 12,83 de nota de corte), deberá tener esa nota aunque el listón se quedara más bajo cuando accedieron al grado abierto.
El sistema prevé también cómo recoger y reflejar las asignaturas que se hayan elegido durante el tiempo de transición y que finalmente no casen con la carrera elegida. A partir de 36 créditos serán reconocidas en el llamado diploma de formación complementaria, que también figura en el currículo y cuenta para el futuro del alumno. Según la vicerrectora de Estudios de la UC3M, ese diploma y las inquietudes que muestre más allá de su trayectoria final pueden ser definitivos para su futuro: “Las empresas valoran mucho lo que haces además de la carrera”, asevera.
“Nadie hace un programa igual que el mío”
Bárbara Serra es de Barcelona, tiene 19 años y un hermano gemelo que sabía con claridad lo que quería estudiar: relaciones laborales. Ella, con un 12,186 de nota media sobre un máximo de 14 para optar a la Universidad, fue una de los 22 estudiantes que se matricularon en el primer año de grado abierto en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) el curso pasado. Dudaba entre Ciencias Políticas y ADE (Administración y Dirección de Empresas), que era en principio su opción favorita. “De Políticas sabía menos, me interesaba y cursar las primeras materias me ha dado una visión que ni me había planteado”, explica por teléfono desde Barcelona. Después del primer año en el grado abierto, apurará un trimestre más hasta tomar la decisión definitiva, que de momento cree que será Políticas.
Durante el primer curso, esta alumna ha ido cambiando y eligiendo asignaturas de modalidades distintas cada trimestre. “Diseñé mi año con ayuda de las tutoras, nadie hace un programa igual que el mío”, señala Serra, que recomienda este tipo de estudios a alumnos que duden entre varias opciones y estén dispuestos a un esfuerzo extra. Asegura que no le angustia que el tiempo de estudio se alargue y la posibilidad de terminar más tarde que los que eligen caminos más perfilados. “Me convalidarán asignaturas elija lo que elija, porque son carreras que se parecen. Pero si no fuera así, tampoco me preocupa. Me parece más importante que lo que finalmente elija sea lo que encaja en mi perfil”, añade esta estudiante que se ve en el futuro gestionando grupos humanos.
“La mayoría de nuestros alumnos de grado abierto han optado por combinaciones entre Políticas, Derecho y Económicas aunque nos hemos encontrado con perfiles muy variados”, explica Ana Delgado, coordinadora del grado abierto de la UPF y una de los tres tutores del programa, que en este campus es totalmente abierto, es decir, los estudiantes pueden cursar asignaturas de cualquier carrera durante un año y un trimestre, el tiempo extra del que disponen para elegir. Para el próximo curso han aumentado un 50% las vacantes hasta 30 plazas.
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