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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Negacionistas de la desigualdad

El debate se centra en las políticas distributivas necesarias para corregir la gran inequidad

Joaquín Estefanía

Un debate ideológico ha llegado: cómo combatir la creciente desigualdad que ha puesto a España en los primeros lugares de la clasificación de inequidad en el continente europeo. ¿Es preciso concentrarse en el crecimiento económico y, a través de él, en la mejora del mercado de trabajo (más empleos y de mejor calidad), o las raíces estructurales del problema en nuestro país hacen que, aun disminuyendo el paro, se mantendrían niveles de desigualdad insoportables y habría que modificar la estructura salarial, tocar las rentas del capital y cambiar los sistemas de prestaciones? Los académicos se han puesto a discutirlo.

Los negacionistas de la desigualdad en España son los mismos que los del cambio climático. De ellos se trata solo de saber quién los financia. El debate es otro, aunque apenas haya llegado al mundo de la política porque la derecha ni lo menciona. Sin embargo, la desigualdad se ha colado en el centro de la polémica en Occidente y en todas las opciones políticas, dejando de ser un argumento casi exclusivo de los socialdemócratas. Economistas como Piketty, Stiglitz, Atkinson, Zucman, Sáez... e instituciones como la OCDE o el FMI la han situado en el corazón de las características del sistema capitalista actual.

Dos estudios publicados en Fedea, una fábrica de ideas en cuyo patronato están las principales empresas del Ibex 35, son significativos de ese debate. El primero, del catedrático Luis Ayala, uno de los mejores expertos en temas de desigualdad, es de los que defienden que para que España recupere el bienestar social perdido por décadas de inequidad se precisa no solo de crecimiento económico y creación de empleo (durante la larga etapa de bonanza en la que el paro registró sus tasas más bajas los indicadores de desigualdad apenas variaron), sino modificar los rasgos básicos del modelo distributivo: bajos salarios, rentas del capital, limitaciones del sistema de prestaciones sociales para moderar la dispersión del sistema de prestaciones sociales, etcétera.

Los negacionistas de la desigualdad en España son los mismos que los del cambio climático. De ellos se trata solo de saber quién los financia

El texto de Ayala ha sido criticado por el director de Fedea, Ángel de la Fuente y por Jorge Onrubia, que piensan que el primero da un “mensaje demasiado alarmista”; y una “imagen demasiado sombría de una España que está entre los países más desiguales de nuestro entorno y que ha perdido en pocos años todo lo avanzado en esta materia durante las últimas cuatro décadas”. De la Fuente y Onrubia concluyen que la prioridad es la creación de empleo (en otro estudio, Rafael Domenech, del BBVA, dice que la tasa de desempleo explica casi un 80% de las variaciones en la desigualdad) y mejorar su calidad con el fin de reducir la desigualdad en las rentas primarias —lo que entre otras cosas pasaría por resolver el grave problema que supone la dualidad del mercado de trabajo—, así como políticas activas que permitan integrar el mayor número posible de personas al mercado laboral, para lo que podría ser necesaria una subida de impuestos.

Convendría que este debate se agrandara con otras aportaciones, ya que hay coincidencia entre unos y otros en lo que dice el FMI: la desigualdad puede socavar el progreso social, causar la inestabilidad política y económica que reduce la inversión, y rebajar el consenso social necesario para moderar los efectos de posibles shocks macroeconómicos adversos, limitando el ritmo y la duración del crecimiento.

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