Torres aumenta el grado alcohólico
La bodega crea la división Spirits para potenciar la venta de brandy, tequila y pisco
Al grupo Torres se le conoce en el mundo del vino porque su producto ofrece mucha estabilidad. “Si eliges uno de nuestros vinos sabes que no vas a tener sorpresas”, señala el presidente de la compañía catalana, Miguel Torres, de 74 años. Esta fue una de las razones por las que en la reciente cena entre el presidente Obama y Raúl Castro en La Habana, eligieran un chardonnay elaborado con uvas del grupo en la denominación de origen Conca de Barberá, el Milmanda 2012, cuyas existencias se agotaron a la pocas semanas de la noticia. En 2015, y por segundo año consecutivo, Torres fue elegida por 200 sumilleres y periodistas como la marca más admirada para la revista Drinks International.
Aunque el vino es y será el grueso de su actividad, Torres ha puesto en marcha la división Spirits, una gama de productos destilados para la coctelería. La empresa quiere recuperar cócteles que hicieron historia en los años 20 y al mismo tiempo crear otros, como el mojito de brandy. Esta nueva apuesta por el mundo de los destilados no le viene de nuevas al grupo. Torres opera en el brandy desde hace casi un siglo cuando la segunda generación de la familia puso en macha una destilería en Vilafranca del Penedés con la elaboración del Jaime I. Más tarde sumó el Torres 15 para potenciar una producción, cuya oferta alcanza los 15 millones de litros, tanto para el mercado interior como para la exportación.
En España, la demanda de productos destilados, según la asociación de empresas del sector, ha bajado en la última década de más de 200 a 190 millones de litros. De esa cifra, la cuota más importante corresponde al whisky con un 26%, seguido de la ginebra (20%), el ron (17%), los licores (12%), brandy (11%) y el vodka (5%). En el caso del brandy, tras una período de caída de la demanda está exprimentando una ligera recuperación en España. Mercados muy fuertes de esta bebida son Rusia, Alemania o México; y en todos opera Torres.
El grupo también está impulsando la venta del pisco chileno bajo la marca Gobernador y tequila mexicano con su marca Rocado. Torres quiere ampliar la comercialización de otros productos, como el vodka ruso, la ginebra holandesa, el ron cubano, el whisky japonés y calvados de Normandía. Fuera de los destilados llevan ya tres campañas envejeciendo una producción de vino para la elaboración del cava. Al igual que en el caso del vino, el objetivo de la familia no es conseguir grandes producciones, sino una oferta de unas 2.000 cajas a un precio que se podría situar en unos 40 euros por botella.
Los pasos del grupo
- 1870. Jaime Torres Vendrell funda la empresa. Su sede es una nave frente a la estación del ferrocarril de Vilafranca del Penedès.
- 1907. Registran la marca Coronas. Diez años después inician la destilación de vinos y crianza de brandies.
- 1982. Marimar Torres planta su primer viñedo en California de las variedades Chardonnay, Pinot Noir y Parellada. Tres años antes inician su actividad en Chile.
- 2001. Se establece una "joint venture" en la India (T.T & G. Trading Private Limited), con lo que Torres se convierte en la primera bodega española que afianza su presencia en el país.
- 2012. Miguel Torres Maczassek, miembro de la quinta generación, es nombrado director general del grupo Torres.
- 2016. El grupo cuenta con presencia en 150 países, con una plantilla de más de 1.300 colaboradores y con una inversión en I+D+i de tres millones de euros.
La bodega catalana fundada en 1870 tuvo en el último ejercicio una facturación de 263 millones de euros, lo que supuso un incremento del 9,7% sobre el ejercicio anterior. De ese volumen, casi un 74% correspondió a las ventas en unos 150 países. De la cifra total, el 75% correspondió al vino y el 25% restante pertenece a la comercialización de brandy y otros destilados. Por países, las mayores ventas del grupo se concentraron en Reino Unido, Holanda, Canadá, Alemania, Estados Unidos y China. Respecto al mercado asiático, clave en la estrategia internacional del grupo, Miguel Torres no tiene dudas de que han elegido las condiciones de producción y comercialización adecuadas. “En ese nicho de mercado hay una demanda cada día más elevada y hay menos competencia porque son muchos menos los grupos que operan en ese segmento. Al margen de alguna bodega española la competencia está en los vinos franceses o italianos de la Toscana”, señala Torres.
Fieles a la tradición familiar, en Bodegas Torres no hay reparto de dividendos y los beneficios se reinvierten en su mayor parte para seguir creciendo. Con carácter general, las inversiones medias anuales del grupo se sitúan entre los 11 y 15 millones de euros. De esa cifra, al menos un millón se destina a los programas de investigación, innovación y desarrollo y siempre un 11% de todas las inversiones son para reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El plan diseñado por el grupo contempla, entre 2008 y 2020, una reducción de esas emisiones en un 30%. Según los datos de la firma, ya se habría logrado una rebaja del 12,8%. Torres ha instalado más de 12.000 metros cuadrados de placas fotovoltaicas a las que quiere sumar otros 5.000 metros cuadrados para lograr aproximadamente el 15% de la electricidad necesaria en la Bodega de Pacs en el Penedés. Igualmente está utilizando la biomasa de poda, cepas, orujos, etc, para la obtención de energía, lo que ha permitido reducir sensiblemente la factura de combustibles fósiles.
El grupo Torres dispone de unas 3.000 hectáreas de viñedo, de las que más de 2.000 se hallan en diferentes denominaciones de origen en Cataluña, junto a unas 140 hectáreas en Jumilla, medio centenar en Toro y cifras similares en Ribera del Duero. En el exterior cuenta con más de 400 hectáreas en Chile y 32 hectáreas en California. Como bodega, el grupo se halla implantado en España en las denominaciones de origen Priorato, Penedés, Ribera de Duero, Rioja y Rueda.
Miguel Torres ha sido un enamorado en la búsqueda y recuperación en Cataluña de variedades autóctonas en peligro de extinción. Estos trabajos han dado lugar al rescate de más de 30 variedades, algunas de escasa utilidad para la elaboración de vinos de calidad, pero otras válidas para los fines que pretende la bodega. “Hemos descubierto variedades altamente resistentes a largos periodos de sequía o a fuertes calores que fueron utilizadas hace siglos. Ahora las hemos recuperado con unos rendimientos por hectárea de unos 3.000 kilos de uva”, dice el empresario.
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