La animación llega al ‘prime time’
El sector gana popularidad, prestigio y se afianza entre los tres primeros de Europa
El cine animado español está viviendo un gran momento. El tremendo éxito en taquilla en los últimos años de producciones como Planet 51 o Las aventuras de Tadeo Jones, que han logrado recaudaciones millonarias, le han dado nuevos bríos. El sector, aparte de mejorar en el mercado español, está protagonizando una verdadera escalada internacional. “El 90% de nuestros ingresos vienen del exterior”, dice Sergi Reitg, consejero delegado de Imira Entertainment. Según Diboos, la asociación del sector, cerca de 170 países del mundo compran o han comprado producciones animadas españolas.
No hay película o serie de cierta entidad que no se exporte a todo el mundo. “Planet 51 costó 50 millones de euros y recaudó 150 millones. La vendimos en 80 países, incluido EE UU”, apunta Javier Pérez Dolset, fundador de Ilion. Por su parte, Víctor López, creador de Anima Kitchent en 2014, cuenta que vendieron Jelly Jamm, una serie que produjeron en 2011 a través de Vodka Capital, “a más de 150 países, en 18 idiomas”. La primera temporada de Lucky Fred, lanzada en 2011 por Imira Entertainment, se distribuyó en 140 países.
Hoy, las grandes productoras, desde Planeta Junior a Ilion, Imira o Lightbox, diseñan sus películas y series para el mercado internacional. “El cine animado hecho por las grandes productoras españolas tiene vocación comercial”, apunta Enrique Guzmán, consejero delegado de Forma Animada. “Desde hace años que nuestras productoras han elegido la coproducción [el 70% de todos los títulos] y la asociación con productoras extranjeras para irse al exterior”.
Socios foráneos
“Siempre hemos sido activos en la búsqueda de socios internacionales”, añade Ignacio Segura, responsable de Planeta Junior. Y no solo para compartir financiación y reducir riesgos. “Si quieres tener éxito”, explica Segura, “tienes que buscar socios internacionales con los que coproducir: te obliga a hacer un producto más global y te asegura la distribución”. Es lo que hizo Segura con la última versión de Heidi, coproducida con la belga Studio 100, que logró ventas en decenas de países. O también lo que está haciendo Anima Kitchent con la segunda versión de La familia Telerín, coproducida con la mexicana Televisa. También ha habido alianzas y entrada de capital extranjero en el sector. “En nuestro caso una productora de India, Tooz Media, entró en nuestro capital”, apunta Sergi Reitg, responsable de Imira.
La internacionalización de las productoras españolas se está reforzando con el desembarco de las majors (grandes cadenas) americanas que producen en España. “Estamos aumentando la prestación de servicios para esas productoras”, explica Biern. “Ya hay varios proyectos en marcha de estudios como Universal”. Ilion está “llevando a cabo una superproducción, bajo contrato, para Paramount, en la que están trabajando 350 personas”, dice Pérez Dolset.
El avance de la industria se debe también a la mayor aceptación del cine animado en los últimos años, algo que, según Segura, “se explica por la aparición de productoras como Pixar y Dreamworks”. “No solo hay más cine animado en las salas”, dice Biern, “sino que este alcanza el top de la taquilla”. Lo cierto es que poco a poco se ha ido construyendo una industria potente, con mucho futuro. Diboos prevé que el sector, con más de 200 empresas, llegue a facturar unos 880 millones en 2017. La mayor parte de los ingresos vienen de las series (se producen cuatro o cinco al año y destacan BRN, Planeta Junior o Imira) y el cine (dos o tres producciones anuales, sobre todo de Lightbox e Ilion).
Al margen del aumento de la popularidad, sin la internacionalización nada hubiera sido posible. Los 18 millones recaudados en España por Las aventuras de Tadeo Jones no habrían cubierto ni los costes, que superaron los 50 millones. En las series la desproporción es aún mayor. “Una serie estándar de 52 capítulos de 11 minutos”, asegura Biern, “cuesta entre tres y cinco millones de euros”. López, que antes de crear Anima fue uno de los fundadores de Zinkia, el creador de Pocoyó, revela que se está filmando una serie que cuesta 6,5 millones de euros. “Si solo se vende en España, lo máximo que le pagará un canal por los derechos de antena serán 100.000 euros”.
Las televisiones pagan tan poco que es difícil lograr del canal más del 10% de la facturación deseada. El otro 90% viene del merchandising: la ropa y mochilas, los libros, la música o los juguetes, lo que explica que Famosa, una juguetera, participe en la producción de series como la de Pinypon, basada en sus artículos vendidos en más de 60 países.
Lo curioso es que el éxito de la industria está provocando cierta falta de mano de obra en un sector que ya emplea a 8.600 personas. “Tenemos problemas para contratar a muchos profesionales, iluminadores o animadores”, dice Guzmán. “Y eso que hay una cantera de dibujantes que se han pasado del cómic al cine”, cuenta Iván Miñambres, responsable de Uniko. Para poder funcionar, algunas empresas se nutren de profesionales extranjeros y españoles repatriados. “Hay una generación de profesionales de altísimo nivel”, explica Pérez Dolset, “que han estado en Disney, Pixar o Sony y que han vuelto a España”. La demanda de profesionales también ha disparado las carreras relacionadas con la industria. Ilion ha creado una academia que ya cuenta con 900 alumnos. También Lightbox ha creado su escuela.
El auge de la animación española también se debe a la transición del cine 2D al actual 3D. El ordenador ha posibilitado una producción con plantillas más pequeñas y menos costes y plazos de producción. Una película que antes tardaba años en ver la luz se termina ahora en 18 meses. “Antes había que diseñar y repetir decenas de dibujos a mano”, dice Biern.
La televisión también ha cambiado. Cuenta con canales infantiles, como Disney, Nickelodeon, Cartoon Networks o Discovery, a los que se han sumado YouTube y Netflix, que ya están solicitando contenidos a productoras españolas. En cuanto a la televisión en abierto, el sector se queja de que RTVE es de las públicas que menos invierten en Europa. Y las privadas como Telecinco y Antena 3 utilizan material de Cartoon Network o Dreamworks.
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