Mujeres en la cuneta laboral
Los hombres acaparan dos de cada tres nuevos empleos mientras la calidad del trabajo femenino se deteriora aún más
Se quedó en la calle víctima de un ERE y, como se acercaba a los 40 años mientras el tiempo pasaba sin encontrar otro empleo, Carmen Fernández decidió ser madre por segunda vez. Por fin, hace unos días, tras más de año y medio en el desierto laboral, le salió una entrevista de trabajo en una importante empresa metalúrgica. "Todo iba muy bien, valoraban mucho mi curriculum", explica Carmen, licenciada en Físicas con experienca de informática y secretaria. "Hasta que les dije que tengo una niña de nueve meses. La directora de Recursos Humanos torció el gesto y empezaron a comentarlo entre ellos. No me han llamado. ¿Crees que si fuera un hombre hubiesen tenido en cuenta eso?".
El número de parados en España descendió en 678.000 personas a lo largo de 2015, según la EPA. Solo un 35% –poco más de uno de cada tres– eran mujeres. La última EPA del año pasado fulminó el único dato laboral que seguía siendo favorable a la mano de obra femenina durante la crisis, ya que desde 2010 había más desempleados que desempleadas. No dejaba de ser un efecto estadístico engañoso, fruto de que el desplome económico se centró en un sector, la construcción, abrumadoramente masculino. Ahora ya ni eso: las mujeres en paro superan en 4.000 a los varones. Todo a pesar de que se registran casi diez puntos porcentuales de diferencia en la tasa de actividad laboral de ambos sexos y de que el 72% de los trabajos a tiempo parcial declarados durante 2015 tenía ocupante femenina.
"Se está creando una segmentación por sexos terrible", señala Enrique Negueruela, técnico laboral con casi cuatro décadas de experiencia en los servicios públicos de empleo. "No ocurre solo en España, también en parte de Europa. Y lo peor es que apenas se habla de esto".
A Paula Gude, de 47 años, casada, la acaban de despedir de la filial de una conocida empresa de alimentación en la que llevaba cuatro años de secretaria. Periodista de profesión, se quedó en paro en 2008 y, a la vista del estado de su sector, lo intentó casi con cualquier cosa: "Me apunté como administrativa, como dependiente... Pero de la oficina de empleo nunca me llamaron para nada, ni siquiera para un cursillo". Hace cuatro años encontró el trabajo que acaba de perder "a través de un conocido, que es como funcionan las cosas aquí". Por 1.000 euros al mes se levantaba todos los días a las 5.30 de la madrugada para desplazarse a 100 kilómetros de casa. Hasta que la compañía entró en crisis y empezaron los despidos. "En la primera tanda, somos mayoría las mujeres", explica Paula. "Las empresas siguen pensando en los hombres como el cabeza de familia y creen que hacen menos daño echándonos a nosotras".
El reparto del trabajo por sexos depende mucho de las distintos sectores económicos. Así como los varones sufrieron con la construcción, a las mujeres les ha afectado mucho la ya larga decadencia del textil. Dentro de las propias empresas también es habitual dividir determinados perfiles entre hombres y mujeres. "Las ofertas de empleo ya vienen con el sexo muy trazado", resalta Negueruela. Por no hablar del peso secular de los roles sociales. De otra manera no se explica que del total de trabajadores autónomos solo una tercera parte sean mujeres.
Ana Herranz, secretaria de la Mujer de CC OO, apunta además que la destrucción de empleo público por los recortes se ha centrado en servicios como la sanidad o la educación con una elevada presencia femenina. "Y con un ejército de cinco millones de parados, vuelven los estereotipos de género y los empresarios prefieren contratar a hombres", señala. Herranz dice que en su sindicato también han percibido que los recortes en dependencia han obligado a algunas mujeres a volver a casa para hacerse cargo de familiares enfermos.
Fernanda es una de ellas desde que el pasado julio dejó su puesto en una fábrica de conservas de A Coruña para cuidar a un tío. Llevaba desde los 14 años limpiando pescado por temporadas en una industria con mucha mano de obra femenina. Y no sabe si podrá volver, pese a que en ese sector apenas ha golpeado la crisis. "De un grupo de unas 10 que siempre solíamos ir juntas, no han vuelto a llamar a ninguna", relata. "Ahora están contratando a chicos jóvenes para labores que antes solo hacíamos las mujeres". Fernanda no puede evitar el lamento: "¿Y qué voy hacer yo con 53 años". "¿Y yo con 47?", tercia Paula Gude. Hasta Carmen Fernández se pregunta lo mismo a sus 39, porque "la mayoría de ofertas pide menores de 35".
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