Jamón en lonchas para ‘yuppies’
El productor de embutidos Espuña avanza sobre el mercado de EE UU con una planta en Nueva York y productos de exportación
Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Corría 2008 y en la ciudad de Olot, en Girona, la crisis económica no era el único jarro de agua fría que caía sobre la empresa de embutidos Espuña. La compañía perdió ese año a uno de sus principales clientes, Incarlopsa, y con este el 20% de su facturación. La caída del consumo en los hogares españoles y el fin del suministro de jamón en lonchas para el interproveedor de Mercadona acabarían desplomando las ventas de la firma un 30% durante el siguiente lustro.
¿Qué hacer cuando la economía nacional entra en recesión y el cliente del que proviene uno de cada cinco euros de la facturación dice adiós? Xavier Espuña, hijo del fundador y actual presidente del grupo, no necesita ni un minuto para pensar la respuesta: “Buscar nuevos productos y mercados”. Dicho y hecho: la empresa empezó a probar con variedades que hasta antes de la crisis no producía, como la paleta curada. O la línea de snacks que lanzó en 2012, compuesta por cañitas de fuet y chorizo de diferentes sabores. Esta gama de productos se ha ido abriendo camino poco a poco hasta conseguir ventas por 3,5 millones de euros el año pasado. Ambas ofertas formaron parte de la reacción de la firma ante la nueva realidad del consumidor español, “que quiere alimentos de calidad pero con un precio mucho más ajustado”, explica el directivo.
Gracias a la nueva estrategia, la mala racha terminó el año pasado, cuando los ingresos remontaron un 16% y alcanzaron los 69,7 millones de euros. La aventura empresarial que Esteve Espuña comenzó en 1947 en una masía donde preparaba fuets y longanizas, sobrevivió y hoy es un grupo con cuatro plantas en España y una en Argentina en las que trabajan 327 personas. La compañía adquirió hace poco el 19,9% de Pata Negra Jan, una pequeña fábrica de chorizo en EE UU, y se prepara para exportar al mercado norteamericano después del verano.
Aparte de lanzar nuevos productos, la empresa se esforzó en salir al exterior como muchas otras empresas españolas, que recurrieron a la exportación para aliviar la crisis. Espuña contaba con la ventaja de que operaba desde 1993 en países como Francia, Inglaterra, Alemania, Japón y Argentina. Pero pese a tener una planta en el país sudamericano, las ventas del grupo en el exterior no superaban el 20% del total. Hoy, la cuota asciende al 51%, con Francia a la cabeza de los compradores. Las previsiones son positivas: la firma estima que la economía francesa le reportará unos 22 millones de euros este año.
APRENDIZAJE EXTERIOR
“Nuestra estrategia es hacer negocios con mercados más desarrollados y complejos porque así podemos aprender de ellos y aplicarlo al doméstico”, sostiene Espuña. Esta perspectiva le llevó hace un par de años a poner a Norteamérica en la diana. Tras sondear oportunidades en Estados Unidos y Canadá, la compañía comenzará en breve a enviar productos al mercado canadiense para que puedan ocupar un lugar en las estanterías de la gran distribución en el tercer trimestre. Por esas fechas espera también entrar a Estados Unidos tras haber adaptado su planta de Utrillas, en Teruel, a las exigencias de sus autoridades.
La ambición del sueño americano es lo que ha llevado a Espuña a invertir en Pata Negra Jan, una pequeña empresa fundada en 2013 por un grupo de vascos en Gloversville, en el Estado de Nueva York. Tras un viaje por Toronto, Quebec y Iowa, el directivo llegó a la conclusión de que si sus planes de exportación funcionaban, tarde o temprano tendría que tener una fábrica en Norteamérica. Así que cuando le propusieron la alternativa de adquirir parte de esta planta de producción de chorizos, que en 2014 facturó 260.000 euros, no le pareció una mala idea.
Para él es un intercambio: “Esta gente se acaba de implantar y no son especialistas en este ramo. Así que nosotros les aportamos experiencia industrial y su estructura empresarial nos será útil para importar”. Espuña ha destinado a su hijo a Nueva York, donde está trabajando en la ampliación de la gama de Pata Negra Jan. Al chorizo se le sumarán pronto el fuet, el salchichón y el salami al estilo italiano. Y si la burocracia lo permite, calcula que podrá colocar sus primeras lonchas de jamón Espuña en las tiendas estadounidenses antes de finales de año.
“El mercado español no crece. Somos muchos fabricantes y los clientes están muy concentrados, con un poder de negociación infinito. En Estados Unidos, en cambio, hay crecimiento porque nos ubican en el segmento de delicatessen del supermercado y ese es un nicho en el que se puede entrar bien en ese país”, afirma el directivo. Las exportaciones españolas de jamón y paleta a Estados Unidos se incrementaron entre 2010 y 2014 en un 53% en términos de facturación, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Se trata de una decena de empresas que ingresaron en 2014 un total de 6,5 millones de euros por esta actividad. Pocas firmas optan por este mercado debido a su estricta normativa. La primera que consiguió una licencia fue Navidul, que en 1997 comenzó a exportar jamón serrano. Importaba la materia prima desde Dinamarca, ya que ningún matadero español contaba con la autorización del Gobierno norteamericano. No fue hasta 2005 que la salmantina Embutidos Fermín consiguió la primera licencia y con ella abrió la puerta a la venta de jamón ibérico a la mayor economía del mundo.
Espuña tardó dos años en adaptar a los estándares estadounidenses su fábrica de corte automatizado de jamón en Teruel. Pronto le llegará el turno a la que inauguró el pasado mes de abril en La Pobla de Lillet, en Barcelona. La planta se dedica a la elaboración de Tapas al Minuto, aperitivos como pinchos de pollo al limón que solo necesitan un minuto en el microondas. Espuña admite con resignación que está a punto de embarcarse en otra labor burocrática nada entretenida. Pero tiene un buen motivo: el 91% de sus tapas se venden en el extranjero.
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