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La lucha contra el cambio climático devalúa inversiones en energía fósil

La AIE cifra en 270.000 millones los activos que perderán valor hasta el año 2050

Manuel Planelles
Central eléctrica de carbón de RWE Power en Neurath (Alemania).
Central eléctrica de carbón de RWE Power en Neurath (Alemania).INA FASSBENDER (REUTERS)

Las alertas del impacto de las medidas contra el cambio climático en las energías fósiles han saltado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En uno de sus últimos informes, la OCDE vaticina que “el endurecimiento de las políticas climáticas no solo tendrá un impacto en las decisiones de inversión futura, sino también en la rentabilidad de los activos existentes”. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha cifrado en 300.000 millones de dólares los activos en petróleo, gas y carbón que se devaluarán en las carteras de empresas e inversores en 2050 solo en el sector energético, si se cumple con el objetivo internacional de reducir las emisiones de CO2 para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados.

“El endurecimiento de las políticas de clima tendrá un impacto en la rentabilidad de los activos existentes”, incide la OCDE en su estudio sobre la descarbonizaciónde la economía, publicado hace una semana. Durante la presentación del informe en Londres, Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, puso el foco en el carbón, cuyo uso para producir electricidad se ha incrementado en las principales potencias económicas desde 2009. “Algunos activos basados en el carbón no podrán completar su vida económica”, alertó Gurría.

“Cabe preguntarse si la generación de energía a partir de carbón sin captura y almacenamiento de carbono constituye actualmente una elección racional”, añadió el responsable de la OCDE sobre un sector en el que trabajan alrededor de siete millones de personas en el mundo. La AIE, en la misma dirección que Gurría, apuntó hace unas semanas a la necesidad de “reducir el uso de las centrales de carbón menos eficientes y prohibir su construcción”.

Emisiones desligadas del crecimiento

La AIE ha detectado un fenómeno inédito en los últimos 40 años: la economía mundial creció un 3% en 2014 pero las emisiones de CO2 no. China está en parte detrás de este fenómeno. Por primera vez desde 1999, las emisiones allí se redujeron, un 1,5%. "La demanda de carbón, que ha experimentado un crecimiento extraordinario en China en las últimas décadas, se redujo en alrededor del 3%", indica AIE. En esto ha influido el crecimiento de la hidroeléctrica gracias a que fue un año lluvioso. Pero también que la generación de energía eólica y solar creció un 34%.

Carbon Tracker —un grupo de analistas expertos en finanzas, energía y clima— lleva años siguiéndole la pista a lo que llaman la “burbuja de carbono”. Anthony Hobley, consejero delegado de esta organización, afirma que se está creando “una tormenta perfecta” y a apunta como elemento fundamental a “la acción de los gobiernos a través de las leyes y la política climática” para frenar el calentamiento.

El carbón, el más golpeado

A finales de año, París acogerá la cumbre mundial del clima y se espera que salga de ahí el nuevo protocolo que sustituirá a Kioto. Esta vez el objetivo es que todos los países se comprometan a reducir sus emisiones de CO2 a partir de 2020. Las principales fuentes son el carbón, el gas y el petróleo (las dos primeras en la producción de energía y la tercera en transporte). Cuatro de las seis primeras potencias emisoras de CO2 —China, EE UU, la UE y Rusia— han presentado sus compromisos de reducción ante la ONU. Faltan India y Japón.

Aunque varias organizaciones y expertos internacionales han alertado de que la hoja de ruta que proponen los distintos Gobiernos no es suficiente para limitar el aumento de la temperatura a dos grados a final de siglo —el umbral fijado por los científicos para evitar daños devastadores en el planeta— lo cierto es que las medidas de mitigación tendrán impactos en el sector de las energías fósiles, según distintos informes de la OCDE, la AIE y la ONU.

El analista Hobley considera que “el mayor riesgo político” ahora mismo es para la generación de energía con carbón, que es también la industria que más CO2 emite para producir eléctrica. Es, dice, una “industria muy pequeña” en comparación con la del petróleo y gas, añade. “Creo también que la industria del petróleo y gas puede pintar al carbón como el villano”, y así tratar de asumir sus emisiones de CO2 y retrasar su declive, opina.

Renovables con obstáculos

A principios de junio, BP Group, BP, Eni, Royal Dutch Shell, Satoil y Total —seis grandes petroleras europeas— difundieron un escrito en el que reconocían que el cambio climático era un problema y pedían negociar también con los Estados en el marco de la cumbre de París. “Está claro que no lo hacen por idealismo”, sostuvo Gurría hace unos días.Estas compañías proponían, como método para luchar contra el cambio climático, la expansión del sistema de precios de las emisiones de carbono (desplomados en este momento) y el gas natural, la menos intensiva de estas tres fuentes fósiles.

Hobley cree que tras esta “tormenta perfecta” para las energías sucias, además de los compromisos de reducción de emisiones, en el caso del petróleo también influyen los “nuevos estándares de eficiencia de combustibles para vehículos en los países de la OCDE”, que han causado una caída en la demanda de petróleo “por primera vez sin estar en una crisis importante”. Añade también la importante caída de los precios del petróleo (que hace inviables muchas inversiones) y “del coste de las tecnologías de energías renovables”. Sin embargo, las renovables aún tienen un obstáculo: los subsidios con los que hasta 40 Gobiernos siguen premiando a las fósiles.

En su informe Energía y cambio climático, la AIE indica que, en 2014, los combustibles fósiles recibieron 510.000 millones de dólares en subvenciones, lo que supone que alrededor del 13% de las emisiones de CO2 del mundo están subvencionadas. Esto también supone que, contrariamente a la creencia más extendida, las energías sucias reciben “cuatro veces” más subsidios que las renovables. Otro estudio de este año del Fondo Monetario Internacional, que incluye los gastos generados por daños sobre la salud y el medio ambiente, estima incluso que las ayudas ascienden a 5,3 billones de dólares. Tanto la OCDE como la AIE ven necesario eliminar ayudas que hacen que bajen “artificialmente” los precios.

Los ahorros huyen del carbono

En los últimos años se está viviendo una cascada de anuncios de empresas y fondos que se desligan de las inversiones relacionadas con energías fósiles. Así lo han anunciado el fondo soberano noruego, la Fundación Rockefeller, la aseguradora AXA o el cuarto fondo nacional de pensiones de Suecia (AP4). Este movimiento también se está dando en otras instituciones, que manejan importantes fondos de inversión, como la Universidad de Oxford, la de Stanford o la Iglesia de Inglaterra.

Paralelamente, hay un rápido crecimiento de los llamados bonos verdes, instrumentos que tratan de captar financiación para inversiones beneficiosas para el medio ambiente. Casimir Ferrer, uno de los coordinadores en la aseguradora Zurich del área de bonos verdes, explica que este tipo de inversiones, aunque busquen en nichos respetuosos con el medio ambiente, tienen como principal objetivo “un retorno financiero”. Zurich, explica Ferrer, se comprometió en 2012 a invertir 2.000 millones de dólares en bonos verdes en Europa y EE UU. “Ya se han invertido 750”, informa.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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