Recién llegadas al club de las grandes
Las firmas energéticas españolas se sitúan entre las primeras del mundo
Hace 30 años España no tenía una sola empresa energética global. Las eléctricas, petroleras o gasísticas eran pequeñas y limitadas a un mercado doméstico de 40 millones de habitantes. Hoy el panorama es bien diferente. El país ha situado a algunas de sus compañías entre las primeras del mundo en poco tiempo. En el petróleo, Repsol, un gigante con 27.000 trabajadores en 40 países, figura entre las primeras de Europa; además una de las medianas más dinámicas del continente, Cepsa, es española. En el gas, Gas Natural Fenosa se sitúa entre las primeras de la UE. Y, en la electricidad, Iberdrola es una de las más grandes del mundo, con 30.000 millones de facturación y dando servicio a 120 millones de personas en decenas de países. Líder mundial también en renovables, un sector en el que destacan Acciona (fabricante y operador) o Gamesa, uno de los primeros fabricantes de aerogeneradores del mundo, presente en 52 países y con más de 31.000 megavatios instalados.
Al contrario de las compañías americanas o chinas, las españolas no han tenido la ventaja de un gran mercado interno. Para crecer se han visto obligadas a salir al exterior e ir de compras, con resultados excepcionales. Por ejemplo, en las eléctricas. “Mientras que entre 1985 y 1998 el negocio exterior de las compañías era el 7% del total, ahora es el 71%”, apunta Pedro González, director de Regulación de Unesa, la patronal.
Vocación mundial
Tras la venta de las actividades latinoamericanas de Endesa, Iberdrola, producto de la fusión de Hidroeléctrica Española e Iberduero en 1992, se ha consolidado como la eléctrica más internacionales. Es uno de los principales actores en Reino Unido y Estados Unidos. En 2007 y 2008 se hizo con dos de las mayores eléctricas de esos países, Scottish Power y Energy East. Tiene un parque de generación de 45.000 megavatios y “ha multiplicado sus activos desde 19.600 millones de euros a 100.000 millones entre 2000 y 2015”, dice la empresa. Esta actividad exterior va a ir a más. Hasta 2016 Iberdrola centrará el 41% de su inversión en Reino Unido, Latinoamérica (con el 23%) y en EE UU, con el 17%.
La vocación internacional de las españolas deriva en parte de los cambios del sistema eléctrico: con ellos ganaron eficiencia y lograron competitividad para aventurarse fuera. Esos cambios, y los planes de construcción de centrales de ciclo combinado en los años noventa, las obligaron a concentrarse. “Hace 12 años había 12 empresas, ahora hay seis”, indica Pedro González. Igual que Iberdrola nació de la fusión de dos anteriores, Endesa es el producto de la absorción de Sevillana, ERZ, Fecsa o Enher a lo largo de los noventa. Claro que también influyó el crecimiento del mercado doméstico, que se disparó en los últimos treinta años: pasó de 127.000 millones a 280.000 millones de kilovatios/hora. El despliegue de las renovables a partir de 2000 generó muchas empresas nuevas. Mientras que ese año se producían 4.689 millones de kilovatios/hora en eólica (el 2% del total), hoy son 52.34 millones, el 18%. Parte de esta producción la generan las eléctricas, entre ellas Iberdrola, con 14.600 megavatios instalados.
La apuesta de España por las renovables hizo surgir un nuevo sector. “En 2008 España llegó a tener empresas en todo el ciclo de la fotovoltaica, desde fabricantes de silicio, obleas a celdas o paneles”, explica Jaume Margarit, director general de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA). Las primeras firmas de entidad fueron Atersa e Isofotón. Atersa, hoy de Elecnor, “fue fundada por ingenieros de la Universidad Politécnica de Madrid, igual que Isofotón”, continúa. La que apostó más fuerte fue Acciona Energía, que cubre el ciclo completo en renovables, desde la eólica a la fotovoltaica o la biomasa; tiene 8.502 megavatios instalados y facturó unos 2.200 millones de euros en 2014.
En eólica, una de las punteras fue Ecotecnia, ahora de Alstom. Pero el mayor caso de éxito es Gamesa. “Los mercados exteriores son el 90% de nuestras ventas”, dice la compañía. Un despliegue reciente. Gamesa solo vendía el 1% fuera de España en 2000. Empezó en eólica en 1994, cuando estaba en aeronáutica. Entonces facturaba 200 millones de euros: el año pasado 2.846 millones.
El sector petrolero también ha cambiado mucho en tres décadas. “No se parece nada a lo que era”, apunta Álvaro Mazarrasa, director general de AOP (Asociación de Productores de Productos Petrolíferos). Todo empezó en 1985, con el fin del monopolio, que acabó con la exclusividad de Campsa en la distribución de carburantes, y la liberalización posterior. Las redes de distribución de Campsa fueron a parar a CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos) y las estaciones de servicio a las propietarias de refinerías, Repsol, creada en los ochenta, Cepsa y Petromed, ahora BP.
Gasolineras punteras
El resultado fue positivo. “En España tenemos la red de estaciones de servicio más moderna de Europa”, agrega Mazarrasa. Igual pasa con las refinerías, de las más eficientes del mundo y que exportan a decenas de países, un proceso que tuvieron que adoptar por la crisis, “que provocó una caída del 25% del mercado interno”, apunta el directivo. En 2014 las refinerías españolas exportaron 15 millones de toneladas de estos productos (hace tres décadas no exportaban) por 14.200 millones de euros, lo que cubre el 50% de la importación de crudo, 29.000 millones de euros.
Capitanas bursátiles
Desde 1985 han desaparecido muchas empresas energéticas españolas. Sobre todo eléctricas que, en general, han sido engullidas por otras de mayor tamaño.
Y así es como poco a poco se ha ido conformando un sector con un enorme peso en el exterior. De hecho, de entre la docena de empresas nacionales cotizadas que se sitúan como líderes mundiales por volumen de capitalización bursátil, la mitad son del negocio energético. Iberdrola, quinta del mundo y tercera de Europa; Endesa (en los puestos 13 y 4, respectivamente) y Red Eléctrica (20 y 7), en electricidad. Gas Natural es la segunda del globo y líder europea en el sector del gas, donde también figura Enagás (6 y 3, respectivamente). Repsol se sitúa como 12 del mundo por capitalización y 7 de Europa en la actividad petrolera.
Todo esto sirvió de palanca para la creación de multinacionales petroleras. Repsol, que factura 46.000 millones de euros, es un actor global del sector, con cinco de los más importantes descubrimientos de crudo de los últimos años. Presente en 15 países en los noventa, ahora está en 40. El punto de inflexión llegó en 1999, dice la compañía, “con la compra de la argentina YPF por 13.000 millones de euros”. Después, se fue centrando en la exploración y producción y ahora “nuestra tasa de reemplazo de reservas está por encima del 200%, cuando en 1989 era el 12,5%”. E irá a más, sobre todo tras la adquisición de la canadiense Talisman Energy por 8.300 millones de dólares y una deuda de 4.700 millones este año.
Otra empresa que ha tirado fuerte es Cepsa, española en los años ochenta y ahora de IPIC, fondo de Qatar. La firma, que mantiene su sede en España, empezó a internacionalizarse en los noventa, pero fue en 2011, tras el control de IPIC, cuando empezó una senda de adquisiciones que la están transformando en un pequeño gigante petrolero global. En este recuento no puede faltar CLH, que “es la más abierta de Europa para los operadores”, dice Mazarrasa. O Gas Natural Fenosa, producto de la fusión de la gasística y la eléctrica en 2009, otro gigante con 25.000 millones de euros de ingresos presente en más de 30 países, donde ofrece servicio a más de 23 millones de clientes. También es puntera Abengoa, con 7.150 millones de euros de ventas y con una posición destacada en el bioetanol y la energía solar-termoeléctrica, donde está entre las primeras del mundo, según Margarit.
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