El Gobierno del DF ofrece a Uber permisos inéditos en Latinoamérica
Un borrador, en negociación, indica que las autoridades ofrecen a la empresa tarifas especiales y aportes a un fondo de transporte
Las negociaciones entre el Gobierno de la Ciudad de México, una de las metrópolis más habitadas del mundo, y la multinacional de transporte Uber han llegado al punto de que la capital mexicana ha puesto sobre la mesa una oferta inédita en América Latina, según un borrador de legislación al que tuvo acceso la agencia Reuters.
La propuesta contempla que el servicio no reciba pagos en efectivo de sus clientes (la aplicación no lo hace salvo un programa a prueba en la India), que ofrezcan planes prepagados ni que utilicen paradas reservadas para los taxis de la ciudad.
El Gobierno de la capital mexicana pide a la empresa que pague una tarifa anual de 1.599 pesos mexicanos (unos cien dólares) por cada vehículo afiliado y entregar un 1,5% a un recién creado fondo de transporte para la ciudad, creado en marzo de este año para intentar mejorar los problemas del caótico tránsito del Distrito Federal. Las condiciones siguen en negociaciones.
Uber calcula que tiene en México al menos 300.000 usuarios. Las organizaciones de taxistas registradas, que suman por lo menos 130.000 conductores, han presentado enérgicas quejas contra el servicio y han organizado paros y manifestaciones para exigir que sea prohibido. No obstante, en suelo mexicano también operan decenas de miles (los cálculos oficiales rondan las 20.000 unidades) de taxis pirata: vehículos sin licencia para circular como taxi que operan sin ningún tipo de control. La tensión ha causado que los conductores de Uber pidan a sus pasajeros abordar el asiento del copiloto para evitar los ataques de taxistas.
"Se busca conductor ejecutivo"
En México, a diferencia de países como Estados Unidos, donde generalmente el conductor es el dueño del auto que presta para el servicio, el uso de Uber ha aportado una oportunidad para que los mexicanos de alto ingreso se conviertan en dueños de sus propias flotillas, sin que hasta ahora pagasen permisos o impuestos como el resto de los concesionarios. “Vamos a comprar un coche y ponerlo en Uber”, presumía este sábado un treintañero con un alto puesto ejecutivo. Basta un vistazo rápido en los anuncios clasificados para refrendar la extensión del espíritu emprendedor: “CHOFER EJECUTIVO PARA UBER, AMBOS SEXOS, INGRESOS ENTRE 6.000 Y 9.000”, dice uno de ellos. Un chófer de Uber X en EE UU gana un estimado de 600 dólares a la semana, unos 9.500 pesos mexicanos.
Las quejas contra Uber en América Latina no son extrañas en prácticamente ninguno de los 57 países en los que presta servicio. En Colombia, el Gobierno lanzó en marzo una ofensiva contra el servicio y Brasil lo prohibió a fines de abril pasado. La empresa ha respondido que la alta demanda de sus usuarios exige que la legislación cambie. Tanto México, como Colombia y Brasil, son países con altos niveles de inseguridad en las calles y un transporte público de calidad muy lejana al de las grandes urbes europeas, lo que hace que muchos utilicen Uber como una garantía de seguridad, como esgrimen sus defensores.
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