La desigualdad en el consumo cae gracias a la reagrupación familiar
Las diferencias entre los hogares más ricos y los más pobres se redujeron durante la crisis, pero vuelven a crecer con la recuperación
La reagrupación familiar que llevaron a cabo los hogares para afrontar la crisis permitió reducir las desigualdades en el consumo entre 2007 y 2014. Según un informe encargado por BBVA Research, en ese periodo el gasto de los hogares se redujo el 16%. Pero lo hizo a dos velocidades: las familias más ricas rebajaron su dispendio el 20%, mientras que las más pobres lo hicieron el 11%. Esa tendencia dio un vuelco con el inicio de la recuperación, cuando se volvió a ampliar la brecha entre los hogares más acomodados y los más desfavorecidos.
El estudio, que se incluye en el informe Situación consumo del primer semestre de 2015 de BBVA Research, examina la distribución del gasto de los hogares entre 2007 y 2014. Para medir la desigualdad, el autor, el catedrático de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide Antonio Villar, recurre a la ratio de Palma. Este indicador consiste en comparar el consumo agregado del 10% de los hogares que más gastan con el 40% que menos recursos tiene para hacerlo, al considerar que las clases medias absorben el 50% de la renta total.
La primera conclusión del estudio es que, al contrario de lo que sucede con la distribución de la renta, la desigualdad en el consumo descendió un 11% entre 2007 y 2013. La principal explicación de esa mejora en el reparto se debe al repliegue de las familias en época de recesión. “La reunificación ha sido un mecanismo de los hogares para absorber la crisis. Si la desigualdad no empeora es porque las familias se juntan cuando varios de sus miembros ven que se reduce su capacidad adquisitiva y necesitan compartir gastos. Así las familias pagan un alquiler, una lavadora, un frigorífico...”, asegura Villar.
La vuelta a casa de los padres o la acogida de otros parientes, de hecho, explica el 80% de esa variación del gasto, según el estudio. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que durante todo el periodo de crisis los hogares más ricos mantuvieron la tendencia de ir reduciendo su tamaño, mientras que el de los más modestos prácticamente no sufrió variaciones. Si se amplía la lupa, en el caso de las familias consideradas pobres —las que tienen un gasto inferior al 60% del consumo medio— el tamaño no solo no descendió sino que creció un 9%.
Esa reducción de la desigualdad también se debió a que las familias más acomodadas tenían más de donde recortar, mientras que esa estrategia disponía de menos recorrido en el caso de las menos favorecidas, puesto que su consumo se basaba sobre todo en productos de primera necesidad. Eso llevó incluso a que los hogares con menos recursos tuvieran que tirar de los ahorros para llegar a final de mes.
El informe advierte, no obstante, de que con los primeros signos de recuperación económica en 2013 esa tendencia cambió de signo. “El crecimiento en el consumo que estamos viendo ahora se explica por las clases medias y los hogares con más ingresos. En las familias más modestas todavía sigue cayendo”, explica el economista jefe de España de BBVA Research, Miguel Cardoso.
La diferencia en el gasto va por regiones
El autor del informe, el catedrático de Análisis Económico Antonio Villar, explica que la evolución del consumo y de sus niveles de desigualdad “oculta una gran heterogeneidad” regional. En el caso del 10% de hogares más ricos, la caída del gasto va del casi 30% de Castilla y León o La Rioja al 4,7% de Navarra. En el otro lado de la balanza, en del 40% de los hogares más pobres, el desplome va del 16,6% de la Comunidad de Madrid hasta los aumentos de consumo en Castilla y León, La Rioja y Extremadura. Cantabria, Madrid y Navarra, además, rompieron la tónica del conjunto de España, puesto que en esas comunidades el gasto de las familias más desfavorecidas cayó por encima del de las más acomodadas.
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