La expansión mundial pasa factura a ENI
La petrolera italiana toma medidas para contener su deuda y evitar el colapso
Marruecos, Libia, Argelia, Congo, Nigeria, Mozambique, Rusia, Suiza, Argentina. Son solo algunos de los países en los que hay en marcha proyectos de ENI, la principal petrolera italiana. Nacida en 1953 como una empresa pública, el Ente Nazionale Idrocarburi —del que el Estado italiano retiene un 30% de las acciones tras su privatización en 1992 — es hoy la punta de lanza del sector energético transalpino. Como toda petrolera, ENI pasa por tiempos complicados, pero no solo por el desplome de los precios del crudo. El pasado 29 de abril, la compañía presentó sus cuentas para el primer trimestre de 2015: el beneficio neto, 700 millones, es un 46% inferior respecto al mismo periodo del año anterior, en línea con los resultados de las demás grandes petroleras.
Aun así, la empresa ha adoptado medidas drásticas para mantener la rentabilidad. No solo ha recortado sus inversiones previstas durante el trienio 2015-2018 un 17% —y un 30% en la partida de nuevas exploraciones— sino que se ha convertido en la primera gran compañía petrolífera en reducir en un 30% su dividendo.
Por último, Claudio Descalzi, el consejero delegado nombrado el pasado mayo —con el beneplácito del primer ministro italiano, Matteo Renzi— ha anunciado ventas de activos por valor de 8.000 millones de euros, que incluyen la posible cesión del 15% del Área 4 de Ravuma, el enorme yacimiento de gas de Mozambique que la petrolera descubrió en 2011.
El hallazgo fue uno de los mayores en la historia de la compañía. Este proyecto, junto al de Kashagan —en el mar Caspio kazajo, cuyo valor potencial se estima en 45.000 millones de euros y en el que ENI opera desde 2007— y a las explotaciones de la península rusa de Yamal, se convirtió en uno de los pilares de la estrategia que en 2013 presentó Paolo Scaroni, el predecesor de Descalzi.
Pero las optimistas previsiones nunca han llegado a cuajar en la cuenta de resultados. En marzo de 2013, ENI vendió el 20% de su proyecto en Mozambique a la petrolera china CNPC por 3.735 millones de euros. Mientras, el yacimiento de Kashagan está parado desde 2013 por unos gases corrosivos que han producido grietas en los oleoductos y han hecho imposible el transporte del crudo. Los yacimientos rusos, que pertenecían a la Yukos de Mijaíl Jodorkovski, el magnate del petróleo ruso encarcelado por el régimen de Vladímir Putin en 2005 y liberado en diciembre de 2013, fueron vendidos en noviembre del mismo año al gigante ruso Gazprom. ENI salía de Rusia en el momento en que sus rivales ansiaban por entrar.
La venta del yacimiento ruso, que ENI compró en 2007 tras una puja que duró solo 10 minutos, "levantó sospechas de que el verdadero objetivo de la operación fuese permitir que las propiedades de Jodorkovski pasasen por otras manos antes de acabar en las del Kremlin", considera Margherita Paolini, coordinadora científica de la revista italiana de geopolítica Limes y experta en energía. "A cambio, ENI obtuvo una necesaria liquidez".
Los analistas de los principales bancos internacionales siguen teniendo una visión positiva sobre la marcha de los títulos de la compañía, pero más matizada. Aunque aún recomienda comprar, Goldman Sachs ha eliminado al título de la Pan Europe Conviction Buy List, la lista de 20 valores europeos de cuyo éxito el banco de inversión se declara más convencido. Pero los mercados no: tras el anuncio de la venta de activos, el pasado 18 de febrero en Londres, las acciones cayeron un 4,6%.
Paolini asegura que "ENI sufre una falta de liquidez que la ha obligado a tomar decisiones equivocadas en un momento en el que los inversores miran cada vez más al corto plazo". Se refiere al "fracaso de Kashagan, donde el dinero invertido ya es demasiado y hace imposible abandonar el proyecto", y subraya que las ventas en Mozambique son inevitables, "ya que falta el dinero indispensable para poner en marcha su explotación".
Los problemas de la petrolera no se limitan al mercado internacional. Entre 2009 y 2013, su división de refino perdió 6.000 millones de euros, por lo que la empresa llevaba 30 años intentando vender varias refinerías. "Y cuando lo ha logrado, los márgenes de beneficio de esa actividad han tocado un nuevo techo en Europa. No han tenido suerte", explica Davide Tabarelli, presidente de la consultora especializada en energía Nomisma. A finales del pasado mes de marzo, el margen de beneficio del refinado de crudo en Europa alcanzó los 15,80 dólares (14,16 euros), el valor más alto en los últimos dos años, según la consultora PVM Oil Associated.
ENI, además, "es una compañía sui géneris, dueña de centrales eléctricas y de una red nacional de distribución de energía que tiene ocho millones de clientes y cuya rentabilidad es, sin embargo, difícil", añade Tabarelli. Gas & Power, la división de distribución de la compañía, perdió 4.800 millones de euros entre 2011 y 2013.
El otro lastre de ENI es Saipem, sociedad de su propiedad especializada en la instalaciones de oleoductos y gasoductos en alta mar. Saipem está asociada a los grandes del sector y se ha colocado en la vanguardia tecnológica mundial, pero esa posición se ha logrado a costa de ser depositaria del 34% de la deuda total de ENI. "Una paradoja difícil de explicar, probablemente debida a la mala gestión de algunos contratos", afirma Tabarelli.
A eso hay que añadir una investigación de la fiscalía de Milán, que acusa tanto a Scaroni como a Descalzi de formar parte de una red de corrupción que involucraba también a miembros del Gobierno nigeriano y que, según los jueces, fue clave para que ENI se hiciese con la licencia de exploración del yacimiento de crudo OPL-245, en las costas del país africano.
Pese a todo ello y a la previsión de una ingente reducción del gasto, los directivos de la petrolera italiana proyectan un aumento de la producción del 3,5% anual. "Se trata de previsiones muy arriesgadas, ya que es muy difícil producir más cuando las inversiones disminuyen", explica Philipp Chladek, analista en el sector de petróleo y gas de Bloomberg Intelligence, que sin embargo valora el recorte de los dividendos como una operación de transparencia antes los inversores. ENI, en palabras de su nuevo consejero delegado, "continuará creciendo gracias a su cartera de 70 proyectos y a sus potencial en exploración". El reto que espera a la compañía transalpina es de los más difíciles.
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