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Pierre Moscovici | Comisario de Asuntos Económicos

Moscovici: “Grecia tiene los mismos problemas con o sin Varoufakis”

"Atenas debe presentar una lista concluyente de reformas, y rápido. No hay tiempo que perder”, asegura el comisario europeo

Claudi Pérez
Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos de la UE. Carlos Rosillo.
Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos de la UE. Carlos Rosillo.

Francés. Socialista francés, para más señas: una suerte de cruce entre miterrandista y socioliberal. Con visión política, con altura intelectual, con el inevitable pasado trotskista. Y alumno aventajado —sin sus amores desordenados— de Dominique Strauss-Kahn. Pierre Moscovici (París, 1957), comisario de Asuntos Económicos, convoca a EL PAÍS y La Repubblica en un restaurante del distrito europeo de Bruselas. Come con apetito. Y devora con el mismo apetito las preguntas sobre Grecia, sobre el giro en la política económica, el papel destacadísimo del BCE en la recuperación y —por fin— entona un mea culpa insólito en las instituciones por la gestión de la crisis. La Comisión Europea se equivocó: “Hemos cometido errores”. Después pondrá todos los peros que haga falta, pero sobre todo avisará de que “lo imperdonable” sería “repetir esos mismos errores por obstinación”.

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Ese desacostumbrado mea culpa vale para los remedios generales de política económica que se ha autorrecetado Europa (el continente empieza a crecer tras haberse sacado de encima la camisa de fuerza de la austeridad a ultranza), pero aparentemente no para Grecia, origen y estación de paso en todas y cada una de las sacudidas de la crisis.

La patada escaleras arriba al controvertido y brillante ministro Yanis Varoufakis se ha saboreado en Bruselas casi como una victoria. Varoufakis, con todo, sigue ahí: “Es un activo del Gobierno”, ha subrayado el primer ministro Alexis Tsipras. Puede que al retirarse a un segundo plano sea más fácil un acuerdo, pero muchos de sus argumentos siguen siendo válidos: Grecia necesita como el comer algún tipo de reestructuración de deuda, metas fiscales más realistas y una política distinta de la sobredosis de recortes que se ha llevado un 25% del PIB desde 2010. Moscovici cierra filas por ese flanco. “Con o sin Varoufakis, el problema de Grecia es el mismo: Atenas debe presentar una lista concluyente de reformas, y rápido. No hay tiempo que perder”.

¿Grecia puede pagar? ¿No es imprescindible alguna forma de reestructuración? El comisario deja en el aire la respuesta una y otra vez. “Hay que acometer los problemas uno por uno, y el más acuciante es culminar con éxito el programa de ayuda financiera: solo después podremos hablar de otras cosas. Para resolver el actual problema solo hay una palabra clave: reformas. Sin ellas, Grecia no recuperará credibilidad”. “Soy un reformista: para mí las reformas son sinónimo de progreso; no de sacrificio, de castigo”, aclara. ¿No parece esa receta una especie de diktat, no han dicho los griegos en las urnas que quieren otra cosa? “No hay tal diktat: no estamos desafiando al Gobierno griego, estamos diciéndole que haga exactamente lo que se comprometió a hacer el 20 de febrero”.

“Hemos cometido errores; sería imperdonable que los repitiéramos”

“Los griegos escogieron un Gobierno con determinadas prioridades y no seré yo quien cuestione la democracia. Pero a la vez se trata de un país que ha recibido ayuda financiera, y eso exige respetar ciertos compromisos”. Moscovici descarta de plano el riesgo de accidente: una salida de Grecia del euro, o un impago dentro del euro. “No hay plan B”, zanja. Los mercados no parecen creer lo mismo. “Pero los mercados saben que Grecia va a quedarse en la zona euro”, reitera.

Más allá de Grecia, Moscovici reflexiona sobre una economía europea en la que conviven con perturbadora promiscuidad una incipiente recuperación con inconfortables zonas de sombra: desde los riesgos de deflación a la citada Grecia, el conflicto con Rusia o los sempiternos problemas de algunas de las grandes economías.

Francia no despega. Italia lleva 15 años en crisis. España saca la cabeza, pero desde muy abajo. “El tono con Europa ha cambiado: es la única zona del mundo en la que el FMI ha mejorado sus pronósticos”, dispara con optimismo este economista con formación filosófica e hijo de psicólogos. La recuperación española “está sorprendiendo”, asegura, pero inmediatamente reclama mantener la senda reformista y una consolidación fiscal compatible con el crecimiento.

Moscovici desconfía del soniquete bruselense que tiende a poner a la economía española como ejemplo, por las tasas de paro elevadas y el abultado déficit: “España crece ahora más que la media tras años de crisis. La reactivación es como para estar satisfechos, pero la prioridad absoluta de esta Comisión es el empleo”, matiza. ¿Está satisfecho con el anuncio de una rebaja fiscal en un país que está casi 10 puntos de PIB por debajo de la media europea en ingresos impositivos? “Esa medida aún no se ha aprobado”, se limita a contestar.

“Atenas debe presentar una lista concluyente de reformas, y rápido”

La periferia tiene la sensación de que Bruselas abraza la flexibilidad justo cuando la marea llega a los grandes: Italia y Francia. “Las decisiones sobre esos dos países respetan totalmente el Pacto de Estabilidad. Francia tiene más tiempo para rebajar el déficit porque ha hecho un esfuerzo estructural suficiente; mínimo, pero suficiente. Italia no va a cumplir sus obligaciones respecto a la deuda, pero esa desviación se puede explicar por las condiciones cíclicas”. Tampoco con Alemania saca el látigo: “Tiene margen fiscal para hacer algo más, pero a quienes critican a Berlín porque su política económica dificulta el ajuste en la periferia les diré que no me parece útil culpar a países que han cosechado grandes éxitos”.

Y, por fin, el prometido e inusual mea culpa: “Hemos cometido errores”, dice de los primeros años de la crisis, en los que él fue ministro con François Hollande. “No es un secreto que no fui un gran fan de algunos de los Gobiernos de esa época, pero hubo que improvisar medidas en mitad de una crisis mayúscula. No soy amigo de dar lecciones retrospectivas, pero sería imperdonable que repitiéramos los mismos errores por obstinación”. Moscovici tiene en mente esa alucinación colectiva que fue la llamada “austeridad expansiva”; ni por un segundo parece estar pensando en Grecia.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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