El FMI atribuye al paro y al bajo poder sindical el aumento de la desigualdad
El Fondo premia un informe de sus técnicos que apunta a la dispersión de sueldos como motor de la brecha social
El aumento de la desigualdad se debe sobre todo en la creciente brecha de los sueldos -y esta, al ritmo escopeteado de los salarios más altos- y no tanto al hecho de que las rentas del trabajo pierdan peso frente al capital. Y las diferencias de los ingresos se reducen cuanto mayor es el poder de los sindicatos, cuanto más formada está la población y cuanto más fuerte es el Estado del Bienestar. Estas son las conclusiones de un informe elaborado por técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y que la institución acaba de premiar esta semana.
La brecha social en el mundo, tanto en países emergentes como en desarrollados, se ha colocado en el centro del debate de la política económica después de una Gran Recesión que ha polarizado la riqueza y un modelo de recuperación que también reparte los progresos de forma poco equilibrada. El trabajo premiado, La distribución de los ingresos y su papel en la explicación de la desigualdad (elaborado por Carlos Mulas, miembro del departamento fiscal del FMI y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, junto a Maura Francese) usa una combinación de datos macroeconómicos y encuestas de ingresos familiares entre 1970 y 2013 medido por el índice Gini.
Por cada 10% que aumenta la brecha salarial, la desigualdad medida por el coeficiente Gini (el sistema más extendido) sube un 9%, según el estudio. Eso no implica que el mayor peso del capital en el total de la riqueza no haya influido en la tendencia, pero sin ser lo decisivo. Si la participación de los sueldos en la renta nacional en los países del G7 ha bajado un 12% en las tres últimas décadas, la desigualdad lo ha hecho un 25% en tres décadas.
“El factor más determinante de la desigualdad no es la proporción de riqueza que va al trabajo o al capital, sino la dispersión de los salarios, que se ha incrementado notablemente en el pasado como resultado del crecimiento de los salarios de la parte alta”, concluye el informe. Y esta dispersión tiene sus motivos: mientras “una mayor globalización financiera y desempleo se asocian a una mayor diferencias de salarios”, apunta el documento, “la mayor sindicalización en la industria, la mayor formación de los trabajadores y el mayor gasto del Estado” ayudan a reducir la distancia entre los sueldos más altos y bajos.
Si se toman los países con mayor y menor brecha del G7 en los últimos 30 años, el aumento de la desigualdad en los ingresos disponibles ha alcanzado el 25% en Estados Unidos y el 35% en Reino Unido, frente al 10% en Alemania. En cambio, en Francia la desigualdad es menor que en los 70 y mediados de los 80, y ha sido bastante estable desde los 90 con un repunte en los últimos años. En un ejercicio de descomposición de esta brecha, los autores concluyen que la dispersión de los ingresos explica el 75% del aumento de la desigualdad en Alemania y más del 90% y 95% en EE UU y Reino Unido, respectivamente, así como el 100% de la variación en Francia.
Una caída del 10% de la participación del trabajo en la riqueza, en cambio, solo conduce a un aumento de la desigualdad del 0,9%, y esto tiene peso sobre todo en las economías emergentes, frente a los países desarrollados, donde los salarios son cruciales.
El informe concluye que si los gobiernos quieren evitar aumentos de la brecha social deberán atender a la evolución de los sueldos, lo que incluye la influencia que puedan tener los cambios en los diferentes marcos laborales o en las instituciones. También las políticas públicas dirigidas a mejorar la formación resultan vitales así como las medidas de política fiscal que corrigen la desigualdad.
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