El índice de precios del consumo cae en Reino Unido al nivel récord del 0%
Es el menor avance desde 1988, cuando se comenzó a elaborar la estadística
Reino Unido alcanzó en febrero, por primera vez desde que existen registros, la inflación cero. Se trata de un caída significativa respecto a la tasa del 0,3% registrada en enero y supera las expectativas de los economistas, que esperaban que el Índice de Precios de Consumo (IPC) cayera en febrero solo hasta el 0,1%. La inflación cero implica un aumento del poder adquisitivo de los salarios en términos reales y, en ese sentido, supone un respaldo para el Gobierno de cara a las elecciones del próximo 7 de mayo.
“Es una buena noticia para las familias”, escribió en Twitter el primer ministro, David Cameron, “y un signo de que nuestro plan económico a largo plazo está funcionando”. La confirmación de que los precios no han subido sirvió a George Osborne, canciller del Exchequer, para cuestionar el argumento de la oposición laborista de que Reino Unido atraviesa una profunda crisis en el coste de vida. “Los precios están congelados y, mientras se fortalece la recuperación de la Gran Recesión laborista, su discurso económico se ha convertido literalmente en la nada”, comentó el responsable de Economía en la misma red social.
Dos factores explican, según la Oficina Nacional de Estadística, la caída de la inflación más allá de las expectativas: la bajada del precio del petróleo (que ha provocado una caída anual del carburante de 16,6%) y la de la comida (3,4%), empujada por la feroz competencia entre las cadenas de supermercados. La inflación nunca había alcanzado el nivel cero desde que, en 1988, empezó a medirse el IPC de la forma en que se mide ahora. Los expertos calculan que la última vez que la inflación británica se situó en un nivel tan bajo pudo ser en los años 60 del siglo pasado.
La expectativa de que el precio del petróleo continúe cayendo, y tirando a la baja de los costes de producción, sumada a la fortaleza de la libra respecto al euro, que abarata las importaciones, hace esperar que los precios sigan cayendo en los próximos meses. La perspectiva de la entrada en un periodo de deflación, que pueda llegar a desincentivar el consumo y la inversión debido a la expectativa de que la bajada de precios continúe, ha evidenciado cierta división de criterio en el seno de la autoridad monetaria británica.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, declaró en febrero que un periodo de deflación sería “inequívocamente bueno” para la economía británica, que espera crezca un 2,9% al final de este año. Hasta ahora la autoridad monetaria británica ha considerado que las caídas en la inflación son temporales y que no es necesario rebajar los tipos de interés, anclados en un histórico 0,5% desde 2009, para alcanzar su objetivo oficial de inflación situado en el 2%. Pero el economista jefe de la misma institución, Andy Haldane, señaló la semana pasada que no conviene subestimar la amenaza de un periodo de deflación mala, y que podría ser necesario rebajar aún más los tipos de interés. Una opción, la de abrir la puerta a un estímulo monetario, que Carney ha tachado de “extremadamente estúpida”.
Sea como fuera, lo que parece claro es que, después de esta bajada de la inflación mayor de la esperada, el Banco de Inglaterra no va a tener prisa en subir los tipos de interés, como tenía previsto. Los nueve miembros del comité de política monetaria estarían a favor, al menos, de mantener los tipos en el 0,5% lo que queda de año. La depreciación hoy de la libra 0,4% respecto al euro indica que los mercados tampoco esperan una subida inminente de los tipos.
La deflación es un escenario desconocido para Reino Unido en los tiempos modernos y, en general, se valora como positivo. Los salarios han crecido a un ritmo muy lento (apenas un 1,6% al año) desde los años de la recesión. Pero la caída del IPC significa que sube el valor adquisitivo real que proporcionan esos pequeños aumentos.
Si la tendencia a la baja del desempleo (actualmente en un 5,7%, con un récord histórico de personas empleadas) continúa, se espera que acabe tirando al alza de los salarios. Y esto puede producir un aumento del consumo que tire de los precios en la segunda mitad del año, cuando los efectos de la subida del petróleo, que empezó a finales del año pasado, queden neutralizados en las mediciones anuales. Todo ello, en la medida en que la bajada de los precios no acabe perjudicando a los salarios, hace que en general los analistas no teman un periodo de deflación estancada como el que sufrió Japón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.