Competencia obvia las raíces del problema de la leche

El sector de la leche ha sido históricamente pionero en las reivindicaciones del sector agrario frente a las industrias a quienes han acusado tradicionalmente de abusos de poder, pactos de precios y hasta de esclavitud por bloquear en el pasado que los ganaderos se pudieran cambiar de empresa a efectos de ventas. La multa de 88 millones a las industrias más importantes del sector por acordar precios e intercambio de información, no ha sido la primera y probablemente no será la última para un sector que también ha pasado por los tribunales por compras de leche negra, maletines de euros e impagos de IVA millonarios, caso Churtal, todavía hoy sin resolver. No hablamos, pues, de un sector de novatos o de inocentes.

La imposición de esos 88 millones por concentración de precios en un sector con unas compras anuales a los ganaderos por valor de unos 2.000 millones de euros no parecería elevada si se considera el posible beneficio logrado durante más de una década, a poco que bajaran los precios de las compras. Sin embargo, dada la actual situación financiera de las empresas, la multa parece elevada y casi inasumible para algunas firmas nacionales con escasos resultados. Sobre todo, hay razones para temer que, al final, el importe de esas sanciones, sin pactos de precios, simplemente por sentido de la supervivencia, lo vayan a seguir cargando a los ganaderos.

Competencia, en base a las denuncias de una organización agraria, UPA, ha encontrado razones para imponer a las industrias la sanción correspondiente. Pero el mismo organismo no ha dado respuesta, ni siquiera con una referencia, a la otra parte de la denuncia, a la cuestión de fondo. El sector reclamaba una respuesta, no solo contra las industrias, sino para el conjunto de la cadena desde que sale un producto del campo hasta que llega a los lineales por entender que las importaciones y la gran distribución también forman parte del mismo problema.

No existe justificación alguna para que las industrias, desde su posición de poder en el sector, sigan imponiendo precios en el campo. Pero, frente a las reiteradas denuncias hechas desde el propio sector, nadie ha buscado una respuesta a unas importaciones de leche y, sobre todo, de quesos desde otros países comunitarios a unos precios de dumping con los cuales resulta imposible competir a la industria ubicada en España que adquiera la materia prima en el mercado interior.

A esta circunstancia en la política de abastecimiento, la industria debe asumir además a sus espaldas el peso de la gran distribución imponiendo precios a la baja fundamentalmente para una marca blanca que ya supera el 60% del mercado, situando un litro de leche en los lineales a poco más de 0,55 euros litro, mientras ese mismo grupo lo vende al norte de los Pirineos a un euro.

Nadie responde a unas importaciones lácteas a precio de 'dumping' que hacen imposible competir a la industria

La mayor parte de la industria láctea española, frente a lo que ha hecho el propio sector productor, no ha dado los pasos suficientes para diversificar su oferta, aumentar el volumen de productos de mayor valor añadido y se ha quedado como envasadora de leche desde la cisterna al brik. Debe mejorar su situación para asegurar su futuro. Pero, además de ello, para las industrias ubicadas en España resulta complicado competir si no se clarifican y eliminan esas importaciones tiradas de precios y si la gran distribución sigue imponiendo precios de oferta por debajo de coste que, en el fondo era la denuncia del sector ganadero ante Competencia y para lo que se pedía una respuesta que no se ha producido.

Si no se clarifica ese cártel de importaciones y Competencia no hace lo mismo con la propia distribución, probablemente en el futuro habrá más multas. Pero, seguro, habrá precios bajos en el campo sin necesidad de pactos y cierre de explotaciones ganaderas o de empresas por falta de rentabilidad.