La Comisión Europea da dos años más a Francia para reducir su déficit
París tendrá hasta 2017 para reducir el saldo negativo del 4,3% al 3% del PIB
Dureza con Grecia y laxitud con Francia e Italia: esa es a día de hoy la Unión Europea. La Comisión Europea acaba de dar dos años más a Francia, hasta 2017, para que deje el déficit público en el mítico 3% del PIB. Bruselas da un ligero toque de atención a París y Roma, pero pone de manifiesto que las reglas no son iguales para todos: Italia lleva década y media de estancamiento; Francia se enfrenta a un horizonte de medio plazo con un crecimiento tan anémico que más recortes fiscales ponían en peligro la recuperación –débil y desigual—de la eurozona.
En un movimiento político de primera magnitud, la Comisión Juncker, que podía haber iniciado el procedimiento de sanción para París y Roma ante la falta de reformas y los problemas con el déficit y la deuda pública, respectivamente, confirma que la era de la austeridad deja paso a una política fiscal neutra y muy cuidadosa con los grandes, ante unas perspectivas para la economía europea que no acaban de mejorar ni siquiera con la promesa del Banco Central Europeo de la compra masiva de deuda pública y privada. Y ante el peligro que en esos dos países, y en otros, emerge en forma de populismos, con el Frente Nacional de Le Pen en Francia y la antipolítica del Movimiento 5 Estrellas más allá de los Apeninos.
Según las previsiones de la Comisión Europea, el déficit público de Francia, en vez de menguar, creció hasta el 4,3% del PIB en 2014 (frente al 4,1% de 2013). Excepto en el arranque de la crisis, el desajuste de las cuentas públicas francesas no fue muy abultado (entre el 5% y el 4% del PIB), pero París hizo valer su peso político y se resistió siempre a tomar medidas fiscales extremas. Eso y el leve crecimiento de los últimos años explica que el déficit apenas se haya reducido en los últimos tres años, contraviniendo las exigencias de la Comisión.
"Francia es el caso más complicado que hemos discutido hoy. Está claro que tiene que acelerar sus esfuerzos tanto en el plano de reformas estructurales como en el fiscal", dijo el vicepresidente de la Comisión Europea para el euro, Valdis Dombrovskis. A cambio de este trato más suave, Bruselas reclama a París más reformas fiscales y que se comprometa a un ajuste estructural de las cuentas públicas. La Comisión tampoco hará exigencias adicionales a Bélgica e Italia, pese a sus evidentes problemas para bajar la deuda pública.
En el caso de España, por ahora, no hay novedad: con un déficit cercano al 5,5% del PIB en 2014 tras un ajuste tremendo (el desfase estaba en el 9% del PIB en 2011), que contribuyó a provocar una segunda recesión y destruir otro millón de empleos, la Comisión le sigue exigiendo que llegue al objetivo de déficit del 3% en 2016. "En España ha habido mejoras, pero aún hay riesgos", dijo en rueda de prensa el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, quien precisó que el país seguirá siendo sometido a la supervisión comunitaria.
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