Pensiones con letra pequeña

Hay algo tan típico de la Navidad como la lotería: las ofertas sobre planes de pensiones. Las entidades financieras, bancos, aseguradoras e intermediarios varios concentran en estos días finales del año sus campañas publicitarias de venta sobre estos productos. De hecho, ellas mismas reconocen que más de un 50% de su contratación se realiza en el último trimestre del año, según la V Encuesta sobre Planes de Pensiones, realizada por el Observatorio Inverco y publicada recientemente.

Esta es también la época del año en la que los asesores financieros y fiscales recuerdan que en unos meses habrá que pagar a Hacienda (vía declaración de IRPF) y que conviene ir ajustando las cuentas para reducir esa futura factura fiscal. Y ahí están los planes de pensiones que gozan de la particularidad de reducir la base imponible del impuesto (es decir, de rebajar automáticamente la cantidad de ingresos obtenidos). Además, en 2014 el tema fiscal de los planes tiene un aliciente más: hasta ahora, de forma general se puede aportar a un plan de pensiones hasta 10.000 euros al año (12.500 euros si se es mayor de 52 años) y, por tanto, en función de los ingresos totales, ahorrarse de impuestos entre 2.475 euros (tipo marginal del 24,75% en el IRPF) y hasta más de 5.200 euros (tipo máximo del 52%, que puede llegar al 56% en algunas Comunidades Autónomas). Sin embargo, a partir de 2015 las aportaciones no podrán ser nunca superiores a 8.000 euros al año y, además, dado que se rebajan los tipos del IRPF (mínimo: 20%; máximo: 47%), el ahorro de impuestos, aún llevando al límite las aportaciones, podrá oscilar entre los 1.600 euros y un máximo de 3.760 euros. Cuantiosas diferencias.

Con estas premisas, las entidades se han metido de lleno en la promoción de sus planes de pensiones. Con un claro objetivo: captar fondos no solo al animar a sus clientes para que hagan nuevas aportaciones a sus planes sino, sobre todo, para convencerles de que traspasen a su correspondiente entidad todo lo que ya tenían ahorrado en otras.

El gancho estrella de este año para lograr robar cuota a la competencia es el pago en metálico de determinadas bonificaciones: un 2%, un 3%, un 4% y hasta un 8% sobre el importe transferido, que de forma habitual se abona en una cuenta asociada del partícipe (por lo que teóricamente éste puede disponer de ese dinero como quiera). El premio en metálico es sugerente y suena bien, pero... tiene letra pequeña.

Para empezar, el inversor particular puede que solo consiga esos llamativos porcentajes de dinero en efectivo si hace las aportaciones máximas. Por ejemplo, en el BBVA, la bonificación es del 2% por importes inferiores a 25.000 euros; del 3% si se supera esa cantidad y solo un 1% más en cada caso si la suma de aportaciones y traspasos es superior a 10.000 euros. Entre otras entidades, Unicaja, Bankinter o Abanca siguen una política similar.

Es también cierto que esos porcentajes máximos puede que únicamente se obtengan si el particular se obliga a mantener su plan de pensiones durante determinado tiempo. Compromiso de permanencia se llama. Catalunya Caixa, por ejemplo, establece una bonificación del 3% si se mantiene la posición durante seis años; del 4%, si son ocho años. Independientemente de que el importe de la bonificación esté vinculada al requisito de permanencia, la realidad es que éste se impone en todos los casos. En algunos por poco tiempo: es el caso de ING que lo fija hasta el 28 de febrero de 2015; en otros por bastante más: la media se sitúa en torno a los cinco años (BBVA, Bankinter…); y en otros aún mayor: en determinados casos, Banco Popular exige hasta ocho años. Si se incumplen, se pierde todo o parte de la bonificación.

Esta exigencia de fidelidad tiene sentido: no hay que olvidar que, sin excepción, los planes de pensiones tienen comisiones de gestión y, por tanto, son una fuente de ingresos continuada en el tiempo para bancos, aseguradoras… Con efectos desde el pasado 2 de octubre, según se aprobó en el Real Decreto 681/2014, de 1 de agosto, la comisión de gestión máxima es del 1,5% anual del valor de las cuentas de posición (o el 1,2% más el 9% de la cuenta de resultados) y la de depósito máxima del 0,25% anual del valor de las cuentas de posición.

La bonificación en metálico tiene también en ocasiones, limitaciones de importe. Es el caso, por ejemplo, de ING Direct, que la fija como máximo en 600 euros, o de Unicaja que lo hace en 2.000 euros.

Sucede también que, independientemente de si esta retribución está o no limitada, Hacienda también se beneficia de ella. Estos abonos se consideran un rendimiento de capital mobiliario y, además de estar sujetos a una retención actualmente del 21% (el dinero que recibirá el particular será, por tanto, menor), se deben incluir en la declaración de IRPF y tributar por ellos.

Por último, hay que tener en cuenta, y es éste un aspecto muy relevante, que en una muy buena parte de las ofertas actuales sobre traspasos de fondos, éstas dirigen al inversor hacia planes muy concretos. No existe, por tanto, la libre elección. Éste es, por ejemplo, el caso de Banco Popular que lleva a ofrecer un 8% de bonificación siempre y cuando se coloque en dinero en algunos de los planes de pensiones predeterminados por la entidad.