Los precios bajan en agosto en la mitad de bienes y servicios que computa el IPC

Los precios del consumo enlazan dos meses en retroceso, al bajar en agosto un 0,5% respecto al mismo mes de 2012, frente al -0,3% que reflejó la tasa anual del IPC en julio. Es la mayor caída de los precios desde 2009, en lo peor de la Gran Recesión, cuando llegó a bajar más del 1%. Pero ahora está incluso más extendida que entonces: 64 de los 126 bienes y servicios que se computan en el índice de precios de consumo registran tasas negativas a final de agosto.

Tal y como había avanzado a finales del mes pasado el Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios energéticos (pasó del 0,3% de julio al -0,9% en agosto) y, en menor medida, los alimentos (del -2% al -2,2%) fueron los que hicieron caer aún más. La variación anual de servicios (0,2%) y bienes industriales (-0,4%) fue la misma que en julio.

En la energía, influye el frenazo en la cotización internacional del petróleo, con el barril de brent ya claramente por debajo de los 100 dólares, mientras que en los alimentos el retroceso se explica por la comparación con la mala campaña del año pasado, que encareció frutas y verduras.

El núcleo estable de la inflación, que excluye los precios energéticos y los de alimentos frescos, se mantiene anclado en el 0% de variación por cuarto mes consecutivo, algo que no ocurrió tampoco en la Gran Recesión. “Los precios vigentes describen un escenario de expectativas de inflación muy bajas, causado por un comportamiento bajista muy transversal” señala en un análisis el Instituto Flores de Lemus, que otorga una probabilidad del “99,9%” a que la inflación media de 2014 y 2015 se sitúe “por debajo del 1%”, tasas muy alejadas del objetivo de inflación que marca el Banco Central Europeo (ligeramente por debajo del 2%).

La Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) anticipa un escenario similar: una inflación media del 0% este año, para escalar apenas al 0,5% en 2015. El estancamiento de los precios es una señal preocupante, por lo que transmite de debilidad en la demanda, pero facilita que trabajadores y pensionistas dejen de perder poder adquisitivo.