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El cerebro de las Google Glass ficha por Amazon

La caza de altos directivos entre los grandes de Internet es cada vez más agresiva

Babak Parviz, la semana pasada en unas conferencias en San Francisco.
Babak Parviz, la semana pasada en unas conferencias en San Francisco.R. J. C.

Las gafas de Google van camino de convertirse en una promesa fallida. Desde su presentación hace más de dos años, este dispositivo no ha hecho más que generar expectación sin fecha de salida. A la incertidumbre sobre su comercialización en el mercado de consumo, más allá de los desarrolladores de aplicaciones, se suma ahora la salida de la persona que hasta ahora había liderado el proyecto: Babak Parviz, uno de los visionarios de Google.

Parviz está considerado el cerebro detrás de Google X, el laboratorio dedicado a pensar los aparatos que se usarán en el futuro. De ahí no solo salieron las gafas, también los coches sin conductor o las lentillas que miden el nivel de glucosa en sangre. Google fichó a Parviz cuando era un profesor de la Universidad de Washington especializado en nuevas ópticas.

La despedida fue, paradójicamente, a través de Google+ en el enésimo intento del gigante de Mountain View por tener un papel relevante en el terreno de las redes sociales. Con un escueto “muy emocionado” y bajo el logo de Amazon, Parviz lucía su sonrisa como único mensaje. El fichaje por la empresa de Jeff Bezos evidencia una apuesta firme de Amazon por el hardware, con lo que trata de superar el peso de los libros electrónicos y las tabletas en su negocio. El primer móvil de los de Seattle, Fire Phone, da una pista de lo que se puede esperar del gran almacén de Internet. Una de sus características distintivas es la capacidad para mostrar imágenes en relieve sin necesidad de usar gafas, lo que da sensación de profundidad a partir de una ilusión óptica y jugando solo con la física.

Parviz agrava la sangría de directivos que ha sufrido la empresa a lo largo del último año

La última aparición pública de Parviz como miembro de Google fue el martes pasado en San Francisco en una congreso sobre wearables, que es la tecnología que se puede llevar puesta. Durante el evento, el directivo matizó que el proyecto Glass no era necesariamente la respuesta definitiva a cómo sería la computación del futuro: “Es una de las muchas opciones, pero es solo un paso”. En su opinión quedan alrededor de 15 años para que el uso de estos complementos sea común: “Irán por la calle con algo puesto en la cabeza, no sabemos exactamente qué”. Dejó caer próximos desarrollos como sensores en ropa o implantes coronarios capaces de analizar la cantidad de oxígeno en sangre, infecciones o carencias en tiempo real. Sin embargo, apuntaba los factores que tendrán que evolucionar de manera inminente para que sean una realidad: “Hacen falta esfuerzos en miniaturización, mejorar la transmisión con la unidad de proceso, que la respuesta sea inferior a un segundo, y, sobre todo, reducir el consumo energético”.

Al término de la ponencia, el directivo no tuvo inconveniente en departir con un pequeño grupo de curiosos y relatar el gran futuro que le auguraba a los laboratorios de Google X. Entre las propuestas que más le ilusionaban, destacó los globos aerostáticos para llevar Internet a países en donde escasea la conexión.

El buscador no ha hecho comentarios sobre la salida de Parviz. Ivy Ross, con un perfil más enfocado en el diseño, fue exdirector de márketing de Bausch&Lomb (los fabricantes de Ray-Ban), y menos en la investigación científica, es el directivo con más posibilidades de ocupar su puesto.

Fuga de directivos

Google afronta esta salida como una más de la sangría de directivos que cambian de rumbo en el último año. El primero en decir adiós fue Andy Rubin, responsable del ecosistema Android, tanto su desarrollo en sí como de las aplicaciones. Seis meses después siguió sus pasos el brasileño Hugo Barra, uno de los miembros más carismáticos de la directiva y el latino de más alto rango en el organigrama. Sus motivos no eran meramente profesionales, la que era su pareja pasó a serlo de Sergey Brin. El brasileño, cabeza visible de los productos tanto móviles como tabletas con Android dejó Mountain View para ser la voz de Xiaomi, uno de los fabricantes con mayor crecimiento en Asia, fuera de China.

En Silicon Valley se asume que para dar un salto real en el salario hay que cambiar de empresa

Poco antes de la conferencia anual se despedía Vic Gundotra, de origen indio, vicepresidente de todo lo referente a redes sociales. Todo un golpe. En 2013 le dedicó más de media hora a Google+, el servicio llamado a plantar cara a Facebook y Twitter. En 2014, sin embargo, no se mencionó. Google+ o cualquier aspecto relacionado con las redes sociales era inexistente.

Antes de que Mark Zuckerberg o Jack Dorsey creasen sus productos, Google lanzó Orkut, su primera incursión en el mundo social. En septiembre, cumplirá 10 años y cerrará definitivamente. Después llegaron Buzz y Wave, también enterrados.

Competencia al alza

La salida de Parviz es un síntoma de la pérdida de atractivo por parte de Google, pero también de la agresividad con la que se contrata en un lugar donde lo que más cotiza es la capacidad para hacer equipos compactos y desarrollar ideas nuevas. Por este motivo, no sorprendería si en los próximos días parte de su equipo se une en la nueva aventura. En Silicon Valley se asume que para dar un salto real en el salario es necesario cambiar de empresa. La negociación de las acciones es un incentivo clave para el fichaje y la mejor forma de fidelizar por parte de la empresa. Por norma general, es necesario estar al menos cuatro años para convertirlas en dinero.

Los gigantes de la tecnología, especialmente Apple y Google, procuran protegerse de fugas de talento y escaladas de salarios con pactos de no agresión. Desde 2007, Facebook es la más temida por su agresividad contratando. Larry Page y Sergey Brin, fundadores de Google, han contrarrestado haciendo lo propio con reuniones personales que buscan seducir a los ingenieros de Zuckerberg.

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