Hispasat entra en la guerra de los cielos
La operadora española de satélites tiene que crecer en un sector cada vez más global
El sector de los servicios por satélite se está poniendo al rojo vivo. Hay overbooking en los cielos por la creciente demanda de sus servicios en tierra y por un número cada vez mayor de operadoras que buscan posiciones en el espacio y añaden presión competitiva aquí abajo; una auténtica guerra comercial que solo la podrán ganar las más grandes. De ahí que Hispasat, una operadora de tamaño medio, la octava del mundo (siete satélites frente a los 55 de Astra), esté decidida a alzarse al grupo de cabeza, el único sistema para seguir en órbita. “Empezamos como operadora local, ahora somos regional y tenemos que dar el salto para ser global”, explica Elena Pisonero, presidenta de Hispasat. “Nuestra ambición es situarnos entre las cinco primeras, algo decisivo ya que estamos en un sector muy competitivo, con clientes globales, aplicaciones cada vez más diversas y necesidad de satélites con mayor capacidad y sofisticación”.
La empresa española, que tenía apenas cinco satélites el año pasado, tendrá diez en 2016. “Lanzar cinco satélites hasta 2016, de los que dos se han lanzado, es algo que no tiene precedentes en la historia de la compañía”, apunta Ignacio Sanchís, su director de Negocio. El año pasado se estrenó el Amazonas 3 y en marzo el Amazonas 4A, ambos destinados a servir al mercado latinoamericano. Los planes son tan ambiciosos que pasan por triplicar su tamaño, desde los 200 millones de euros de facturación de 2013 hasta los 600 millones de 2022. Triplicar el tamaño en tan poco tiempo puede parecer audaz, pero si tenemos en cuenta que la mitad de ese crecimiento será orgánico —más satélites y más servicios— y la otra mitad vía adquisiciones o alianzas, parece más razonable. Además, el negocio sigue creciendo a buena velocidad. Según la SIA (Satellite Industry Association), la cifra de negocio global del sector ha aumentado un 34% en plena crisis, de 84.000 a 113.500 millones de dólares entre 2008 y 2012.
De momento, la mayor parte del crecimiento orgánico del grupo vendrá de América Latina, donde el negocio de servicios de satélites sube al 7% anual. Mientras que en España y Portugal estos servicios tienen un recorrido limitado, aunque crecerán en nichos como la UHD (Ultra Alta Definición), o las conexiones de Internet y voz por satélites en zonas apartadas, en Latinoamérica hay segmentos enteros que están por explotar. Latinoamérica es ya más importante para la compañía que la península Ibérica.
La compañía tiene siete satélites, tras lanzar dos en 2013, y en 2016 tendrá diez
“En 2008 solo el 31% del negocio venía de América (el resto era de Europa), ahora es ya el 56%”, explica Pisonero. En Europa, el crecimiento de las plataformas DTH (directo al hogar), lo que conocemos por televisión de pago por satélite, es ya limitado. Pero, en Latinoamérica siguen lanzándose ofertas comerciales. Otros segmentos con fuerte recorrido ahí son, dice Sanchís, “los servicios de distribución, por ejemplo para la TDT (que comienza a implantarse en la región), así como la conexión de redes de operadoras de telecomunicaciones fijas o móviles en zonas apartadas, algo común en Latinoamérica, dadas las grandes distancias”. De hecho, el lanzamiento de los Amazonas busca ampliar la capacidad de Hispasat en la zona, dado el aumento previsto de la demanda y el hecho de que “los satélites de ahí estén al tope de su capacidad”, según Pisonero. Lo que hubiera hecho imposible responder a la demanda añadida por el Mundial de Brasil de este año.
La gran ventaja de Hispasat en la zona es que es uno de los cuatro operadores dominantes, con más de veinte millones de hogares en países como Brasil, Chile, Perú, Venezuela, Argentina, Canadá o EE UU, en los que tiene entre sus principales clientes a las plataformas de Movistar, Oi o Claro. Ello no significa que no vaya a sufrir presiones competitivas. Igual que España lanzó su compañía de satélites en 1989, otros países, como Brasil en 2016, lo están haciendo. “Cada vez hay más países emergentes que tienen su compañía de satélites”, apunta Pisonero. Hispasat trata de aprovechar su fuerte cuota de mercado en la región, y sus clientes de primer nivel, para lograr acuerdos o alianzas con algunos de estos operadores emergentes y seguir así en la delantera. “Llevamos mucho tiempo y tenemos una amplia cartera de clientes”, añade.
La avalancha de operadores está generando cierto overbooking en el espacio que obliga a repartirse los cielos. “Overbooking propiamente dicho aún no hay, pero la necesidad de coordinarnos entre todos para obtener posiciones es cada vez mayor”, aclara Pisonero. Esta es una de las razones, junto con la búsqueda de cuota de mercado en tierra, de un creciente movimiento de alianzas y compras. También por parte de Hispasat. “Ahora mismo”, dice Pisonero, “estamos negociando dos alianzas en Latinoamérica. Una está a punto de firmarse”. Estas alianzas —o compras y fusiones— buscan, además, la posibilidad de lanzar satélites o explotar posiciones orbitales de forma conjunta, con el resultante ahorro de costes e inversiones. El año pasado Eutelsat, accionista de Hispasat, con el 34%, adquirió Satélites Mexicanos por 860 millones de euros.
Las operadoras de satélites se están viendo obligadas a globalizarse debido a la propia globalización de sus clientes. “Estamos obligados a tener una flota global si queremos ofrecer cobertura a unos clientes también cada vez más globales, da igual que sea una operadora de telecos o una televisión. RTVE ofrece servicios en sitios donde no tengo posición orbital, lo que le obliga a contratar con otros operadores”, explica Pisonero. Y están surgiendo nuevos servicios alrededor de la movilidad, que exigen presencia universal. El transporte aéreo empieza a facilitar móvil e Internet, los cruceros quieren hacer lo mismo, y la flota mercante necesita comunicación más sofisticada, a lo que habría que añadir el creciente uso de servicios de satélite por parte de multinacionales.
No hay que olvidar que los servicios de satélites son un sector de capital intensivo, con inversiones muy cuantiosas y retornos que se alargan en el tiempo. “Lanzar un satélite puede costar hasta 250 millones de euros”, dice Pisonero. “Muchas compañías, ante los cambios en el sector, se ven obligadas a dar saltos en su expansión que no pueden abordar en solitario. Nuestra suerte es contar con unos accionistas que están dispuestos a financiar la expansión de Hispasat”, zanja.
Planes de expansión
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