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España e Italia se suman a la presión sobre Draghi de la Comisión y el FMI

“Estoy convencido de que el Banco Central va a actuar”, asegura el ministro de Economía, Luis de Guindos

Claudi Pérez
El ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaüble, en el centro, ayer en la reunión del Ecofin en Atenas.
El ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaüble, en el centro, ayer en la reunión del Ecofin en Atenas.A. M. (AFP)

Vuelva usted mañana, versión Mario Draghi. Preguntado sobre el riesgo de deflación o al menos de un largo periodo de baja inflación que amenaza la débil recuperación y dificulta el ajuste de la periferia, el presidente del Banco Central Europeo respondió este martes con un lacónico “venga a Fráncfort el jueves”, en alusión a la rueda de prensa posterior al consejo del Eurobanco. La inflación de la eurozona está en el 0,5%, lejos del objetivo del BCE desde hace ya medio año. Varios países, como España, experimentan ya tasas negativas. Con el euro muy fuerte, la economía europea se enfrenta a una especie de síndrome ni-ni: ni recuperación, que apenas alza el vuelo y está expuesta al más mínimo soplo de aire, ni inflación, que castiga de lo lindo a un continente muy endeudado. Nada de eso parece alterar al BCE, aunque la presión no deja de crecer: España e Italia se sumaron este martes en Atenas a las advertencias del Fondo Monetario Internacional, de la Comisión Europea y de buena parte de los think tanks y los analistas, cada vez más preocupados por la inacción de Draghi.

El Eurobanco no acusa la presión. Draghi solo mencionó de pasada el riesgo de baja inflación en un breve discurso ante los ministros del euro, según fuentes presentes en la reunión. Descartó —una vez más— la amenaza de deflación. Y tras esa alusión, no hubo debate; no hubo ningún tipo de discusión. “Ni un solo ministro entró a presionarle”, según las citadas fuentes, a pesar de que ante la prensa sí hubo varias referencias al respecto.

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La debilidad política en los países más afectados por las bajas tasas de inflación no permite una verdadera presión sobre el banco central, feroz guardián de su sacrosanta independencia. Francia está metida en una crisis de Gobierno. En Italia, el nuevo Gobierno de Matteo Renzi lleva apenas unas semanas al mando. España acaba de cerrar el rescate financiero. Incluso la Comisión está de salida. “Nadie está en condiciones de discutir el tándem Fráncfort-Berlín”, explicaron fuentes europeas. Eso deja a Draghi parapetado tras una Alemania que no solo está cómoda con la situación actual sino que incluso, en documentos internos, aboga por una subida de los tipos de interés.

Pese a que Draghi eludió ante la prensa cualquier referencia a ese debate, su vicepresidente, Vitor Constancio, sí admitió que la baja inflación “es motivo de inquietud”. “Puede lastrar la recuperación y perjudica a los Gobiernos con mayores deudas acumuladas”, apuntó. Constancio descartó también la deflación —una rebaja generalizada de los precios, muy difícil de combatir— y aventuró que las tasas se recuperarán en abril, y en general a medida que se afiance la recuperación, “siempre que los riesgos a la baja no se materialicen”. Es decir, siempre que se eludan las diversas amenazas que acechan en el horizonte, en una Europa que cuenta con un buen puñado de riesgos tanto por la situación económica y financiera en los países rescatados —y, lo más preocupante, en Italia y Francia— como por las amenazas sobre la estabilidad política.

No hay problemas de deflación en Europa, sino una inflación muy reducida” Luis de Guindos, ministro de Economía

A pesar de esos riesgos, casi nadie en el Eurogrupo le tose a Draghi. Solo el anfitrión en Atenas, el griego Yanis Stournaras, recordó que las previsiones de inflación “permanecen en niveles históricamente bajos, muy por debajo del objetivo del BCE”, según un documento con la firma de la presidencia griega de la Unión. Después, ante los periodistas, el italiano Pier Paolo Padoan explicó que una inflación tan baja “dificulta el ajuste de la deuda”, pero sobre todo afirmó que “puede perjudicar el crecimiento” de la eurozona. Más explícito aún fue el ministro español, Luis de Guindos: “Estoy convencido de que el BCE va a actuar”. “No hay problemas de deflación en Europa, sino una inflación muy reducida, que tiene algunas ventajas como una evolución salarial moderada, pero también plantea dificultades a los países endeudados, como España”, agregó el ministro, que se alineó con el vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.

Con los tipos de interés oficiales muy próximos al 0%, Draghi se enfrenta a la dificultad política de acordar medidas extraordinarias como la compra de bonos a la americana. “El BCE no se va a mover mañana”, vaticinó el director de Bruegel, Guntram Wolf. “Al menos”, añadió, “no con medidas realmente heterodoxas, que requieren un difícil consenso”. “Primero, porque no quiere que las compras de activos distorsionen los exámenes a la banca que está realizando. Y segundo, porque solo está incómodo con la baja inflación del centro, no la de la periferia, y es muy difícil activar medidas efectivas que afecten solo a Alemania y a otros países del corazón del euro”, cerró Wolf.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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