Las autoridades bancarias suavizan los exámenes al sector financiero
La EBA exige que los bancos tengan al menos un 5% de capital de máxima calidad en caso de una crisis de gran calibre, algo inferior a lo que se esperaba
La banca es el principal objeto de sospecha desde el inicio de la crisis: fue el origen de los problemas y, un lustro largo después, la calidad de sus activos sigue en entredicho, a pesar de los miles de millones inyectados en ayudas públicas. El Banco Central Europeo y la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) se han propuesto acabar con las incógnitas en los esperados exámenes al sector financiero, destinados a detectar los agujeros que siguen bajo la alfombra. Se esperaban pruebas muy duras: el BCE se juega su credibilidad. A la luz de los primeros detalles conocidos este viernes, todo apunta a que finalmente se alcanzará un nivel intermedio de dureza. Al cabo, los resultados no pueden ser catastróficos —la situación económica ha mejorado, y la fatiga es evidente en el contribuyente europeo—, peor tampoco pueden poner en peligro la reputación del BCE.
La EBA dio algunas pinceladas de esa decisión salomónica, casi política, destinada a alcanzar un difícil equilibrio entre la severidad que reclama el Eurobanco y el miedo de los Gobiernos a tener que rascarse el bolsillo otra vez. Las autoridades europeas exigirán a la gran banca que su nivel de capital no caiga por debajo del 5,5% de sus activos en caso de una gran crisis. Esa cifra es más dura que la exigida en los fallidos exámenes de 2011 (5%, un listón que Bankia o los bancos irlandeses, posteriormente rescatados, superaron), pero está por debajo de lo que venía sugiriendo el BCE. Las fuentes consultadas apuntan que el anuncio es aún vago: hay que desvelar el resto de condiciones del ejercicio (la caída del PIB prevista, por ejemplo) para fijar con exactitud el grado de dureza final.
Después de cada crisis financiera suelen repetirse siempre las mismas recetas, con resultados a menudo poco estimulantes: las autoridades anuncian más transparencia, más regulación y un mayor control sobre las remuneraciones de los banqueros. Ni en los bonus ni en la regulación ha habido avances realmente impactantes; la refundación del capitalismo ha quedado en agua de borrajas. Algo parecido ocurre con los compromisos de transparencia: la EBA analizará los 124 mayores grupos bancarios europeos, entre ellos la práctica totalidad del sector español, con 16 entidades. Pero Alemania, que someterá al examen a 23 bancos, no desnudará algunas de las entidades que levantan más sospechas. La EBA analizará el riesgo de crédito, los riesgos de mercado, las titulizaciones, los costes de financiación y el riesgo de la deuda soberana. Pero también ahí surgen dudas, en especial en lo relativo a la deuda pública.
Preocupa la acumulación de bonos del Estado por parte de las entidades, que han hecho su agosto pidiendo prestado al BCE a tipos cercanos al 0% e invirtiendo en deuda de sus países: los bancos españoles e italianos tienen ya en torno al 10% de sus activos en deuda pública. Al final, los escenarios de estrés afectarán a toda la esa deuda soberana, pero con una salvedad: la EBA permite a las autoridades nacionales “cambios en la ponderación de riesgos basados en modelos internos de evaluación del riesgo”. Es decir: el Banco de España y sus homólogos podrán suavizar el golpe. Habrá cierta discrecionalidad. “La ABE no puede cometer de nuevo el error de 2011: las quitas decretadas entonces avivaron el incendio en el mercado; ahora la situación es menos dramática; el mundo no es tan idílico como en 2007 y los bonos no pueden tener riesgo cero, pero tampoco estamos al borde del abismo; de ahí que se busque una vía intermedia”, explica Santiago Carbó, de la Bangor Business School.
A la banca le espera un año intenso hasta que se publiquen los resultados, en octubre. Las entidades llevan meses preparándose con emisiones y otras operaciones; España es uno de los países que más ha hecho sus deberes. Aun así, el mercado vaticina necesidades de entre 50.000 y 100.000 millones para toda Europa: los bancos tendrán unos meses para tapiar el agujero, pero si no lo consiguen habrá que acudir de nuevo a los Estados. “Los ciudadanos no permitirían por segunda vez que los Gobiernos rescataran a los bancos”, dijo Jean-Claude Trichet allá por 2011; Bankia y muchos otros casos vinieron después. Y aún habrá otro arreón de ayudas.
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