El viaje a los infiernos de Mr. Palome
Un exejecutivo de Oral-B que no pudo ahorrar sirve hamburguesas con 77 años
Parece casi otra vida. En el apogeo de su carrera empresarial, Tom Palome ganaba un salario levemente superior a los 100.000 dólares y volaba en primera clase en sus viajes de negocios a Europa. A los 77 años, este exvicepresidente de marketing de Oral-B ahora hace malabarismos con dos empleos de horario reducido: uno, como comercial, ofreciendo comida por 10 dólares la hora en Sam’s Club; el otro, cocinando hamburguesas y sirviendo bebidas en la parrilla de un club de golf por una cifra apenas superior al salario mínimo.
Palome trabajó intensamente durante toda su carrera, pagó su hipoteca y pudo enviar a sus hijos a la universidad, pero, como la mayoría de los estadounidenses, no ahorró lo suficiente para su retiro. Muchos de los nacidos con la explosión demográfica (los llamados baby boomers) que tienen una situación próspera y se acercan al final de sus carreras tampoco han llegado a ahorrar de 10 a 20 veces su ingreso laboral anual que, según los expertos en inversión, necesitarán para mantener su nivel de vida en la vejez.
Para los hogares de clase media, con ingresos que varían desde un poco menos hasta un poco más de 100.000 dólares, se trata de una situación especialmente sombría. Cuando sobrevino la crisis financiera de 2008, lo poco que Palome había ahorrado —90.000 dólares— recibió una paliza y de golpe se encontró necesitando efectivo para seguir manteniendo su estilo de vida. Ante la perspectiva de años, quizá decenios, de vida por delante, Palome tomó los empleos que pudo encontrar.
Retirarse ya no significa dejar de trabajar para muchos en Estados Unidos
Este abuelo eternamente optimista y juvenil se considera afortunado. Tiene la bendición de una buena salud, argumenta. Puede trabajar, vivir de forma independiente y mantener su dignidad, pese a tener que limpiar los pisos en la parrilla del club antes de volver a su casa a las ocho de la tarde para finalmente descansar. “Es parte del trabajo”, asegura. “Debemos respetar la tarea que desempeñamos y no ser negativos; o no hacerla”.
Hace tiempo que los estadounidenses de bajos ingresos deben arreglarse como pueden en la vejez, dependiendo principalmente de la Seguridad Social. Se supone que la clase media, con sus jubilados más educados y habilidosos, está más preparada, conforme algunos hasta se dan el lujo de forjar un segundo acto gratificante al redefinir el retiro según sus propios términos. O al menos, eso nos dice la cultura popular.
La realidad suele ser una historia muy distinta. Crece el número de personas mayores que después de haber pasado gran parte de sus carreras como profesionales y gerentes de empresa compiten por trabajos de salarios bajos. Para estas filas crecientes de personas mayores con ahorros escasos, la jubilación se acabó.
El año pasado, aproximadamente 7,2 millones de estadounidenses de 65 años o mayores estaban empleados, un aumento de un 67% si se compara con una década atrás, según datos gubernamentales. Sin embargo, el 59% de los hogares encabezados por personas de 65 años o mayores en la actualidad no tienen activos en cuentas de retiro, de acuerdo con los datos de la Reserva Federal analizados por el Instituto Nacional de Seguridad del Retiro. “Los que desarrollaron carreras exitosas, mandaron a sus hijos a la universidad y ahorraron lo que pudieron, enfrentan de todos modos una movilidad descendente”, dijo Teresa Ghilarducci, economista de The New School, que estudia las finanzas de las personas mayores.
En una década, los mayores de 65 años todavía en el tajo han subido un 67%
Las cosas están a punto de agravarse. Justo detrás de las actuales legiones de trabajadores ancianos se halla la amenazadora generación de los nacidos con la explosión demográfica, que comenzaron a cumplir 65 años en 2011 y están llegando a esa edad a un ritmo de unos 8.000 por día. Constituyen la primera generación que financiará, tal como está previsto, sus propios retiros, aunque tengan vidas más largas.
A ellos tampoco les alcanza. Las pensiones pagadas por las empresas ya son en su mayor parte historia antigua. Fueron reemplazadas en los tres últimos decenios por cuentas denominadas 401(k) financiadas y manejadas principalmente por empleados. El saldo promedio de las 401(k) para los hogares encabezados por personas de 55 a 64 años con cuentas de retiro activadas ascendía a 120.000 dólares en 2011, según el Centro para Investigación sobre Retiros del Boston College.
Esos ahorros reportarán unos 4.800 dólares anuales, suponiendo que las personas mayores retiren anualmente un 4%, la suma recomendada por los expertos en retiros para garantizar que los jubilados no se queden sin dinero mientras vivan. No sorprende que la mitad de los nacidos en la generación de la posguerra con edades de 50 a 64 años consideren que no tendrán nunca lo suficiente como para retirarse, según una encuesta de AARP.
“El sistema de ahorros de retiro actual no funciona y está convirtiéndose en una crisis, dado que los estadounidenses que llegan a los 65 con buena salud ahora viven por lo menos dos decenios más”, advierte Larry Fink, máximo responsable de BlackRock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo.
Palome, a quien los empleos mantienen activo y aprendiendo cosas nuevas, reconoce que podría sobrevivir sin trabajar. Recibe 1.200 dólares de la Seguridad Social y una pensión de 600 dólares mensuales de su último empleo empresarial. Sus salarios mensuales, que suman 1.400 dólares, le permiten, sin embargo, aumentar sus ahorros y cubrir algunos extras. Va al teatro, paga los pasajes de avión para visitar a sus hijos y nietos y se toma algunas ocasionales vacaciones. “Conozco a otros mayores como yo que apenas salen de la casa porque no tienen dinero para hacer nada”, señala. “Podrían trabajar, pero no quieren tomar un trabajo inferior”.
Si hay algo que Palome lamenta es no haber recibido un mejor asesoramiento en cuanto a inversiones de retiro en algún momento. “Pensé que podía hacerlo solo”. No obstante, se siente orgulloso de sus logros. Desarrolló una carrera en marketing, crio una familia después de una pérdida trágica y ayudó a sus hijos a dar los primeros pasos en la vida.
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