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Google conquista al conductor social

El gigante de las búsquedas derrota a Facebook y compra la red israelí Waze, con 50 millones de usuarios

BORIS ROESSLER (EFE)

Waze es ya la aplicación móvil más cara de la historia. El sistema de navegación para automóviles —primera red social de vehículos y pasajeros, con casi 50 millones de usuarios en todo el mundo— ha sido adquirido esta semana por el gigante norteamericano Google por más de mil millones de euros, aunque ninguna de las partes está dispuesta por ahora a aclarar la cifra final de la venta. La start-upisraelí se había convertido en la joya más preciada del mercado de aplicaciones. Su cartografía, hecha por los propios conductores —que la actualizan en tiempo real con movimientos básicos que no distraen del volante—, su capacidad de adaptación a los incidentes en la vía y su nuevo servicio de anuncios eran el mayor reclamo.

Facebook comenzó a negociar su adquisición hace menos de un mes. Su claro interés ha disparado la venta, al final, en 400 millones más de lo previsto. Si la empresa de Marc Zuckerberg desistió del intento fue por la suma que reclamaba Waze y porque Facebook exigía que desapareciera la oficina en Raanana, la ciudad del centro de Israel donde nació la firma. Jugando bien sus cartas, los israelíes han logrado más dinero del máximo competidor de Facebook y además han apuntalado su sede local, donde se mantiene el centro de desarrollo, y sin perder ni uno de sus más de cien empleados.

Google ha pescado en aguas revueltas. Con un alto precio, sí, pero conquistando un valor añadido que hasta hoy no tenía. A saber: impulsa su negocio móvil, mejora su mercado de mapas añadiendo nuevos servicios a su Maps, aporta un componente social a su red —Waze está interconectado a los 700 millones de usuarios activos de Facebook— y, sobre todo, evita dañinas competencias.

La aplicación de Waze informa sobre

Uri Levine, presidente y creador de Waze, que sigue yendo en bicicleta a trabajar y no cambia sus vaqueros y su americana ni para negociar, se toma con calma el estrellato y los más de 30 millones de dólares que se embolsará él solo. “Lo que hemos hecho es enamorarnos de una idea hasta el compromiso máximo y ponerla en marcha sin miedo. El reto fue no perder el foco, centrarnos en lo que queríamos desarrollar, hacer un lanzamiento digno y mejorar cada día, corrigiendo rápido los errores. Es lo que debe hacer todo emprendedor”, señala.

Paraíso de ‘start-ups’

Noam Bardin, consejero delegado de Waze, explica por qué su firma ha preferido no salir a Bolsa, como hacen muchas start-upsnacidas en Israel. "Preferimos gastar el tiempo con los nuestros, con la comunidad Waze, antes que con abogados o analistas. Es parte de nuestra filosofía", afirma rotundo.

Algunos expertos discrepan. “El paso dado por Waze puede hacer cambiar el modo de afrontar los negocios en Israel. Preferimos que parte de las empresas salgan a Bolsa, mantener el timón y ceder la parte del poder que creamos oportuno. Una venta es un abismo”, explica Jonathan Aviv, un economista del Banco de Israel. La venta es una opción que asusta también al Gobierno, que invierte en tecnología e investigación con numerosas ayudas y teme ver cómo su dinero acaba dando frutos lejos de sus fronteras.

Hoy en Waze respiran hondo, pero tenían miedo a no poder mantener la sede israelí, algo que preocupaba enormemente a Levine. Ya ocurrió con LabPixies y QuikSee, firmas compradas por Google que cerraron las oficinas locales y se trasladaron a EE UU. La costumbre israelí es captar socios fuera sin perder la titularidad, que es lo que buscan las cien firmas tecnológicas presentes en el Nasdaq de Nueva York.

Pese al retroceso de fondos extranjeros, Israel sigue duplicando la inversión per capita en tecnología de EE UU, con 140 dólares. Es el primer país del mundo en gasto en I+D y ve nacer dos empresas al día. Unas 300 firmas tecnológicas se han asentado en el país procedentes de Europa o EE UU en los últimos cinco años.

Su firma, montada en 2008 junto a dos socios, seleccionada como la mejor aplicación del año para iPhone, Android y BlackBerry el pasado febrero, ha recibido en estos años 67 millones de dólares de inversión. El primer gran empujón fue de 30 millones, que hoy se han multiplicado por 40. Waze cuenta con la participación de dos empresas israelíes de capital riesgo, Magma y Vertex, más 30 millones de la china Li Ka Shing y pequeñas participaciones de varias estadounidenses, Microsoft entre ellas. Todas han avalado el proceso de venta.

“El concepto clave con que atraemos es el de comunidad”, insiste Levine. “Partimos de un concepto local que es saber cómo está el tráfico y se ha convertido en una red mundial porque todos afrontamos los mismos problemas en las grandes ciudades. Hoy, 30 televisiones de EE UU usan nuestro sistema para dar la última hora del tránsito. Si no sirve para hacer la vida más fácil, la tecnología no es progreso”, abunda.

La línea básica de trabajo de Waze no ha sido la inversión en cartografía y diseño, sino en herramientas que faciliten la aportación de información por parte de los usuarios. Y su apuesta, reconoce Levine, por un nicho de mercado con recursos: dueños de coches y de teléfonos inteligentes que necesitan aprovechar su tiempo. La aplicación es gratis, pero las peticiones de anunciantes se han disparado.

Waze está inmerso ahora en una apuesta que Google respetará: la conquista de América Latina. Allí han duplicado sus usuarios en el último semestre hasta llegar a los 10 millones, en economías al alza donde se compran más coches y teléfonos.

El dinero de la venta llegará a los directivos, a los empleados (más de un millón de dólares por cabeza), a entidades sin ánimo de lucro y también al Gobierno de Israel, que se embolsará más de 200 millones solo en concepto de impuestos, según confirma el Ministerio de Hacienda. “Os ayudaremos a tapar agujeros”, dijo Noam Bardin, portavoz de la firma, al primer ministro, Benjamín Netanyahu.

La volatilidad de Oriente Próximo ha hecho que en el último año el capital extranjero no fluya tan alegremente, ni siquiera en el campo de la tecnología, con un retroceso del 12%, según cifras del Banco Central de Israel. Por eso Google es la mano salvadora que puede aportar confianza, de nuevo, a las start-ups israelíes.

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