Draghi y el helicóptero
La bajada no servirá de mucho. Hay bancos que se financian 150 puntos básicos más bajo en Múnich que en Milán
Con la tasa de paro de la Eurozona en máximos, y subiendo, y los indicadores adelantados anticipando un deterioro de la recesión en el segundo trimestre, el BCE ha decidido bajar los tipos hasta el 0,5%. Es puro maquillaje ya que el sistema desborda liquidez y el tipo efectivo es el de la facilidad de depósito que ya estaba al 0% y que ayer mantuvieron.
Salvo para frenar transitoriamente la apreciación del euro, la bajada no servirá de mucho. Como ha reconocido el propio Draghi hay bancos que se financian 150 puntos básicos más bajo en Múnich que en Milán, pero en Europa “no se puede ir repartiendo dinero desde un helicóptero”. Es increíble que un empleado público reconozca ante los periodistas que existe segmentación financiera en Europa, lo cual desinhibe la unión monetaria, y se quede tan tranquilo. Esta impunidad ayuda a explicar el caos en el que nos encontramos.
En España es mucho más dramático. La mayor parte de nuestras entidades lleva sin emitir bonos en los mercados desde enero. En febrero volvió la fuga de capitales. Los inversores internacionales redujeron en 4.000 millones su tenencia de deuda pública y la banca española volvió a aumentar significativamente sus compras.
La medida no servirá de mucho, salvo para frenar de forma transitoria la apreciación del euro
En una encuesta del propio BCE, tres de cada cuatro pymes españolas dicen que los tipos de interés de sus préstamos han aumentado en el primer trimestre, una de cada dos que el banco les ha exigido más garantías y una de cada tres que les han reducido el crédito para circulante. En febrero la banca española devolvió 44.000 millones al BCE y el propio Draghi dijo que era una señal que confirmaba que la segmentación financiera estaba mejorando. Ahora que han visto el resultado de la encuesta se han asustado y quieren tomar alguna medida para reactivar el crédito a pymes, pero aún no saben cuál.
¿Qué más pueden hacer? Basta con que aprendan de la Reserva Federal (Fed). Estados Unidos y la zona euro tienen un PIB similar y son los únicos casos comparables. Con 6 millones de empleos creados desde 2009, la tasa de paro bajando y 1,2 billones de dólares de titulizaciones hipotecarias compradas, la Fed confirmó el miércoles que “hasta que la tasa de paro baje al 6,5% y no haya riesgos inflacionistas seguirán comprando 40.000 millones de dólares de titulizaciones al mes”. Además de 45.000 millones en deuda pública a largo plazo.
En Europa, con la tasa de paro en máximos, destruyendo empleo y habiendo comprado tan sólo 60.000 millones de euros en cédulas hipotecarias desde 2009, el BCE tiene aprobado un programa de compra de estos títulos desde 2011 y sólo ha comprado 16.000 millones y lleva sin comprar desde septiembre del pasado año. Ahora que en Fráncfort renuncian al helicóptero de Milton Friedman y han vuelto a la filosofía moral, como decía San Agustín “cuando me analizo me deprimo, pero cuando me comparo me ensalzo”.
El problema es que mientras en Fráncfort se dedican al estudio y temen tomar decisiones, la mayor parte de la Eurozona está en recesión y varios países se están desangrando. Es cierto que sólo el banco central no puede resolver la crisis. Pero sin la intervención contundente y persistente del banco central es imposible combatir la deflación de activos y la restricción de crédito. Y esa restricción del crédito junto a la austeridad desploman la demanda efectiva y mete a las economías en depresión y en deflación.
Sin una intervención contundente del BCE es imposible combatir la restricción del crédito
El BCE, como Don Tancredo, se escuda en la incapacidad de los líderes europeos para avanzar en el proceso de integración europea y de los Gobiernos para acometer reformas fiscales y sanear su sistema bancario para reactivar el crédito. También se esconden detrás de la berrera del rescate y del fondo europeo para intervenir. Pero el programa de cédulas hipotecarias está dentro de su mandato, como quedó demostrado en 2009, y no entra en conflicto con sus estatutos, ni con la posibilidad de monetización de déficit. ¿Por qué no lo usan?
Como decía Konrad Adenauer “la historia son aquellas pequeñas cosas que pudimos evitar”. Detrás de la depresión y la desintegración financiera viene la ruptura del euro. Y detrás ya vemos nazis en Grecia y en Hungría, fascistas en Francia, populistas en Italia. Aún estamos a tiempo de evitarlo y el BCE sigue teniendo credibilidad monetaria para intervenir, como quedó demostrado tras las palabras de Draghi el pasado verano. Pero nuestro mayor enemigo después de los nacionalismos es la inacción.
José Carlos Díez es economista jefe de Intermoney y profesor de Economía de Icade
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