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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuando tiembla el pulso

Joaquín Estefanía

La semana pasada amenaza con ser una broma para el PP comparada con la que ahora entra. Seguramente continuarán las tensiones internas relacionadas con sus presuntos casos de corrupción, pero aparecerá una cifra que las dejará pequeñas y que no es presunta sino real, al menos para una parte muy importante de la sociedad española: la del paro del último trimestre de 2012, que dará la verdadera dimensión de la política económica aplicada por el Gobierno de Rajoy en su primer año completo de vida. Si el porcentaje y el dato absoluto de desempleados (en el entorno de los seis millones de personas sin puesto de trabajo, récord histórico absoluto) son tan dantescos como subrayan los indicadores adelantados, cabrá poca discusión. La mezcla de corrupción y paro masivo es letal para las democracias, como se ha visto en otras coyunturas históricas.

El PSOE de Zapatero dejó la cifra de paro en 5,2 millones de personas, el 22,85% de la población activa, según la encuesta de población activa (EPA) del último trimestre de 2011, que elabora el Instituto Nacional de Estadística. En enero entró a gobernar el PP y su programa electoral (“Súmate al cambio”) se presentaba como una “respuesta al drama social sin precedentes que representa un país con cinco millones de parados”. Once meses después el número de parados había alcanzado los 6,1 millones (más de 800.000 más), según los datos publicados por Eurostat, la oficina de estadísticas de la Comisión Europea.

El indicador adelantado del mercado laboral para el mes de diciembre, elaborado por Analistas Financieros Internacionales (AFI) y la patronal de grandes empresas de trabajo temporal (AGETT), proporciona una tasa de paro del 26,13%, lo que significaría superar el número absoluto de seis millones. Según todos los analistas, dada la intensa recesión que padece la economía española y la contracción del crédito y del consumo, todavía no se ha tocado fondo en la evolución del mercado laboral. Aunque la mayor parte del ajuste en el sector privado ya se ha hecho, faltan flecos como los de Iberia y el sector financiero, ya anunciados, y el goteo permanente de las pequeñas y medianas empresas que cierran por falta de circulante. Y en el sector público, las medidas aplicadas por el Gobierno todavía no acaban de expulsar asalariados hacia el ejército de reserva de los parados.

La confluencia de paro masivo y corrupción es letal para la democracia

Durante estos 12 meses han sido continuas las ocasiones en las que se han podido enarbolar las promesas electorales del PP para compararlas con su acción política y mostrar el intenso fraude cometido, que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha atribuido a “la realidad”. Pero más allá de que los instrumentos, las herramientas para conseguir los fines, hayan sido contradictorios con su ideología y engañosas para los ciudadanos, lo peor es que también lo son los objetivos, al menos en este primer año de gobierno. Repasemos los seis ejes fundamentales para los que el PP pretendía gobernar, según ese mismo programa: 1. El crecimiento económico y la generación de empleo; 2. La mejora de la educación; 3. La garantía de la sociedad del bienestar y de la protección social; 4. La reforma y modernización del sector público bajo los principios de austeridad, transparencia y eficacia; 5. La proyección exterior de nuestro país, para volver a ser fiables y creíbles en el mundo; y 6. El fortalecimiento institucional y la regeneración política: necesitamos instituciones fiables, previsibles, la vuelta al respeto a la ley y a la seguridad jurídica.

A la luz de lo sucedido este año en materia de regeneración democrática (los casos de corrupción y la marginación del Parlamento al gobernar preferentemente mediante decreto) y de crecimiento económico y reducción del paro, solo puede producir incredulidad lo que se vendió como “un proyecto ilusionante en el que la generación de empleo y de oportunidades, la equidad, la movilidad social y el compromiso con el bienestar serán los elementos clave para poder afrontar juntos y con garantías de éxito las imprescindibles reformas que España necesita para recuperar la senda de la prosperidad”. Parece una burla. Solo desde este sentimiento se explican los resultados del sondeo de Metroscopia publicados ayer en EL PAÍS, y que se resumían en los titulares de la información: “Cada vez menos optimistas” y “Seres rotos, sociedades divididas”.

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